Evaluación e incentivos docentes: ¿zanahoria o garrote?

Autor: Carlos González Seemann* Dentro del debate sobre evaluación docente, conflictos magisteriales, el nuevo modelo educativo, y los bajos niveles ...
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Autor: Carlos González Seemann*

Dentro del debate sobre evaluación docente, conflictos magisteriales, el nuevo modelo educativo, y los bajos niveles de aprendizaje, un tema al que se le ha dado poca –o prácticamente nula– importancia son los incentivos docentes. En los últimos años, los gobiernos mexicanos le han prestado poca atención al docente como agente de cambio, a sus condiciones laborales y a los sistemas incentivos que se le ofrecen. Específicamente, con la aprobación de la reforma educativa este tema ha pasado prácticamente desapercibido, sin cuestionarse si estamos usando los mejores instrumentos, si estamos tomando en cuenta las herramientas más precisas o si estamos ofreciendo incentivos más atractivos, todo esto a pesar de los diferentes cambios incluidos en el sistema educativo recientemente.

La reforma educativa colocó entre sus principales objetivos profesionalizar la función docente. Para esto se creó el Servicio Profesional Docente (SPD), el cual tiene entre sus propósitos “desarrollar un sistema de estímulos e incentivos que favorezca el desempeño eficiente del sistema educativo”. Como parte de todo lo anterior se instauró el Programa de Promoción en la Función por Incentivos (PPFI), como continuación –y en los hechos en sustitución– al Programa Nacional de Carrera Magisterial. Como parte del Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica (ANMEB), en 1992,  se creó el Programa Nacional de Carrera Magisterial. La creación de este programa tenía –de facto– una naturaleza política. La participación del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) en la Comisión Nacional que regía dicho programa, permitió que el sindicato tuviera la posibilidad de incidir en áreas estratégicas y trascendentales de la política educativa nacional. Esto facilitó que en ocasiones el sindicato tuviera poder de incidir en decisiones que muchas veces tenían fines políticos u otros intereses.

El programa de Carrera Magisterial (CM) era un mecanismo de promoción horizontal que otorgaba un incentivo monetario con base en una serie de criterios ponderados. Los criterios sufrieron dos modificaciones, una el 1998 y otra –de mayor profundidad– en 2011. La de 2011 incluía por primera ocasión el aprovechamiento escolar como criterio que se ponderaba con un 20%. En todo caso, los resultados de CM no fueron muy alentadores. En 2006, RAND realizó una evaluación del programa, en la que se encontró que existía un impacto prácticamente nulo o muy escaso de los incentivos en el aprovechamiento escolar. Además de que se encontró que los instrumentos para medir el despeño tenían deficiencias técnicas, metodológicas y de contenido. Por ejemplo, todas las preguntas de las pruebas eran de opción múltiple y el grado de dificultad no aumentaba con niveles de promoción más altos.

El actual programa de incentivos (PPFI), plantea un cambio radical en la forma de otorgar el incentivo. Como se mencionó CM incluía factores como: antigüedad, preparación profesional, formación continua, aprovechamiento escolar y actividades curriculares; cada uno de ellos con una ponderación distinta. En cambio, con el PPFI el incentivo se otorga únicamente a aquellos sustentantes con un desempeño destacado en la evaluación del desempeño –pruebas estandarizadas– y un resultado sobresaliente en un examen adicional (del cual prácticamente no se sabe mucho por parte de la SEP), dicho examen será determinado por el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) pero el Instituto tampoco ha dado a conocer prácticamente ninguna información al respecto.

Ahora bien, respecto al nuevo sistema de incentivos es posible que cualquier persona con funciones docentes, de dirección y de asesoría pedagógica se postule para participar en el programa. No obstante, existen ciertos requerimientos, tales como: tener un mínimo de dos años de antigüedad ininterrumpida, contar con una plaza, tener como mínimo un título de nivel licenciatura y estar adscrito al SPD. Aunado a esto, para que el docente puede acceder a recibir el incentivo, es necesario que éste tenga un resultado “destacado” (en educación básica) o “excelente” (en educación media superior) en la evaluación del desempeño. Y además deberá obtener “sobresaliente” (en educación básica) y “relevante” (en educación media superior) en la evaluación adicional, para poder avanzar al siguiente nivel.

El nuevo programa de incentivos consta de siete niveles, los cuales, tendrán una vigencia de cuatro años en cada nivel para el sustentante. Una vez que el docente pase al siguiente nivel, el nombramiento del nivel anterior será definitivo (para toda la vida) y el del nivel actual será de manera temporal. Si el docente obtiene un desempeño “insuficiente”, “suficiente” o “bueno” en la evaluación del desempeño, perderá el incentivo.

