Por: Yolanda Leyva Barajas, Sandra Conzuelo Serrato, Marina F. González Nava y Patricia Pozos Bravo
La Evaluación del Desempeño de docentes y de personal con funciones de dirección y supervisión ha sido central en la Reforma Educativa en México.
Esta evaluación representa un desafío mayúsculo por el tamaño y la heterogeneidad del Sistema Educativo Nacional
(SEN), así como por la diversidad y la desigualdad que prevalece en el contexto mexicano, adicional a la complejidad
que, en sí misma, caracteriza cualquier proceso para evaluar el desempeño profesional.
Tras la primera aplicación de la evaluación del desempeño docente en México en 2015, el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) hizo un replanteamiento al modelo de esta evaluación dentro del marco legal vigente y con base en los perfiles, parámetros e indicadores de docentes y del personal con funciones de dirección, supervisión y asesoría técnico-pedagógica.
Antecedentes: Evaluación del Desempeño en 2015 y 2016
En 2015 se aplicó por primera vez la Evaluación del Desempeño Docente, cuyo modelo contempló cuatro etapas con instrumentos de distinta naturaleza, para dar cuenta de la complejidad de la práctica docente. Este primer proceso de evaluación se llevó a cabo a nivel nacional a un primer grupo de docentes en servicio, y en el caso de educación básica (EB), también se evaluó a personal con funciones de dirección y supervisión.
Los resultados de la evaluación de este primer grupo de docentes generó información tanto del comportamiento de los instrumentos como de las acciones inherentes a la labor de los profesores. En particular, el análisis de las producciones de los docentes, a propósito de la Planeación Didáctica Argumentada (PDA) y del Expediente de Evidencias de Enseñanza (EEE), permitió hacer una caracterización general de la práctica docente a partir de las descripciones y reflexiones que los propios profesores hacen de sus procesos de planeación de intervención educativa (INEE, 2017a).
Como parte de la mejora continua inherente a un ejercicio de evaluación, el Instituto replanteó el modelo de Evaluación del Desempeño Docente, retomando lo que funcionó adecuadamente y mejorando el modelo para hacerlo más contextualizado y pertinente.
En la tabla 1 se presentan los cambios realizados respecto al modelo anterior.
Se puede apreciar que se reduce el número de etapas e instrumentos de cuatro a tres. En la etapa 1, se incorpora una autoevaluación por parte del docente, que complementa la visión de la autoridad superior inmediata. En la etapa 2, se integran la PDA y el EEE, de una manera articulada y secuenciada conforme a lo que naturalmente ocurre en la práctica cotidiana. En la etapa 3, se siguen aplicando exámenes en sede para evaluar el conocimiento, pero se eliminan los reactivos asociados al planteamiento de casos, con lo cual se reduce el tiempo necesario para responderlos. Otro cambio significativo son las condiciones de aplicación, ya que dos de las tres etapas se llevan a cabo en la escuela y sólo la aplicación de los exámenes se realiza en sedes.
Replanteamiento de la Evaluación del Desempeño 2017
El replanteamiento de la Evaluación del Desempeño busca principalmente recuperar las condiciones y las demandas reales que se producen en el trabajo en el aula. Es por ello que se vincula más a la escuela y a su contexto; es más pertinente porque la selección y el diseño de los instrumentos rescatan una muestra lo más representativa
posible del trabajo de los docentes.
Este modelo tiene iguales características y número de etapas para las diferentes funciones: docente, dirección, supervisión y asesoría técnico-pedagógica, pero sus contenidos se diferencian de acuerdo con los perfiles, parámetros e indicadores (PPI) de desempeño de cada función (SEP, 2017b).
Las etapas evalúan aspectos clave de la práctica profesional de las funciones y reconocen la importancia de que los sustentantes actúen en determinadas condiciones adaptando su práctica en función de las necesidades específicas de sus alumnos, su escuela y el contexto de su zona escolar.
A continuación se describe cada una de las etapas presentando algunos conceptos en los que se fundamentan el diseño y la construcción de los instrumentos que las integran.
Etapa 1. Informe de Responsabilidades Profesionales
Aunque se mantiene el Informe de Cumplimiento de Responsabilidades Profesionales por parte del director, la etapa se complementa con la valoración que el propio docente hace sobre el cumplimiento de sus responsabilidades ético-profesionales. Se diseñaron y elaboraron dos instrumentos en espejo orientados a contar con información sobre el cumplimiento de las responsabilidades legales y éticas con sus alumnos, el funcionamiento eficaz de la escuela y la vinculación con la comunidad, y a valorar aspectos relacionados con la reflexión sistemática sobre la práctica profesional y el empleo de estrategias de estudio y aprendizaje para su mejora (SEP, 2017a). Con la recuperación de la percepción del propio docente evaluado, se pretende propiciar un proceso de reflexión sobre su práctica, a partir del cual pueda identificar fortalezas y áreas de mejora.
En los análisis de la evaluación desarrollada en México en 2015 y 2016 se observó una tendencia general de los directores a asignar puntuaciones del extremo superior de la escala (INEE, 2017b). Por ello, si en más de la mitad de los ítems se asigna el extremo superior de la escala, se solicita una justificación al final de cada bloque de preguntas.
