El sistema educativo en general carece de un mecanismo eficiente de seguimiento y supervisión que profundice en los principales problemas educativos. Durante muchos años se ha abusado de la simulación a grados desproporcionados solo con el propósito de justificar los gastos gubernamentales. Y no es tan necesario investigar en este tema que parece ser uno de los favoritos para enarbolarse como bandera en tiempos de campañas electorales; solo basta con mirar nuestro entorno, solo con apreciar lo precario del medio de desarrollo psico-social de la juventud mexicana puede entenderse el estancamiento crónico que vegeta día con día.
Hay un sin número evidente de docentes que han visto en la profesión pedagógica la manera de subsistir cual parasito inconsciente del daño que se causa a la “gallinita de los huevos de oro”; son esos maestros que solo asisten a sus centros de trabajo a improvisar, que no se ocupan en cultivar su intelecto con lectura apropiada, que contagian negatividad y cinismo con el argumento de que la culpa solo es del sistema (sin recordar que se es parte del mismo), son esas personas que han hecho de la arrogancia su más sobresaliente virtud. Con ese tipo de personas que no se responsabilizan por cumplir sus obligaciones se causa más rezago y desprestigio del que de por sí ya se tiene.
¿Cuántos directores sin grupo están al frente de centros de trabajo donde reina la holgazanería, la prepotencia y la desvergüenza sin siquiera aparentar medidas de corrección? ¿Cuántas supervisiones escolares piensan que su única labor es estar a día con la documentación requerida?
Muchos y muchas podría ser la respuesta más acertada, y más fácil y como sería premiar esas conductas con aplausos y lambisconería estúpida. Pero ya no son tiempos donde la inteligencia deba ocultarse. Es tiempo de romper el silencio dejando en evidencia a los malos funcionarios, a los chambones que hoy ocupan un cargo directivo solo por la barbería arrastrada durante muchos años. El respeto no es automático, se gana.
El desinterés es esa mentira que intenta convencer de que todos somos igual de irresponsables confundiendo al malo con el bueno… y aún hay mucha diferencia por mostrarse.
Mis saludos y respetos a quienes hoy no ganan concursos ni coleccionan reconocimientos pero con su esfuerzo y responsabilidad inspiran a hacer las cosas bien.