Regreso a clases presenciales: aprender a vivir con la incertidumbre

Son numerosas las historias de docentes haciendo hasta lo imposible por impartir sus clases, aun sin la experiencia tecnológica...
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Es una realidad, por fin regresaremos a clases el 30 de agosto. “Llueva, truene o relampaguee” en palabras del presidente. Bueno, eso es lo que se sabe hasta el momento y en el preciso instante en el que me encuentro redactando este artículo, exactamente a las 10:48 pm. Porque lo cierto es que nada es seguro hoy en día. Todo podría cambiar mañana, y después habría nuevos cambios la siguiente semana. Hace apenas un mes el semáforo debía estar en verde para que el regreso a clases fuera posible, ahora podremos regresar en rojo, según la Secretaría de Salud. Podrán decir misa, pero nadie esperaba una pandemia de la magnitud de la que tenemos actualmente sobre nuestros hombros. Nadie esperaba que las vidas de nuestros seres queridos se esfumaran así nomas porque un bichito saltó de un murciélago a un pangolín y después al ser humano. Y así es la vida, un azar que no se agota, y curiosamente, en la educación, así son nuestras clases, microuniversos en los que sucede de todo y en los que incluso la planeación mejor desarrollada fracasa ante la inminencia del golpe de dados.

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 ¡Nada es para siempre! Y la Secretaría de Educación debería tomar nota, puesto que el Sistema Educativo Mexicano también necesita de la 4rta transformación, y la pandemia solo vino a desnudar lo que los maestros ya sabíamos desde muchos años atrás, que nuestro Sistema Educativo ya no aguanta seguir así, y que, en términos freirianos, necesita transformarse. Pretenden, no sé si por genuina ignorancia o por manos moviendo los hilos desde instancias corporativas transatlánticas, dejar la educación mexicana así como está, como si el mundo poscovid fuera el mismo, y simplemente no es así. Duele decirlo, pero todo ha cambiado, y no es sano negar constantemente la nueva realidad, nuestra realidad. Y seguirá cambiando vertiginosamente, pues la ciencia ha revelado que nuevas pandemias surgirán y la humanidad necesita estar preparada para futuros escenarios pandémicos. Debemos aprender a vivir con la incertidumbre, al igual que hacemos en el aula y frente a grupo. Los maestros fuimos preparados para ello, y seguramente afrontaremos el reto del regreso a clases, aunque las condiciones sean adversas. Lo hemos hecho siempre.

Las crisis sacan a flote lo mejor y lo peor de la humanidad, y son oportunidades de cambio. Esta pandemia ha puesto en evidencia la fortaleza del magisterio. Son numerosas las historias de docentes haciendo hasta lo imposible por impartir sus clases, aun sin la experiencia tecnológica, y a pesar de carecer de la formación didáctica en modalidad de clases en línea, puesto que no estábamos preparados para tal empresa, es decir, para mudarnos a la virtualidad educativa. Lo hemos superado con dificultades, es cierto. Y como magisterio nos hemos fortalecido, a pesar del SNTE. Que las practicas docentes cambiarán de aquí en adelante, ya es un hecho, o debería de serlo. Y el futuro está en la hasta ahora denominada educación híbrida, modalidad que combina lo presencial y lo virtual, alternándolos según sean las condiciones epidémicas ¿Ha funcionado en otros países? Sí ¿Funcionará en México? Dependerá, y debo decirlo, de que nuestras autoridades escuchen a los docentes, de que haya debate y discusión en materia educativa, de que surjan propuestas en ambos lados, de que exista cobertura nacional de internet en todas las escuelas, de que haya luz y agua en cada escuela del país, es decir, de que nuestro México sea otro distinto al que nos legaron gobiernos anteriores, porque me temo que, de no ser así, poco se podrá hacer. Sinceramente no quiero ni pensar en 6 años más de simulación educativa.

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 Ojalá me equivoque con respecto a la verticalidad de comunicados que hemos visto hasta la fecha y podamos presenciar en las próximas semanas asambleas a nivel nacional en las que se puedan debatir abiertamente los problemas educativos que aquejan a México. Lo deseo en verdad. Ojalá el presidente escuche las voces disidentes y críticas, pero sabias de los maestros y especialistas en materia pedagógica, que no son las de sus adversarios, sino las de muchos que desean caminar a su lado en la transformación educativa que requiere y suplica nuestro país. Pues no es solo regresar y ya, y hacer como si nada hubiera pasado; repito, hace falta la construcción de un compromiso educativo en serio que emane desde el gobierno y que incluya al resto de la población, ya que, si se pretende revalorizar la tarea del docente, y me atrevería a decir, revalorizar la educación en consecuencia, pues se les debería de escuchar a los que la han cargado en hombros durante largo tiempo.

 El diálogo siempre será nuestro mejor aliado, tanto en el aula como en la vida. Y dialogando todos los actores de la educación, autoridades, padres de familia, docentes, alumnos, administrativos, y sociedad en general, solo así, quizá podamos afrontar al monstruo de la incertidumbre. Tengo esperanza, al igual que el maestro Freire, quien por cierto cumple su centenario en septiembre, de que la educación es capaz de conseguir cambios significativos en los educandos y, por tanto, en la sociedad. Y estoy consciente de que la educación quizá no lo pueda todo, pero algo puede. Y ese algo es Esperanza.

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