La enseñanza de las ciencias: una narrativa y una estrategia distinta

Por: Juan Rubén Compañ García y Marisol Jiménez Moreno La Organización para la Organización y el Desarrollo económico (OCDE) en su reporte ¿Cómo ...
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Por: Juan Rubén Compañ García y Marisol Jiménez Moreno

La Organización para la Organización y el Desarrollo económico (OCDE) en su reporte ¿Cómo enseñan los maestros? La visión de estudiantes y maestros, refiere que una de las cuestiones en la enseñanza de las ciencias con los alumnos de educación básica es que los alumnos al término de este nivel no logran aplicar los conocimientos científicos en la práctica, solo pueden reproducir el significado de los conceptos científicos. Lo anterior nos lleva a plantearnos la necesidad de repensar: ¿cómo se enseña la ciencia en los centros escolares? no porque sea la única vía que nos permita explicar la complejidad de la enseñanza y el aprendizaje de la ciencia, sino porque es un elemento que ayuda a comprender la concepción que tienen los docentes de la ciencia, lo cual puede ser un elemento que potencie o limite la comprensión amplia de la ciencia. Los siguientes elementos pueden ser cruciales y necesarios reflexionar en el campo de la enseñanza de las ciencias:

1) Lenguaje formal y especializado vs lenguaje cotidiano y creativo. La enseñanza de las ciencias en muchas ocasiones se expresa a través de una narrativa que privilegia y enfatiza el discurso científico, aquel que se comunica mediante conceptos propios de la disciplina científica, tratando con ello de darle “objetividad” a su conocimiento y a su lenguaje (aunque sabemos que la ciencia no es neutral). Utilizar lo cotidiano o no científico, para muchos docentes, es romper con la “objetividad y lo científico” de las ciencias. Sin embargo, hay que entender una cuestión: la enseñanza de las ciencias en la educación secundaria es para todos los adolescentes, es decir, para no especialistas, por lo que su narrativa tendría que ser expresada en términos de un lenguaje más accesible, flexible y plural. Además de útil para los contextos en donde se desenvuelve el sujeto, el cotidiano, uno de ellos. El apelar a expresar y vincular el conocimiento de las ciencias con lo cotidiano, tiene implicaciones positivas para los adolescentes y la educación en general. Heller (1977) refiere que para que los alumnos se apropien del saber académico, es necesario que los contenidos encuentren un acomodo en el saber cotidiano a través de tres modos: a) como guía del saber práctico, es decir, el empleo del lenguaje y del saber especializado o científico en actividades de la vida cotidiana, b) como satisfacción del interés y la curiosidad en los sujetos y c) como requerimientos de ambientes sociales particulares, es decir, como un saber del que se pueden apropiar y que lo van a utilizar en distintos contextos sociales. En este sentido, es necesario repensar la ciencia a partir de lo cotidiano y a través de considerar la expresión de la ciencia mediante distintas narrativas. Por ejemplo, en la secundaria Felipe Villanueva, ubicada en Tlalnepantla, estado de México, la enseñanza de la ciencias ha pretendido construirse desde lo cotidiano y a partir de vincular el trabajo de la maestra de ciencias y el maestro español (dos concepciones del mundo diferentes pero complementarias, la unión de lo científico y lo humano). Con la intención de que la ciencia se pueda expresar en términos de una narrativa creativa y humanística, donde el estudiante construya lo científico a partir de su vinculación con los sucesos de la vida cotidiana y a través de utilizar una narrativa no especializada, tanto en su oralidad como en su escritura. No es lo mismo presentar a la ciencia en forma de texto poético, como cuento, como novela, como nota periodística o como artículo de divulgación científica, pues el empleo del lenguaje es distinto en los diferentes textos, cada uno tiene un propio diseño. Ni tampoco es lo mismo hablar de la ciencia en términos disciplinarios, que comprenderla y abordarla en relación con la sociedad, con la historia o con su sentido ético. Es comprender a la ciencia no solo en términos de la lógica de disciplinaria, sino en términos más complejos.

2) Estrategias disímiles. Hay una extensa bibliografía acerca de la observación y análisis de las prácticas docentes, donde recomiendan que las estrategias que utilizan los profesores deben cambiar, la enseñanza de las ciencias, no es la excepción. En muchas ocasiones la enseñanza de las ciencias resalta la realización de prácticas de laboratorios o aplicación de un experimento que no rompe con la lógica de la formalidad de los “pasos” de la ciencia, donde pareciese que lo que fundamental es la observación, el registro y la comprobación de la hipótesis, no porque ello no sea necesario ni importante, claro que lo es. Lo que se pretende ilustrar, es que poco se cuestiona la forma mecánica de abordarlo en muchas ocasiones, pues muchas veces los alumnos no identifican las diferencias entre una hipótesis y un hecho, cuestión que sería importante comenzar a identificar, por ejemplo. Parece que no les damos las herramientas a los alumnos para que en lugar de “reproducir” un experimento, ahora lo diseñen (acorde a su nivel educativo), no solo es una diferencia de palabras, sino de acciones. Implican que la interacción docente y alumno sea más dinámica y creativa, donde se problematicen las situaciones a partir de cuestionamientos que lo posibiliten, de tal manera que hagan que la socialización del conocimiento se potencie en los intercambios que se producen en el aula.

La enseñanza de las ciencias requiere un cambio en muchos sentidos, requiere una selección y organización de contenidos curriculares, probablemente, menos extensos. Una revisión de los libros de texto gratuito. Una revisión a los programas de formación inicial y permanente de los profesores de ciencias. Además de otras cuestiones. Sin embargo, parece que los cambios que se producen en el aula pueden potenciar grandes logros. Tenemos que entender que la ciencia no solo se aprende en el laboratorio y con el tubo de ensaye. La ciencia, también se aprende bailando. Las primeras aproximaciones al entendimiento del efecto parabólico, así lo mostraron en la secundaria que cité en líneas arriba. Nada es imposible. Así que, la ciencia, hasta con baile entra.


Juan Rubén Compañ García es Doctor en Pedagogía por la UNAM. Interesado en temas política, educación y sociedad.

Marisol Jiménez Moreno, es Licenciada en Educación Secundaria con la especialidad en Biología por la Escuela Normal de Tlalnepantla del estado de México.

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