Justicia para la maestra Irma

Rabia, impotencia, frustración, dolor, indignación y demás emociones o sentimientos generó en mí el observar a una mujer de rodillas...
Maestra Irma de Veracruz
FOTO: ESPECIAL

Es el tercer artículo que, de manera consecutiva, escribo con el título Justicia para… Desconozco cuántos más tenga que escribir, pero de algo estoy seguro, aquí seguiré dando lata, aunque resulte ser, tal vez, un poco incómodo.

La verdad de las cosas es que nadie me paga para agradar o desagradar, la escritura ha sido un medio a través del cual he dado mi punto de vista sobre diversas situaciones que acontecen en el medio educativo, particularmente, de nuestro país. Desde luego que mi intención nunca será convencer a alguien o pensar que tengo la razón de todo cuanto escribo, por el contrario, el propósito que persiguen y perseguirán las líneas que llego a plasmar en una hoja, siempre será el de propiciar la reflexión, el análisis o el cuestionamiento sobre temas de los que considero es necesario dialogar. En fin.

Como he dicho, el título de este texto alude a un nombre que, quizá para muchos sea desconocido, carezca de importancia o simplemente les resulte indiferente; sin embargo, para quienes tuvimos el infortunio de observar y escuchar el video que varios medios de comunicación dieron a conocer sabrán a lo que me refiero. Se trata pues de la maestra jubilada Irma Hernández Cruz, del estado de Veracruz, quien trágicamente perdió la vida hace unos días después de haber sido secuestrada por un grupo criminal autodenominado “la mafia veracruzana”. ¿La razón del crimen? Negarse a pagar derecho de piso y un mensaje muy directo para los compañeros taxistas de la profesora.

Rabia, impotencia, frustración, dolor, indignación y demás emociones o sentimientos generó en mí el observar a una mujer de rodillas y rodeada de varios hombres encapuchados con armas largas en las manos. “Compañeros taxistas, con la mafia veracruzana no se juega. Paguen su cuota como debe ser… o van a terminar como yo”, fueron las palabras que la maestra expresó en dicho video.

No, no fueron palabras como las que todas y todos los profesores suelen emplear cuando se encuentran dando clase, repasando una lectura o abordando algún tema en específico. No, tampoco fueron palabras que se suelen escuchar en los Consejos Técnicos Escolares cuando se les pide participar o que expongan alguna problemática en particular. Tampoco fueron palabras que se expresan en las reuniones con las y los padres de familia de sus alumnos para hacerles ver la importancia de su presencia en la educación sus hijos. Mucho menos fueron palabras que suelen expresarse en los homenajes o asambleas escolares. Fueron palabras que tuvieron que ser expresadas porque su vida estaba siendo amenazada por un grupo de criminales que, tristemente, pudieron haber sido sus alumnos en algún momento de su vida.

Maestra, madre, hija, sobrina, tía, madrina o amiga, en fin, sea el papel o rol que haya cumplido en esta vida, la verdad de las cosas es que ya no está con nosotros. Y no está por una sencilla razón: la incapacidad del gobierno para ofrecer a sus gobernados las condiciones mínimas de seguridad, protección y empleo. Sí, ya sé, con mucha seguridad llegado a este punto de lectura alguien dirá el acostumbrado “eres un chairo” o “prianista”; tal vez se exprese el típico “y tú qué propones”, o con seguridad se podrían decir otras ideas más atrevidas como “porqué con los gobiernos anteriores no te quejabas”. Sí, ya sé, otros tantos más dirán con cierto dejo de burla o satisfacción “eso querían eso lo tienen ganado”; unos mucho más atrevidos que los primeros tal vez dirán “disfruten lo votado” o el clásico “tomen para que aprendan”. Sí, eso ya lo sé, no obstante, algo es seguro: la maestra Irma ya no está con nosotros y ese es un hecho irrefutable.

¿Por qué una maestra, muy apreciada por su comunidad, después de haber brindado su vida a las aulas y en las escuelas no tendría la oportunidad de disfrutar de una pensión digna que no la llevara a buscar un trabajo para sobrellevar los gastos de su casa? Si, ya sé, justo en este momento estoy escuchando en mi cabeza algunas frases que suelen expresarse cuando suceden estos trágicos incidentes “si no querían ser maestros, no se hubieran dedicado a eso”; tal vez unos más atrevidos podrían decir que “si ya sabían que la paga no era mucha pues no hubieran dado clases” o, las peores, “tal vez se lo buscó porque pensión ya tenía”.

Y si esto no fuera suficiente, recordando alguna célebre frase que decía que “hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana”, el gobierno del estado de Veracruz, a través de su gobernadora, afirmó que a la maestra no la asesinaron como inicialmente se había pensado, sino que había sido violentada y que, por tal razón, le dio un infarto. ¡Qué gran estupidez! Asesinada o no, violentada o no, el hecho es que la profesora falleció porque el estado no tuvo la capacidad de salvaguardar su vida. Punto.

El gobierno actual, los anteriores que, para ser sinceros, muchos de los políticos del PRI o PAN hoy se encuentran en Morena, han sumido a nuestro país en la corrupción e inseguridad que hoy nos tiene hablando de este y otros temas. Obviamente que hay otros tantos factores sociales que inciden o influyen para que sigamos hablando de ello, pero, a fuerza de ser sincero ¿cuál es la obligación de cualquier gobierno? Vaya, si alguien no ha leído la constitución política de nuestro país les invito a ello, pero también les invito a indagar a cuánto asciende una pensión de un docente. Sí, ya sé que alguien dirá “pero es que la presidenta ya les otorgó las pensiones del bienestar”, como si con ello todos los problemas de los pensionados estuvieran resueltos.

¡Qué país tan surrealista! Mientras Mario Delgado, funcionario público de este gobierno al frente de la Secretaría de Educación Pública se encuentra disfrutando de sus vacaciones en Portugal, en nuestro país muchos pensionados se encuentran empleándose en cualquier empresa, oficio o de lo que sea para completar la quincena. ¡Qué estupidez más grande! Mientras este mismo personaje se encuentra vacacionando y comiendo en restaurantes de primer mundo, existen en México docentes que aun no cobran quincenas o pagos atrasados.

Tal vez habría que explicarle a este señor lo que significa “ejercer el poder con humildad”, pero yo no se lo voy a explicar, que se lo explique… su jefa, la presidenta con A, a quien por cierto habría que decirle que no llegaron ni llegarán todas”.

La muerte de una maestra jubilada del estado de Veracruz, que trabajaba honestamente de taxista para sobrellevar los gastos de la casa así lo confirma. No señora presidentA, no llegaron todas y no están llegando por el mundo de corrupción y podredumbre política y judicial que se vive en el territorio mexicano, pero bueno, mientras los políticos vestidos de virreyes en sus demarcaciones sigan sin mirar abajo, el pueblo será el pueblo; un pueblo al que le han vendido espejos por oro todos los benditos gobiernos. Cuál transformación entonces si, como bien se dice, mucho ha cambiado para que todo siga igual o… peor. Pero bueno, sigamos pensando que ya vivimos en otro México. ¡Bendita cuarta transformación!

Descanse en paz la maestra Irma.

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