La evaluación formativa desde una pedagogía decolonial

Cuando se habla de evaluación existe una percepción vinculada solamente a la asignación de calificaciones en las boletas.
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La tercera sesión ordinaria del Consejo Técnico Escolar y el Taller Intensivo de Formación Continua para Docentes se llevará a cabo el próximo veinticuatro de noviembre. Se pretende analizar la forma en que se ha desarrollado la evaluación formativa y su vinculación con el programa analítico y la planeación didáctica. De manera particular, se busca profundizar en aspectos teóricos y metodológicos del plan y los programas de estudio 2022.

Las orientaciones emitidas para tal fin se dirigen en dos líneas de trabajo principales:

1. La experiencia del primer periodo de evaluación a través de un ejercicio de evaluación y la problematización en colectivo sobre la implementación de la planeación didáctica.

2. La planeación del segundo periodo del ciclo escolar y el fortalecimiento de la evaluación formativa.

Sobre la segunda, al texto Un libro sin recetas para la maestra y el Maestro Fase 5, a los contenidos “Enfoque didáctico: el rol docente y la evaluación formativa” y “Enfoque de aprendizaje: el rol del estudiante en la evaluación formativa” (página 63 a 75).

Aunque la lectura es por demás pertinente y relevante, en mi parecer, recomiendo leer primero el capítulo anterior del mismo texto titulado “Reflexiones en torno a la creación de didácticas decoloniales”. En ese apartado se brindan algunos argumentos que permitieran comprender el enfoque formativo de la evaluación a partir de los fundamentos teóricos del marco curricular “que pueden servirles de referente para desarrollar procesos didácticos enmarcados en la pedagogia decolonial”[1]. Ahí mismo se ubica al giro decolonial desde las llamadas epistemologías otras también llamadas epistemologías del sur en el marco de la reivindicación del sur global para transgredir el paradigma de imposición epistémica occidental de la sociedad globalizada actual.”[2] El texto aclara que la expresión “el sur global” es una metáfora del sufrimiento humano causado por las grandes formas de opresión (capitalismo, colonialismo, patriarcado, feminicidio, entre otras)”.[3]

Citan a Catherine Walsh quien señala que la pedagogía decolonial “visibiliza maneras distintas de ser, vivir y saber para hacerlas pedagógicas y didácticas”[4]. Asimismo,  retoman las ideas de Díaz, M. Cristhian que propone la construcción de pedagogías en clave decolonial que permita desestabilizar y debilitar la visión eurocéntrica y que a su vez significa “desmantelar el andamiaje conceptual y epistémico que mantiene la exclusión, la segregación y control”[5]. (“Hacia una pedagogía en clave de- colonial: entre aperturas, búsquedas y posibilidades”, en Tabula Rasa, núm. 13, pp. 217-233. Disponible en https:// revistas.unicolmayor.edu.co/index.php/tabularasa/arti- cle/view/1430 —Consultado el 24 de febrero de 2023).

Asimismo, retoman a Zulma Palermo al coincidir con ella que “la educación escolarizada es un medio adecuado para lograr la emancipación del sujeto”.[6] En este sentido, basta señalar que el plan de estudios 2022 refiere la acción de emancipar en más de trece ocasiones.

Se asume tal cual. Mirar la pedagogía, el currículo y la didáctica en clave decolonial conlleva a “desoccidentalizar las ciencias de la educación y develar la la doctrinalidad de la educación y la formación”[7]. Y, refiriéndose a Paulo Freire, concluye: “El proceso formativo es doctrinante.[8] Se concibe a la escuela. “Desde la perspectiva decolonial la escuela se construye partir de premisas que establecen nuevos roles para los actores educativo, quienes deben desplegar procesos no tradicionalistas ni adoctrinantes mediante un aprendizaje y una enseñanza que permitan configurar una clase adoctrinante” [9].

