¡Ajuste, maestra Delfina!

La compleja realidad social demanda flexibilidad de pensamiento. Quien persista en mantener una posición inflexible ante una realidad tan cambiante y ...
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En los hechos, en el ciclo escolar 2019-2020 operaron a la par dos modelos educativos: el modelo de educación a la distancia; y el modelo virtual, por medio de la red de la Internet. Lo cual dio como resultado, un proceso diferenciado en los aprendizajes de los alumnos. Y ese proceso diferenciado se explica a partir de lo siguiente: en el modelo a la distancia –de la SEP- no se relacionaban los componentes fundamentales del proceso de enseñanza-aprendizaje: el alumno no tenía vinculación con el maestro titular, sólo mantenía vinculación –a través de la televisión- con un telemaestro. El cual exponía una clase grabada, pero no respondía pregunta alguna del alumno. Al final de la clase, se exponían un conjunto de interrogantes, las cuales eran resueltas por el alumno en casa. Y el ejercicio era enviado –como imagen- por parte del padre de familia –a través de WhatsApp- al maestro titular –en el caso de primaria- y este último emitía una evaluación al respecto. En ese marco, el proceso de enseñanza-aprendizaje estaba fracturado: ni el telemaestro tenía vinculación con el maestro titular, ni este último con el alumno –solamente con el padre de familia-. En ese sentido, el alumno no recibía retroalimentación alguna sobre su proceso de aprendizaje. Y el resultado final no era para nada favorable.

En el caso del modelo virtual –el cual operó fundamentalmente en las escuelas privadas y en el caso de las escuelas públicas donde los maestros y los alumnos tenían acceso a una computadora (o a un teléfono móvil) con Internet-, los niños tuvieron el acompañamiento del maestro titular. Y, además, tuvieron clases virtuales todos los días. A partir de esas diferencias sustantivas entre ambos modelos, un servidor señaló en su momento que estábamos en los prolegómenos de un apartheid educativo en México. ¿Por qué? Porque se estaba generando –en términos de aprendizajes- una brecha sustantiva en los alumnos. El modelo a la distancia de la SEP permitió mantener en pie el ciclo escolar 2019-2020; pero en ningún sentido garantizó los aprendizajes de los alumnos. Ahora bien, ese proceso de exclusión se podría agudizar si se presentaban tres condiciones: a) si la pandemia no amainaba; b) se profundizaba la educación virtual; y c) no se dotaba de Internet a las escuelas en las zonas de mayor rezago social.

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Las tres condiciones han persistido para este ciclo escolar. Y la alternativa –la única, de hecho-, para las autoridades educativas, fue declarar el regreso al modelo presencial. En esa declaratoria, se presentaron dos discursos diferenciados: uno, el discurso público, donde se indicaba que el regreso a las escuelas iba a ser un “regreso voluntario”, y para aquellos padres de familia que no querían enviar a sus hijos a las clases presenciales, tendrían a disposición las clases por televisión con el programa Aprende en Casa. Y dos, el discurso oficial –a través del Acuerdo 23/08/21– donde no se contempla el acompañamiento en el proceso de enseñanza-aprendizaje al alumno que no asistirá a la escuela, debido a que el maestro titular estará atendiendo a los niños en las clases presenciales.

Bajo esta condición, la atención de la SEP se centró en “forzar el regreso a las escuelas”, no en garantizar “los aprendizajes de los alumnos” bajo las condiciones que estamos viviendo en México. En ese sentido, la pregunta no era, ¿bajo qué condiciones regresamos a las clases presenciales?, sino ¿qué modelo educativo necesitamos para garantizar los aprendizajes esperados de los alumnos? Y ese modelo tenía que ver con las condiciones en las que se encuentra cada escuela en lo particular; esto es, se requería “flexibilidad”, no una “camisa de fuerzas”. Y al optarse por esta última, la pregunta obligada es la siguiente: ¿con el regreso al modelo presencial se garantizarán los aprendizajes esperados de (todos) los alumnos?

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¿Qué dice la evidencia empírica? De acuerdo con la propia titular de la SEP, Delfina Gómez, en el primer día de clases se presentaron 11 millones 426 mil 26 niños en educación básica. Cifra que corresponde solamente al 46 por ciento de la matrícula escolar. (Educación Futura, 31 de agosto del 2021). Otras fuentes señalan que, durante la primera semana de clases, más del 70 por ciento de la matrícula de los planteles no se presentó a clases (La Jornada, 4 de septiembre del 2021). Si esto es así, la pregunta es: ¿qué está ocurriendo con los niños que no están asistiendo a las clases presenciales? ¿Se les está dando seguimiento a su proceso de enseñanza-aprendizaje? Si la respuesta es “No”, entonces estamos ante un escenario grave. ¿Por qué? Porque se estaría replicando el problema del ciclo escolar anterior; esto es, se mantiene en pie el ciclo escolar, pero no se están garantizando los aprendizajes. Lo cual es una contradicción interna en el modelo educativo que se está planteando por parte de las autoridades educativas.