Etapa 2. Proyecto de Enseñanza
Esta etapa considera el desarrollo de un proyecto de enseñanza en tres momentos, por parte del docente evaluado:
1) la elaboración de un diagnóstico del grupo y una planeación didáctica a partir de un resultado esperado de aprendizaje que atienda las condiciones del diagnóstico;
2) la intervención a partir de lo planeado y la posterior selección de evidencias del desempeño del grupo que den cuenta de su intervención, y
3) una reflexión sobre su práctica a partir del análisis de los resultados obtenidos de su intervención. Se retomó como sustento la conceptualización de la práctica docente en la que se distinguen tres momentos interrelacionados, interdependientes y recursivos: la planificación de la enseñanza, la interacción educativa dentro del aula y la reflexión sobre los resultados alcanzados (García-Cabrero, Loredo y Carranza, 2008, p. 5).
Los momentos del proyecto son guiados por tareas evaluativas, y las producciones de los docentes serán calificadas por evaluadores certificados por el INEE a partir de rúbricas que consisten en una matriz que relaciona los criterios a evaluar con descripciones que caracterizan el desempeño esperado en cuatro niveles de ejecución (insuficiente, suficiente, bueno y destacado).
En la construcción de las rúbricas de calificación se observó una lógica de diferenciación que conceptualmente se sustenta en:
a) la capacidad de los docentes para explicar y argumentar sus acciones y decisiones en cada momento del proyecto, b) la capacidad demostrada para establecer relaciones entre sus acciones o decisiones y las condiciones a las que pretende atender de acuerdo con lo solicitado en cada tarea evaluativa, y c) la correspondencia que se observa entre lo que reporta el docente y los productos que selecciona como evidencia.
Etapa 3. Examen de Conocimientos Didácticos y Curriculares
Se mantiene el uso de exámenes estandarizados para evaluar los conocimientos relacionados con los procesos de aprendizaje y desarrollo de los alumnos; los propósitos educativos y los contenidos; los referentes pedagógicos; los enfoques didácticos del currículo vigente, así como con la integridad y la seguridad de los alumnos en la escuela (SEP, 2017a).
En el caso de los docentes de educación secundaria una sección del examen (30% del instrumento) incluirá la evaluación de conocimientos disciplinares de la asignatura que imparten. Para los docentes de educación media superior, igual que en el modelo de evaluación de 2015 y 2016, la etapa comprende dos exámenes, uno que evalúa exclusivamente los conocimientos disciplinares (SEP, 2017b) y otro de habilidades didácticas para docentes y técnico docentes que valorará el conocimiento sobre los referentes pedagógicos de su práctica y aspectos de la didáctica en el aula.
El modelo anterior para el nivel medio superior no incluía la evaluación a docentes que imparten asignaturas en el componente profesional y de formación para el trabajo. Ahora se ha diseñado un instrumento para este sector de docentes denominado Examen de Conocimientos Científicos y Tecnológicos, que considera conocimientos transversales a las asignaturas o módulos que imparten los docentes del componente profesional.
Respecto a las demandas de los docentes de contar con más y mejores apoyos de formación, se trabajó de manera coordinada con las áreas de la SEP encargadas de los procesos de formación continua para fortalecer los apoyos que se les brindan a los docentes.
Cierre y conclusiones
Hay importantes avances en materia de Evaluación del Desempeño en un periodo muy corto, como los referentes de una buena práctica profesional (PPI) no sólo de los docentes, sino también del personal con funciones de dirección, supervisión y asesoría técnico-pedagógica. Con ello se espera fortalecer el funcionamiento de las escuelas en un marco de mayor autonomía.
También hay avances en el diseño y el desarrollo de los instrumentos de las evaluaciones del Servicio Profesional Docente (SPD) y en la logística de las aplicaciones.
El aprendizaje logrado en todos estos procesos, inéditos en la historia de la educación en México, ha hecho posible llevar a cabo sucesivos procesos de evaluación, generando conocimiento empírico valioso
El aprendizaje logrado en todos estos procesos, inéditos en la historia de la educación en México, ha hecho posible llevar a cabo sucesivos procesos de evaluación, generando conocimiento empírico valioso para proyectar lo que sigue en materia del SPD. No obstante, se requiere un esfuerzo conjunto y sostenido entre las instancias involucradas para mejorar y consolidar tanto los procesos de evaluación como los de formación inicial y continua, para lograr un avance realmente significativo en materia de desarrollo profesional docente.
Es necesario poner en práctica de forma más sistemática la vertiente colectiva tanto de evaluación interna como de formación en el servicio, lo que requiere fortalecer a las zonas escolares y a las escuelas. En la medida en que logremos promover la cultura de la evaluación mediante ejercicios de evaluación interna, estaremos en mejores condiciones para consolidar los procesos de evaluación externa de alto impacto establecidos en la Ley General del Servicio Profesional Docente (LGSPD).
Reforzar los mecanismos de comunicación con los docentes lograría mayores participación e involucramiento en las tareas de profesionalización del gremio. En la medida en que se incremente la participación informada de los docentes en los procesos tanto de formación como de evaluación de las prácticas docentes, estaremos en mejores condiciones para consolidar un proceso de mejora creíble y eficaz.
El texto fue tomado de la Revista RED del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación.
Referencias bibliográficas: