Evaluación y acreditación: Diferencias y desafíos en el aprendizaje

La evaluación formativa es un proceso continuo, sin un carácter concluyente o sancionador.
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En mi colaboración anterior, abordé la relación entre los postulados teóricos de un modelo educativo basado en un currículo integrado y el Plan y Programas de Estudio 2022 de la Nueva Escuela Mexicana. En otra entrega, hace un poco más de un año, aborde la decolonialidad y su influencia con la evaluación formativa. En ambos casos destaqué la necesidad de un cambio profundo en la mentalidad del magisterio. Ahora, en este artículo, reflexionaré sobre la evaluación de los aprendizajes en el contexto del segundo periodo de evaluación.

La crítica al modelo de evaluación tradicional

Sobre la evaluación de los aprendizaje, el Plan de Estudios para la educación preescolar, primaria y secundaria 2022 desarrolla lo establecido en el artículo 79, fracción IV de la Ley General de Educación. De inicio, caracteriza el modelo de evaluación de los aprendizajes y señala algunas cuestiones de las cuales pretende deslindarse como por ejemplo las calificaciones numéricas porque, “el número no refleja el proceso complejo que sucede en las y los estudiantes”.

Asimismo, resalta algunos de sus efectos perniciosos. Señala que, durante décadas, los diseños curriculares previos —centrados en objetivos de aprendizaje, competencias y aprendizajes clave— promovieron la medición del desempeño estudiantil y la calificación a través de pruebas estandarizadas. Esto derivó en la fragmentación del conocimiento y en una enseñanza desconectada de la realidad. Además, la calificación numérica no solo clasifica socialmente a los estudiantes, sino que también ha sido utilizada indebidamente para evaluar a los docentes, las escuelas y al sistema educativo en su conjunto, alejando la evaluación de su función pedagógica. Tal juicio resulta insuficiente para erradicar radicalmente este tipo de evaluación. Aún sigue presente, más vigente que nunca, el Acuerdo número 10/09/23 por el que se establecen las normas generales para la evaluación del aprendizaje, acreditación, promoción, regularización y certificación de las alumnas y los alumnos de educación preescolar, primaria y secundaria.

Hacia una evaluación formativa

Le resulta más conveniente proyectar otra manera de vincular la evaluación con el aprendizaje. Pondera, en el Plan de Estudios 2022, la evaluación de los aprendizajes como elemento clave del proceso formativo cuya función principal debiera ser la retroalimentación mediante el diálogo yola observación. Su objetivo, señala, consiste en identificar logros, dificultades y acciones de mejora. Destaca sus bondades y distingue dos momentos bajo el principio de la autonomía profesional:

1. Evaluación formativa y continua, orientada a guiar el aprendizaje y la enseñanza.

2. Acreditación, utilizada para certificar los aprendizajes de los estudiantes.

Fija algunos aspectos para el primer momento. Una evaluación formativa comprende:

1. El seguimiento que realizan las y los docentes sobre el proceso de aprendizaje de sus estudiantes, observando su desarrollo en distintos contextos y experiencias de la vida cotidiana.

2. El trabajo con el error de las y los estudiantes en una estrategia didáctica para interpretar el sentido del error y acordar una estrategia de acción.

3. Las situaciones de enseñanza y aprendizaje.

4. La retroalimentación de los estudiantes en función de sus avances y áreas de mejora.

5. La mejora de los métodos didácticos empleados.

Por otra parte, el Programa de Estudios enfatiza que la evaluación formativa debe integrarse con la planeación didáctica y desarrollarse en el aula, la escuela y la comunidad. Su finalidad es que los estudiantes resuelvan problemas de la vida cotidiana, valorando la pertinencia de las estrategias didácticas. También resalta la importancia de la retroalimentación para identificar logros, áreas a reforzar y obstáculos a superar. La evaluación formativa es un proceso continuo, sin un carácter concluyente o sancionador.

La acreditación y sus limitaciones

Por otro lado, la acreditación sigue dependiendo de una calificación numérica basada en el juicio docente y en la recopilación de evidencias como exámenes escritos, trabajos escolares y tareas. Una de las estrategias más utilizadas es el portafolio de evidencias, que permite documentar el aprendizaje. Sin embargo, la calificación numérica sigue siendo el criterio para determinar la promoción del estudiante, aunque no refleje su verdadero proceso de aprendizaje.

Reflexión final

A pesar de las críticas al modelo de evaluación basado en la calificación, los diseñadores curriculares, tomadores de decisiones y legisladores no lograron erradicarlo por completo, generando confusión. Evaluar es retroalimentar; calificar es acreditar. Son procesos distintos con propósitos diferentes. El primero se basa en principios pedagógicos y el segundo en criterios normativos.

La clave está en que docentes, directivos y supervisores se apropien del enfoque formativo para lograr una transformación real en la evaluación de los aprendizajes. Solo así se garantizará que este proceso contribuya al desarrollo integral de las y los estudiantes, más allá de una simple calificación.