Reglas nuevas, problemas viejos

Tenemos reglas nuevas y los viejos problemas para operar LEEN. Vamos otra vez, a ver si entran en razón y se suman a pensar en vidas y no en cemento.
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El 2 de mayo, en la edición vespertina, apareció en el Diario Oficial de la Federación el acuerdo de la SEP por el cual se modifican las Reglas de Operación de La Escuela es Nuestra (LEEN). En las semanas anteriores se fue conformando una amplia red de resistencia: organizaciones y activistas, directores y familias, y uno que otro funcionario estatal fueron cuestionando el atraco que representó la primera intentona, en febrero, de eliminar del todo la jornada ampliada y alimentación en las escuelas, en el esquema que antes tuvo el nombre de Escuelas de Tiempo Completo.

No sólo no hubo reconocimiento público del despropósito, ni contrición alguna. En su mejor versión, el Presidente y la secretaria decían que estaban estudiando cómo incorporar esos factores, pero -ahora sí- bien. En los peores días, mezclaban realidad y ficción, hacían una ensalada de explicaciones sin sustento, y de pasada insistían en que el corte había sido una purga muy necesaria, por la corrupción de la intermediación.

Otro día volveré a ese argumento esgrimido desde el Ejecutivo, que no por favorito y frecuente alcanza a condensar un poquito de honestidad y consistencia. Si les consta que hubo antes desfalco, como se dice también desde esa sede, entonces que denuncien. Se hace cómplice quien detecta un desvío, como servidor público, y no interpone una denuncia. Si se robaron dinero de la alimentación o que correspondía a los apoyos a los maestros, ya se tardaron para proceder.

Pero en el colmo de la incongruencia, a pesar de las quejas de las comunidades escolares sobre cómo algunos funcionarios de Bienestar han aprovechado a su favor o de sus amigos y familiares los recursos para mejoramiento de infraestructura, se inserta la alimentación y la jornada ampliada en un programa cuyo gran monto y breve trayectoria lo hace candidato a muy bajas calificaciones del Coneval.

La historia es sencilla: se quiso fondear un nuevo proyecto sin otorgarle recursos frescos, para no salirse de la disciplina de ‘austeridad’ forzada, y al nuevo programota de autoconstrucción se le dio espacio financiero por el expediente de engullir dinero público de otros rubros, mandando dinero de las y los mexicanos que estaba en un programa consolidado, y evaluado extensamente en positivo, al peligroso experimento de la ocurrencia. En 2021 se sumó a regañadientes, y ya para el inicio de 2022 se quiso dejar un programa sólo de infraestructura.

Han quedado bien documentados los efectos positivos en permanencia, logro de aprendizaje, nutrición y cierre de brechas entre escuelas y entre estudiantes que ha tenido la ampliación de la jornada. También que extender el horario conlleva factores de consolidación de la participación de la comunidad, una mayor de identificación de familias y docentes, tiene un gran efecto de equidad de género en las familias, facilita el arraigo de maestras y maestros en las comunidades que sirven, e incluso favorece la consolidación administrativa cuando se aprovecha y transparenta la doble plaza de maestros.

Originalmente, LEEN es una estrategia de ampliación de trabajo no calificado para facilitar la reactivación económica; eso es válido como objetivo, pero lo que es cuestionable es que se pretenda ejecutar en contra de la lógica educativa y en contra de los derechos concretos de niñas y niños. La alimentación y la jornada son inversiones en ellas y ellos mismos, en su persona; en cambio, es adultocéntrico el enfoque de LEEN, que con este cambio se hizo un ‘programa para adultos’ aún más de lo que ya lo era cuando sólo se ocupaba para patios y baños.

Las Reglas de Operación vigentes, emitidas por acuerdo secretarial publicado el 2 de mayo, no acaban de asegurar el rescate de los derechos que ya se ejercían; tienen el potencial de acelerar la desigualdad; son inequitativas y discriminatorias; son centralistas y responden a un enfoque asistencialista autoritario; favorecen la opacidad y la captura.

Son, en suma, una corrección frágil e inmadura de un despojo y desmantelamiento que no se pudo consumar porque la sociedad se interpuso y se activó como resistencia legítima. Se activó en la forma de quejas ante la CNDH, de amparos por escuelas, del pronunciamiento de las 32 comisiones, y la Nacional, de derechos humanos, y desde los litigios que mencioné. Tenemos ahora reglas nuevas y los viejos problemas. Se requiere ahora de un nuevo ciclo de activación para proteger los derechos de niñas y niños, especialmente de las primeras. Vamos otra vez, a ver si entran en razón y se suman a pensar en vidas y no en cemento.

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