La Reforma Educativa de la 4T, a prueba

Cuando me refiero, en el título de esta columna, a que la Reforma Educativa está “a prueba” (no “aprueba”), quiero decir que ninguna Reforma ...
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Cuando me refiero, en el título de esta columna, a que la Reforma Educativa está “a prueba” (no “aprueba”), quiero decir que ninguna Reforma Educativa (como iniciativa de las élites gobernantes orientada al “cambio), a lo largo de la historia reciente de México (al menos durante los últimos 40 años), ha tenido los retos que los que se presentan en el actual horizonte político, económico y social. En esta colaboración desglosaré, de manera más específica, cuáles son esos aspectos finos de tales desafíos.

1) Un marco legal, casi recién aprobado, en un contexto de reconstrucción de consensos políticos (dirigencias de partidos y grupos parlamentarios), tanto a nivel del texto Constitucional como de las leyes secundarias en materia educativa (2019), luego de que el grupo gobernante actual (Morena y aliados políticos) modificara las bases legales de la Reforma Educativa anterior (2013).

2) Una relación de “aparente cordialidad” entre el jefe del Ejecutivo, el titular de la SEP y las dirigencias magisteriales (oficial y disidencia). Esto se ha expresado, para bien o para mal, en una baja presión magisterial, es decir, se han registrado pocos actos de protesta o movilizaciones de maestras y maestros en las calles durante el último año. Pero el reto consiste en que está latente, como “olla exprés”, la reanudación de la protesta por diversos motivos (en estas fechas está viva la revisión anual de aumento salarial y prestaciones, por ejemplo), sobre todo en las regiones más activas de la lucha magisterial. A ello hay que agregar, por si fuera poco, el ambiente de tensiones originado por una coyuntura electoral (elección de dirigentes) al interior de las secciones del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).

Todo ello implica, sin duda, un alto nivel de operación y gestión políticas por parte del Ejecutivo Federal, en medio de un clima de fuertes tensiones que se expresan, de manera enfática, por diferentes frentes: Golpeteo de la oposición política (menguada o no), lo cual no debe sorprender, pues esa es su función; y de grupos de presión política y económica (sobre todo de las cúpulas empresariales), a través del envío de mensajes en las redes sociales en el sentido de que el actual gobierno federal “no puede con el paquete”, o por medio de un discurso crítico (o deslegitimador) por parte de esos mismos actores políticos y de la “comentocracia”, que se emite a través de diversos espacios en los medios de comunicación tradicionales (televisión, radio, prensa escrita).

3) Un vacío en lo que se refiere al proyecto educativo nacional, puesto que la noción o idea de “Nueva Escuela Mexicana” (Esteban Moctezuma Barragán) no cuenta con un cuerpo propositivo, amplio, claro ni consensuado, tanto en “lo educativo” como en “lo pedagógico-didáctico”, sobre todo para la educación obligatoria.

4) Un lento arranque de las reglas para operar la evaluación de las figuras educativas, es decir, de docentes, directivos escolares, asesores técnicos, etc. (en los rubros que marca la ley: de admisión, promoción, reconocimiento y “diagnóstico”); así como un proceso de transición del desaparecido INEE a la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación, que se percibe como “en cámara lenta”.

5) Un sistema educativo nacional (integrado también por “sistemas” estatales), hoy parado como consecuencia de una contingencia sanitaria que no fue planeada por nadie. Ello ha significado, nuevamente y entre otras cosas, poner a nuestras instituciones al desnudo: En la medida que no existen protocolos de actuación en las relaciones entre Escuela y Familia para afrontar esta situación social y comunitaria de la pandemia; o entre ambas instituciones y el sector salud para poner en marcha un conjunto de acciones-actividades preventivas, más que remediales, en coyunturas de emergencia como la que hoy vivimos. Se trata de un sistema educativo que atiende, como derecho a la educación, a más de 30 millones de estudiantes, que están a cargo de alrededor de 2 millones de docentes y directivos escolares.

6) “Se sabe, además, con evidencia, que al interior del gobierno de la “Cuarta Transformación” (“4T”), incluso, hay tensiones acerca de la definición de las prioridades nacionales y locales en este sector, así como en los énfasis que la autoridad educativa habrá de dar a algunos ejes de discusión en esta materia, y su consecuente puesta en práctica como políticas públicas para este ámbito clave de la vida del país. De hecho, tales definiciones están en lista de espera, porque está por publicarse, apenas, el Programa Sectorial de Educación derivado del Plan Nacional de Desarrollo (2019-2024), dado a conocer en abril del año pasado, también por el jefe del Ejecutivo Federal.” Ojo: Ya se va a cumplir un año de esta última publicación. (1)

7) Entre todo, cabe preguntar y reflexionar: ¿Cuál es el papel que jugarán precisamente las nuevas tecnologías de la información, la comunicación y del conocimiento en la educación? Tanto en esta coyuntura de contingencia sanitaria como en el marco de las Reformas Educativas ensayadas durante las últimas décadas, vale examinar qué puede ser rescatable y qué no. Relacionado con este punto, está presente y sobre la mesa la discusión no sólo de las desigualdades sociales que se registran en el tema de la infraestructura de las nuevas tecnologías informativas (en las escuelas y en los hogares), así como las carencias que tenemos como nación en “habilidades digitales”, en términos generales, sino también qué tipo de contenidos habrán de ser seleccionados y cómo es recomendable (pedagógica y didácticamente hablando) usarlos entre la población más joven del país.

Por último, me parece que hay tres retos importantes adicionales (que más bien parecen obstáculos), mismos que enfrenta la cabeza del sector educativo en la toma de decisiones, y que impactan, directa o indirectamente, en el sistema educativo en su conjunto: 8) Falta de recursos financieros públicos para llevar a cabo las acciones reformistas. 9) Carencia de un enfoque estratégico y una visión de corto, mediano y largo plazos por parte de la SEP, así como acerca del orden y la magnitud de los retos y las prioridades para poner en operación las políticas públicas pertinentes. Y 10) Escaso acercamiento orgánico y de trabajo entre los círculos del poder público y los circuitos de especialistas, profesionales de la educación, docentes, asesores técnicos y directivos escolares; así como con académicos e investigadores educativos, a efecto de repensar y actuar de manera sistemática frente a estos retos.

Por el momento, la coyuntura de la contingencia sanitaria que se tiene hoy en México y el mundo, a consecuencia del “coronavirus”, nos lleva a pensar acerca de cómo vamos a actuar como sociedad y a reflexionar sobre el papel que tienen la escuela y la familia, pero sobre todo las instituciones del Estado mexicano, para organizarnos y salir avante o sortear estos desafíos.

Por eso digo que las autoridades educativas, la Reforma Educativa y el Sistema Educativo Nacional, o sea todas y todos, estamos a prueba.

Nota:

(1) Retomo algunos fragmentos de mi artículo “Prioridades Educativas (y obstáculos) 2020-2024″, publicado en SDP Noticias, 19 de febrero, 2020.

jcmqro3@yahoo.com

@jcma23


Publicado en SDPnoticias

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