Una vacuna de refuerzo para el magisterio y un plan de vacunación para los alumnos

Es natural que, tanto el Gobierno Federal como la SEP, simulen datos y cifras con la finalidad de ofrecer una visión que indique que la crisis ...
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Han pasado siete semanas desde que varias escuelas abrieron sus puertas para iniciar el ciclo escolar 2021-2022 y, tal parece, que poco a poco se han ido normalizando y minimizando los contagios por el SARS-CoV-2, tanto de los trabajadores de la educación como de los alumnos que asisten a recibir sus clases de manera presencial, pero también, de los que aún se encuentran trabajando a la distancia.

Para el Gobierno Federal y la Secretaría de Educación Pública (SEP) todo marcha sobre ruedas; de hecho, en la más reciente aparición de la Secretaria de Educación, Delfina Gómez, en la conferencia de prensa del presidente, se informó que 1 millón 374 mil 230 trabajadores de la educación y más de 16 millones de estudiantes han regresado a sus aulas en 156 mil 24 planteles para llevar a cabo sus actividades de manera presencial (Boletín SEP No. 221, 2021). Sin embargo, desafortunadamente, no se ofrecieron datos recientes sobre la otra cara de la moneda, la del magisterio que se ha contagiado en las últimas semanas y, mucho menos, de los alumnos en esta misma circunstancia. La información que se tiene, o que se encuentra en la red, es de los primeros días del mes de septiembre en las que, como parece obvio, se minimizó el tema: “la SEP informó que se han detectado contagios de COVID-19 en 88 escuelas – de las 135,230 que ya abrieron –, a una semana de que inició el ciclo escolar 2021-2022” (Expansión política, 2021).

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Es natural que, tanto el Gobierno Federal como la SEP, simulen datos y cifras con la finalidad de ofrecer una visión que indique que la crisis generada por la pandemia ha sido superada en nuestro país; sin embargo, la realidad que cada día y semana se observa en cada uno de los planteles educativos, dista mucho de esa visión y de esos datos tan alegres que se difunden a través de diversos medios de comunicación o en la conferencia del presidente.

Quienes se encuentran en las escuelas y aulas en estos momentos, a diario se enteran de contagios de compañeros, amigos, vecinos, familiares y alumnos quienes, con sus propios medios, o a través de alguna instancia de salud, se realizan la prueba o se atienden medicamente. Cierto, la vacuna Cansino que se aplicó a todo el magisterio en este año, y otras que se aplicaron a ciertos sectores de la población, parecen haber aminorado los síntomas y secuelas de la enfermedad, pero eso no significa que, como tal, ya no represente un riesgo en la salud de la población vacunada.

Entonces, ¿el magisterio requiere de un refuerzo de la vacuna Cansino o de otra que, con base en criterios científicos, se le pueda aplicar para que siga desarrollando sus funciones en cada uno de los planteles escolares? Desde luego puesto que, de acuerdo al Dr. Adolfo Hernández, vocero de CansinoBIO para México, en agosto de este año afirmó que, si bien en cierto que la vacuna Cansino es de una sola dosis, eficaz y segura, los estudios realizados por esa farmacéutica indicaron que a los 6 meses requiere de un refuerzo (Torres, 2021). No obstante, como bien se sabe, esta vacuna no ha sido aprobada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) por cuestiones “administrativas”.

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Luego entonces, ¿se tiene que vacunar a los alumnos que acuden diariamente a las escuelas a recibir sus clases? Indudablemente, pero tal hecho, desde mi perspectiva, debe seguir esos criterios científicos basados en los estudios que se han realizado alrededor del mundo con la idea de asegurar el bienestar de éstos. Tema que, sin duda, en los últimos días ha generado una polémica importante en nuestro país, más de corte político que científico, lo cual es lamentable porque, independientemente de las filias y fobias de los diversos actores políticos, lo que está en juego no es un asunto menor: la vida de las personas.

Cierto, alrededor del mundo se han comenzado a vacunar a menores de edad; China, por ejemplo, aprobó la inoculación de niños a partir de los 3 años en junio pasado con las vacunas Sinovac y Sinopharm. Emiratos Árabes Unidos hizo lo propio en agosto. Estados Unidos y Canadá, en mayo, comenzaron a vacunar a niños a partir de los 12 años (BBC News Mundo, 2021). México, por su parte, ha dicho que en el primer trimestre del próximo año comenzará con este proceso. Y bueno, yo me quedo pensando en que es pertinente que los reguladores o la misma OMS revisen los datos clínicos disponibles para asegurar que la vacuna o vacunas que se les apliquen a los menores de edad, sean las mejores para evitar lo que sucedió con la vacuna que le fue aplicada a los trabajadores de la educación: que aún no cuenta con la aprobación de esa organización de la salud.

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En resumidas cuentas, espero que, al manifestar esta exigencia, la de un refuerzo u otra vacuna para al magisterio, no se piense que se tenga algo en contra del actual gobierno. Las escuelas abrieron sus puertas gracias a los padres de familia y a dicho magisterio pues, como se sabe (y no ha sido reconocido por este gobierno), el escaso presupuesto para la dotación de insumos y rehabilitación de espacios físicos escolares para prevenir posibles contagios corrió a cargo de estos actores y no de la autoridad educativa ni del régimen que ocupa su lugar en Palacio Nacional en estos momentos. Tampoco espero que, al exigir la aplicación de las mejores vacunas a los menores de edad, apegadas a estrictos estudios clínicos y científicos, se piense que se esté en contra del gobierno pues, quienes hemos conocido de algunos casos de menores de edad que se han contagiado por este virus, sabemos los estragos que causa en su salud y en la de sus familiares.

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