“Casi toda educación tiene un móvil político: se propone fortalecer a algún grupo, nacional, religioso o social en la competencia con otros grupos. Es éste móvil el que principalmente determina qué materias se enseñan, qué conocimiento se ofrece y qué conocimiento se oculta, y que determina además qué hábitos mentales se espera que los pupilos cultiven. Prácticamente nada se hace en función del desarrollo interior de la mente y del espíritu; en efecto, quienes han recibido más educación han sufrido a menudo una atrofia mental y espiritual”.
Bertrand Russel.
Retomando las palabras que dan inicio a este texto, es interesante hacer un análisis de las diferentes fuerzas que entran en juego una vez que algún grupo político triunfa en términos electorales. Las visiones que a partir de ese momento impregnarán la propuesta educativa iniciarán un peregrinar a través de vericuetos retorcidos en una especie de laberinto con múltiples salidas, cada grupo intentará hacer prevalecer su postura de lo que debe de hacerse. Muchos lo harán con fines ideológicos, otros más con fines lucrativos y solamente algunos intentarán hacer valer una visión realista y sobre todo humanista de la educación. Al final del laberinto saldrá un remedo parecido a un borrador tachado por todos lados, corregido y aumentado para algunos, disminuido para otros.
Las concertaciones y los cabildeos entre los diferentes grupos políticos casi siempre ocultan intereses ocultos, cada grupo obedece a diferentes intereses, por un lado están los representantes de las cámaras (diputados y senadores) quienes a su vez obedecen indicaciones de sus fracciones parlamentarias, de sus corrientes ideológicas partidistas y de los acuerdos que se lleguen a tomar entre dichas fracciones. Por otro lado, están los empresarios que a través de organizaciones de la sociedad civil impulsan sus propuestas con sus aliados en los partidos, la educación es un negocio lucrativo para ellos y los espacios ganados por este sector, serán defendidos con argumentos sacados de lo mejor de la investigación educativa, usados hábilmente para sustentar la fortaleza de su “visión”.
Así mismo, están también los sindicatos que casi siempre buscan la forma de acomodarse a los tiempos, practican una especie de relativismo moral, van hacía donde el viento sople. No así las corrientes al interior, que nunca están de acuerdo con las decisiones que toman sus dirigencias formales, porque desde hace mucho, las dirigencias formales no defienden los derechos de los trabajadores, solamente defienden sus intereses de grupo. Sin embargo, en ambos casos, a fuerza de ser sinceros se defienden intereses sí, aunque de diferentes grupos.
Finalmente inciden en menor medida las agrupaciones civiles de maestros, así como algunos miles de docentes que participan cada que pueden, en foros de consulta, foros educativos, los hay que hacen investigación educativa, hay algunos opinologos de escritorio, periodistas especializados, y uno que otro maestro frente a grupo.
En resumen, es más o menos de esta manera que las reformas educativas tienen en el fondo y en la forma un móvil político, nada más añadiríamos a lo anterior, un tonelaje especifico de presión por parte de la OCDE, otro tanto del ranking mundial de PISA y una pizca de parámetros y estándares internacionales que en términos llanos, significan mucho dinero al país, dependiendo de si el gobierno en turno atiende las directrices que sugieren dichos organismos internacionales o no.
Pareciera que todos quieren lo mismo, jalar agua para su molino, o por lo menos que el agua no deje de llegarles como les ha llegado hasta la fecha, todos los actores políticos relevantes intervienen con distintas estrategias, cada uno tiene su manera de hacer valer sus propuestas y sus demandas, finalmente es el juego político, las reglas son tan añejas como sus métodos y trascienden al tiempo y a las personas, nos guste o no.
Mientras eso ocurre en la esfera pública, nuestros sistema político sigue avanzando, sin detenerse, así como nuestros 35 millones de alumnos, nuestras 300 mil escuelas, nuestros cerca de 2 millones de maestros, y una enorme cantidad de padres de familia inciden en la escuela mexicana, somos alrededor del 30 % de la población total los que participamos en el quinto sistema educativo más grande del mundo. Las inercias cotidianas, el trajín diario apenas y nos da tiempo de observar lo que sucede, la escuela no puede darse el lujo de detenerse. Otros son los que discuten y deciden, desde las gradas y de lejos compramos palomitas y leemos lo que podemos, el sistema educativo como la política, trasciende actores políticos, autoridades educativas e incluso reformas educativas, pase lo que pase siempre habrá un maestro, si no es usted, ni yo, habrá otro por encima de cualquier situación, de eso puede estar seguro. De cualquier manera ¡feliz reforma educativa maestros! Una más, una menos.
Soy Jorge Isaac Alvarado Alcocer.- esta es mi reflexión desde el aula.