Subrayo, “nuevos roles para los actores educativos quienes deben desplegar procesos no tradicionalistas ni adoctrinantes”. En esta referencia podemos hallar las razones de revisar los roles del estudiante y del docente en la evaluación formativa. La evaluación como se venía empleando a nivel sistémico, escolar y aúlico es adoctrinante. Por eso se pretende dar un nuevo giro. “Evitar en los modelos educativos planteados a partir del siglo XVII cuya principal característica era el adoctrinamiento epistémico.”[10]

De esta manera, habría que encaminarse hacia el ejercicio de otras didácticas o didácticas otras. Hacia una didáctica decolonial. “Decolonizar las ciencias de de la educación (…). Decolonizar la educación implica formar en/por/para la propia comunidad estudiantil que pretende descolonizarse.”[11] Toma postura: “Una propuesta de didáctica decolonial debe relacionarse con los problemas prácticos cotidianos experimentados por las niñas y niños, así como por los profesores en el entorno de una disciplina del saber, no en problemas teóricos definidos de antemano por los docentes.[12] Con ello se justifica el uso de los proyectos mediante metodologías sociocríticas y el enfoque comunitario.

Y finaliza señalando: “Una didáctica otra es una opción decolonial que configura una nueva narrativa, un nuevo discurso, una nueva forma de pensar y de educar, enseñar y evaluar, que se diferencia de los modelos educativos y estrategias pedagógicas configuradas por los enfoques y paradigmas modernos”.[13]

Es así como entiendo los mensajes de la Secretaria de Educación dirigido a los docentes (https://bit.ly/47CKXCG) y otro mas Supervisores y Directores Escolares (https://bit.ly/47qKcwR) a propósito de la Tercera Sesión del Consejo Técnico Escolar. Destaco lo siguiente:

Cuando se habla de evaluación existe una percepción vinculada solamente a la asignación de calificaciones en las boletas. El plan de estudios brinda una visión distinta de la evaluación de los aprendizaje con respecto a otros modelos educativos porque no se centra solo en los resultados sino también en los procesos individuales de cada estudiante. Es fundamental que encuentren sentido, valoren lo que aprenden y cómo lo aprenden. Este proceso sirve también para retroalimentar a las maestras y los maestros. Es importante concebir a la evaluación formativa como un puente entre los procesos de enseñanza, de aprendizaje y de mejora educativa en los que la planeación y la evaluación forman una unidad. La evaluación es una oportunidad. Transitar hacia nuevas formas de evaluación requiere un cambio de concepciones y prácticas de los docentes, los estudiantes, las familias y las autoridades educativas.

Nada es verdad ni nada es mentira todo es de acuerdo al cristal con que se mira reza el dicho popular. Y, parafraseando la frase atribuida a Einstein, lo más cercano a la locura es llevar a la práctica el plan de estudios 2022 desde la racionalidad y con los mismos métodos implícitos en las currículas anteriores (RIEB y aprendizajes clave). Aunque ortodoxamente no hay nada oculto bajo el sol, la evaluación formativa se ha desarrollado en los últimos años con paradigmas, conceptos, metodologías e instrumentos que se han venido empleando en la educación básica. Ahora la cuestión radica en como cambiarle el chip a los maestros, estudiantes, padres de familia y autoridades educativas. Que se asuman desde otra postura, que modifiquen sus prácticas. En pocas palabras, requiere un cambio paradigmático en su desempeño. De ese tamaño es el desafío que plantea la implementación del plan de estudios 2022.

Carpe diem quam minimun credula postero

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[1] Secretaría de Educación Pública. Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro. Primera Edición, 2023 (ciclo escolar 2023-2024). Ciudad de México. p. 44 recuperado de https://libros.conaliteg.gob.mx/2023/P5LPM.htm y consultado el 20 de noviembre del 2023.

[2] ídem

[3] ídem

[4] ibid., p. 45

[5] ídem

[6] ibid., p. 46

[7] ibid., p. 50

[8] ídem

[9] ibid., p. 51

[10] ídem

[11] ibid., p. 52

[12] ibid., p. 53

[13] ibid., p. 54