Programa Carrera Magisterial Programa de Promoción en la Función por Incentivos
Instancia(s) responsable(s)Comisión Nacional SEP-SNTE Instancia(s) responsable(s)SEP (CNSPD)
Requisitos– Afiliación al SNTE.

– Laborar en un centro de trabajo de educación básica pública.

– Antigüedad mínima de tres años.

– Título profesional o 15 años de antigüedad.

Requisitos– Resultados destacados en la evaluación del desempeño.

– Dos años ininterrumpidos en función.

– Contar con nombramiento definitivo.

– Título nivel licenciatura.

– Adscripción al centro de trabajo donde labora.

Método de selecciónCalificación ponderada de cinco criterios (2011):

1) Antigüedad.

2) Preparación profesional.

3) Formación continua.

4) Actividades curriculares.

5) Aprovechamiento escolar.

Método de selecciónCalificación destacada en evaluación del desempeño, que incluye tres etapas:

1) Informe de responsabilidades profesionales.

2) Proyecto de enseñanza.

3) Examen de conocimientos didácticos y curriculares.

Niveles

Nivel A: 27%

Nivel B: 60%

Nivel C: 104%

Nivel D: 153%

Nivel E: 215%

Niveles

Zona Urbana             Zona de alta pobreza

Nivel 1: 35%                          Nivel 1: 41%

Nivel 2: 65%                          Nivel 2: 77%

Nivel 3: 95%                          Nivel 3: 113%

Nivel 4: 120%                        Nivel 4: 144%

Nivel 5: 140%                        Nivel 5: 170%

Nivel 6: 160%                        Nivel 6: 196%

Nivel 7: 180%                        Nivel 7: 222%

Total de participantes

455,000 aproximadamente (1992-2012).

Total de participantes

No hay información disponible.

Duración

De 2 a 4 años en cada nivel.

Duración

4 años en cada nivel.

Elaboración propia con base en la información disponible.

Hasta el momento no se han publicado resultados de los docentes que han ingresado al PPFI, de los recursos presupuestales que se le han destinado, entre otras cosas. Además, poco se sabe sobre el programa, su objetivo y su finalidad. Es trascendental darle la importancia que merece a este nuevo programa, para evitar más ejercicios de simulación. Transparentar los resultados, procesos, componentes e indicadores de este tipo de programas es básico para contribuir a una cultura meritocrática transparente que corresponda con lo que se anuncia.

La docencia no se limita a lo que sucede dentro de los salones de clase se caracteriza por ser multidimensional, simultánea y variada. Además de que en todo momento se ve afectada por factores políticos, institucionales, curriculares, metodológicos, materiales y experiencias propias y ajenas. A ello hay que sumarle la parte que corresponde al alumno respecto a los conocimientos previos, el aprendizaje, la motivación, los valores, el contexto familiar y social. Por lo tanto, la forma en la que interactúan todos estos factores es compleja y puede variar, pero posiblemente contar con un sistema de evaluación que contemple el proceso de enseñanza-aprendizaje puede ser un factor efectivo de cambio en este proceso complejo.

Ante la propuesta de cambio en el nuevo sistema de incentivos, es importante preguntarse si la evaluación del desempeño docente es capaz de incorporar y evaluar los procesos de enseñanza-aprendizaje y los múltiples factores que afectan el desempeño tanto del alumno, como del docente. Es necesario incorporar instrumentos de la efectividad de la enseñanza –observación en el aula–, mediciones del logro académico de los alumnos en distintos periodos del tiempo, además de constantes y adecuados mecanismos de retroalimentación.

Finalmente, sería deseable diseñar y definir un conjunto de estándares de aprendizaje que permitan realizar evaluaciones más precisas y verídicas sobre el desempeño docente. Además de invertir en difusión para asegurar que todos los agentes (docente, observadores, evaluadores, padres de familia, etc.) estén familiarizados con los estándares que se están midiendo, la evidencia que será examinada y la forma en la que serán evaluados. Todo esto ayudará a comprender de mejor manera el propósito y las expectativas de las evaluaciones.

Garantizar una educación de calidad, no será posible sin que antes comencemos a exigir y demandar información transparente, confiable y actualizada sobre el uso y destino de los recursos públicos. La difusión, la transparencia, los sistemas de información y los estándares son elementos claves para la gobernanza del sistema educativo en la implementación de nuevas reformas. De continuar con prácticas simuladoras como el PPFI, donde nadie sabe con claridad cuándo, dónde, cómo, cuánto y por qué se destinar esos recursos, continuaremos enfrentándonos a ejercicios discrecionales del gasto público.

Artículo publicado en el blog Distancia por tiempos de Nexos.


* Investigador Jr. del Programa Interdisciplinario sobre Política y Prácticas Educativas del CIDE.

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