Una revista nacional (Nexos) publicó un análisis de la reforma educativa impulsada por el PRI 2012-2018. Como respuesta al análisis de la revista intervino Aurelio Nuño Mayer, ex titular de la SEP y defensor acérrimo de la reforma educativa. Como respuesta a Nuño quiero intervenir yo. Solamente me referiré a un párrafo porque el resto del texto de Nuño no tiene desperdicio (para ser descalificado). Sólo un párrafo y por ese párrafo el lector juzgará si tiene sentido analizar el resto (y no, no tiene sentido).
El primer párrafo que comentaré no parece haber sido escrito por Nuño, a quien le atribuyo gran inteligencia académica ya que carece, como todo el PRI 2012-2018, de cualquier asomo de inteligencia política. Explica el párrafo firmado por Nuño aludiendo al sistema educativo: “Además, muchos de los vicios y atrasos del sistema se agudizaban. Durante la primera década de este siglo el Estado mexicano perdió la rectoría en materia educativa”. Revisemos lo literal: que se perdió la rectoría del Estado en materia educativa “durante la primera década de este siglo”. Claramente el exsecretario falla. El Estado mexicano no perdió su rectoría durante los años 2001 a 2010, primera década de este siglo, en velada alusión a los expresidente Fox y Calderón, y a Elba Esther Gordillo.
Todo lo contrario: el Estado mexicano revolucionario pactó con los sindicatos y sus líderes canonjías varias a cambio del control político y electoral de los representados. Desde Carranza y la Casa del Obrero Mundial, y hasta Peña Nieto, Aurelio Nuño y Juan Díaz de la Torre (SNTE), hubo intercambio de beneficios entre Estado y sindicatos. En este último caso (Peña Nieto, Nuño, Juan Díaz), dinero a manos llenas, millones y millones de pesos al líder sindical para que golpeen (pregúntenme; bit.ly/2R3SHGt) a los trabajadores desalineados con el proyecto educativo en turno. No hay la tal pérdida de rectoría educativa “en la primera década del siglo”. Es falso.
El Estatuto de los Trabajadores al Servicio de los Poderes de la Unión, contempló en algún momento (e. gr., año 1941, art. 41), preferir en igualdad de condiciones a los veteranos de la Revolución y a los sobrevivientes de la invasión norteamericana de 1914; concesión corporativa. El relevo del Estatuto fue la actual Ley Federal de los Trabajadores al Servicio del Estado LFTSE publicada en diciembre de 1963. Este dato tiene que ver con el remedio de Nuño ante el problema que le narra a Nexos. Dice Nuño que la problemática educativa “implicaba una reorganización de la relación entre el magisterio y las autoridades para dejar atrás un sistema opaco y clientelar, eliminando prácticas inaceptables como la herencia y la venta de plazas”.
La venta de plazas se reprime administrativamente, o penalmente denunciando ante el Ministerio Público; él lo sabe. En cuanto a lo que algunos medios y analistas llaman la “herencia de plazas” es bueno recordar que esa es una etiqueta folklórica que se refiere a un derecho contemplado en el derecho positivo mexicano. Literal, un derecho que sigue escrito hasta hoy. A ese derecho escrito en la ley alguna gente ociosa, por pereza mental, le ha llamado “herencia de plazas”. Veamos:
El artículo 62 de la LFSTE de 1963 mantiene hasta hoy la verdad histórica que Aurelio Nuño no quiere ver. Por ese artículo se autoriza que “las plazas de última categoría de nueva creación o las disponibles en cada grupo, una vez corridos los escalafones respectivos con motivo de las vacantes que ocurrieren, y previo estudio realizado por el Titular de la Dependencia, tomando en cuenta la opinión del Sindicato, que justifique su ocupación, serán cubiertas en un 50% libremente por los Titulares y el restante 50% por los candidatos que proponga el Sindicato”.
Ese artículo y esa LFSTE fueron redactados por el Estado Mexicano mediante sus órganos autorizados en 1963, catorce años antes de que Nuño naciera en 1977. Por ella el Estado concesionaba el 50% de las plazas docentes al SNTE a cambio de control político en favor del voto corporativo por el PRI. Por eso mismo cuando salió a la luz la reforma educativa en 2013 fueron precisamente los líderes sindicales los primeros que reprimieron a los profesores que marchamos por calles y plazas protestando (pregúntenme de nuevo; bit.ly/2R3SHGt).
Dicen los defensores de la reforma educativa que a un aspirante a profesor le hacía falta ooooooootro examen (distinto al profesional) para el ingreso al servicio profesional docente. Es falso que se requiera. El mismo artículo 62 de la LFTSE exige que, necesariamente, “los aspirantes para ocupar las plazas vacantes deberán reunir los requisitos que para esos puestos, señala cada una de las Dependencias”. Además, los títulos y cédulas profesionales, validados por el Estado, no los expide el SNTE ni los profesores sino la SEP mediante una dirección general.
Es falsa la afirmación de Nuño Mayer porque el Estado mexicano no perdió su rectoría en la primera década del siglo XXI: el Estado concesionó franquicias en cada segmento de la vida nacional desde la Revolución, desde Venustiano Carranza, desde 1929 en que se fundó el PRI. Además, ¿un Estado puede perder la rectoría de algo? Hay teóricos que dicen que es imposible, que al Estado nadie escapa por la razón de que si hay un ente sobre el cual el Estado no pueda ejercer coerción entonces el Estado no es Estado. Podemos repasar a Hobbes, a Kelsen, a Schmitt. La afirmación de Nuño no se sostiene pero no es este el espacio para disputar sobre Teoría del Estado.
Leí este párrafo ya citado de la respuesta de Nuño a Nexos y paré la lectura. Si Nuño arranca su explicación con un razonamiento anómalo la lectura es prescindible. Hoy la reforma educativa también es prescindible. Se va junto con el INEE y la inicua evaluación docente que no observa en el aula. Desaparecerán, es lo justo, por el bien de nuestros niños y de nuestros jóvenes, por el bien del futuro de México, por el bien de todos. Incluso por el bien de Nuño y del PRI, pero para el PRI y la aspiración presidencial de Nuño esta justa medida política les llega demasiado tarde.