Quienes ejercemos el magisterio sabemos que sobre nuestros hombros están las esperanzas de tantas generaciones, que en un futuro no muy lejano, cargarán sobre los suyos los destinos de ésta nación.
Entendemos también que ser maestro no es una profesión más, sino que es, sin temor a equivocarme: un arte.
Además, tenemos claro que socialmente; la entrañable figura del maestro ha colapsado a grado tal que las mofas, el desprecio, la sátira, la ridiculización y hasta los insultos, son tan comunes que ya no nos extraña que a estas alturas, un maestro y un politiquillo de pacotilla sean uno y la misma cosa.
Ya lo dijo cierto remedo de “actriz” cuyo nombre no merece sea escrito en este artículo: “…ya es una ofensa decirle maestro a alguien en este país”.
Y no es que la muy taruga tenga razón, sino que su “razonamiento” (por así decirlo) ilustra con nitidez el desfiguro social que ingratamente se comete contra los maestros.
Digo, nos han dicho “güevones” por ejercer el derecho legítimo a la huelga.
Nos dicen “burros”, porque somos irremediablemente los culpables de los resultados de terror de las pruebas ENLACE y PISA.
Somos vándalos, pues así lo comunican a nivel nacional los gigantes de la televisión mexicana: Televisa y Tv Azteca.
Estamos reprobados, por el abultado número de resultados insuficientes en los concursos de plazas docentes.
Pero aún con el mal karma que nos cargamos, nuestro honrado trabajo, anónimo para muchos, ha construido los cimientos de éste País.
Nadie puede ufano decir que ha prescindido de un maestro.
Y es que, aún con la pasmosa adversidad que significa ser maestro en México, hemos educado (si educado); aunque no lo reconozcan quienes llenan su boca de improperios contra el magisterio.
Porque si por ejercer el derecho legítimo a la huelga somos “güevones” ó, “burros” por los resultados ENLACE y PISA, ¿cómo adjetivar entonces a flamantes senadores como el priísta Carlos Romero Deschamps o el notable “ecologísta” Jorge Emilio González mejor conocido como el “niño verde”?
Éstas dos venerables faunas tienen la fabulosa misión de levantar alegres sus manos desde el Congreso para seguir jodiéndose al País.
A éstos “patriotas”, dígame el lector si no es cierto que les ajusta de cuerpo entero eso de; “güevón” y “burro”
Sin embargo, tengo que citar al gran Germán Dehesa (QEPD): “éste sistema premia cada vez más a la idiotez y no suele ser justo con la inteligencia”
Así que maestro, en los albores de un 15 de mayo más, serás abrumado (otra vez) con ingeniosos y falsos discursos, con tardíos reconocimientos, con adulaciones y con un sin fin de gratitudes por tu noble labor.
Por favor, no te olvides que el día después de mañana, osea, tu cruda realidad, volverás a las cuatro paredes de tu salón de clases con tus niños, donde insisto, aún con la pasmosa adversidad, seguirás educando y construyendo éste País, aunque no te lo reconozcan.
De algo estoy seguro: estas orgulloso de ser maestro.