Aunado a lo anterior, se tienen dos problemas adicionales: en algunos estados ya se presentaron casos de contagios. En Tabasco se señala que se reportaron 58 niños positivos a Covid-19. (Profelandia, 5 de septiembre del 2021). Lo mismo se señala en el caso de Veracruz y Tabasco (Milenio, 2 de septiembre del 2021). Y en algunas escuelas –señala la prensa escrita- “se está destruyendo el buen ambiente y la colaboración que se tenía en las comunidades” (La Jornada, 4 de septiembre del 2021). ¿Por qué? Porque se está configurando un ambiente de crispación y confrontación entre las autoridades escolares en las escuelas, los docentes y los padres de familia debido al imperativo de la SEP de mantener “a chaleco” las clases presenciales.

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Ante escenario, ¿qué es lo que tendría que hacer la SEP? Desde nuestra perspectiva, ajustar las contradicciones internas que se están generando en el inicio del ciclo escolar. Si no se ajustan, el problema va a crecer como una bola de nieve. ¿En qué sentido? En dos sentidos: a) en lo educativo, si se persiste en apostarle por entero al modelo presencial, sin considerar el proceso de enseñanza-aprendizaje de los niños que no están asistiendo a las clases presenciales. Y en este caso, -y esto es importante, debido a que no apareció ni por asomo en las coordenadas de la SEP ni de la Secretaría de Salud- hay niños que no pueden asistir a la escuela por una cuestión imperativa: padecen una enfermedad crónico-degenerativa (diabetes o cáncer, por ejemplo). Y no se pueden arriesgar a contagiarse en un salón de clases. Los niños que están en esas condiciones –y a los que no- se les debe proporcionar educación. El Estado está obligado a ello. Y b) en materia sanitaria, si se persiste en mantener abiertas las escuelas a pesar de los contagios que se vayan a presentar entre el alumnado y el personal docente.

Termino con lo siguiente: se inició el ciclo con las debilidades estructurales que ya conocemos, no se prepararon con tiempo. Y aquí están las consecuencias. Sin embargo, se estará agravando la problemática si se mantiene una postura dogmática. Por ello, bien valdría decir a las autoridades educativas: ¡Por el bien de México y de los niños, ajusten! Y, sobre todo, ¡flexibilicen su posición! Si persisten en sostener una “postura terca” ante el problema, la realidad les va a explotar en las manos.

Y la flexibilización va en el sentido siguiente: permitan que las escuelas donde los padres de familia prefieran las clases en línea, se implemente un sistema de educación virtual. Y donde los padres de familia quieran llevar a sus hijos a la escuela, entonces que lo hagan. Garantizando, a su vez, el proceso de enseñanza-aprendizaje a los niños que van a tomar las clases a la distancia.

La compleja realidad social demanda flexibilidad de pensamiento. Quien persista en mantener una posición inflexible ante una realidad tan cambiante y compleja, va directo al abismo. Y en ese marco, quienes mayormente pierden son los niños. Y el golpe no se observará hoy, sino en los próximos años. Cuando esos niños lleguen a su condición de adultos, y pretendan integrarse al mercado laboral.

Flexibilidad de pensamiento, maestra Delfina, para que pueda hacer los ajustes necesarios. Millones de niños, de padres de familia y docentes se lo agradecerán. Si no, se lo van a demandar.

Fuentes documentales:

Educación Futura; (2021), “En primer día de clases no llegó el 54% de los alumnos de alumnos y no abrieron el 48% de las escuelas”. Recuperado de: http://www.educacionfutura.org/en-primer-dia-de-clases-no-llego-el-54-de-alumnos-y-no-abrieron-el-48-de-las-escuelas/?fbclid=IwAR0ALt0MdUH8OuIVxjLdX2Gc5Oah3hxXcgX1ehoLLIBzaG2VwvQtGv_KvyI

Ibarra López, Fidel; (2021), “La apuesta debe ser por la innovación y no por la camisa de fuerza”, Educación Futura. Recuperado de: https://www.educacionfutura.org/la-apuesta-debe-ser-por-la-innovacion-y-no-por-las-camisas-de-fuerza/

Milenio; (2021), “Reportan casos de Covid en escuelas, a cuatro días del regreso presencial a clases”. Recuperado de: https://www.milenio.com/politica/reportan-casos-covid-escuelas-4-iniciar-ciclo-escolar?fbclid=IwAR10vwLkypa2oDE8h8Te-QhDp0b32ARqRizI767CxCUMRjzN6h2b7EFBF2g

Profelandia; (2021), “Reportan 58 niños positivos a Covid-19 en las escuelas de Tabasco”. Recuperado de: https://profelandia.com/reportan-58-ninos-positivos-a-covid-19-en-escuelas-de-tabasco/

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