Si no esperas lo inesperado, no lo encontrarás, pues es difícil de escudriñar y de alcanzar.… Heráclito
Muchas son las aristas que deben de visualizarse para poder imaginar una reactivación de nuestra vida en esta recién nombrada “nueva normalidad” en la que, se quiera o no, habremos de regresar luego de un tiempo en el que el mundo redujo fuertemente el ritmo de prácticamente todas las economías, con los consiguientes costes que habrán de asumirse a manera de recesión, en donde se habla, de la más grande crisis a nivel mundial desde 1929.
En este mundo, la educación, se ha sumergido en una nueva realidad en la que las condiciones para su desarrollo han cambiado de manera radical prácticamente desde cualquier punto de vista, por ello, si en realidad deseamos asumir con responsabilidad el futuro inminente que está a la vista, debemos también de imaginar de manera diferente lo que hemos hecho hasta ahora.
En este sentido, sería no solamente inútil sino sumamente peligroso por no decir hasta suicida, el seguir buscando respuestas nuevas con preguntas viejas, de ahí la frase de Heráclito de Éfeso con la que inicia esta aportación, y que nos permite buscar nuevas categorías de análisis del contexto que viene, en el marco de una nueva realidad, porque la que teníamos, es claro que ya no existe.
Por ello, y en el animo de sumar en la construcción de las ideas que puedan llegar a provocar una reflexión colectiva que vaya más allá de buscar encontrar soluciones mágicas como el esperar que la autoridad resuelva y provea lo necesario cuando estamos ciertos que jamás ha sido así, y buscar entonces orientar la discusión hacia una articulación de una respuesta que permita entendernos como sociedad y como pluralidad de opiniones hacia un objetivo común: nuestras niñas, niños, adolescentes y jóvenes.
Se cuenta, como marco para la actuación de las comunidades escolares, lo establecido por la autoridad educativa federal, quien ha establecido a fines del mes pasado, un protocolo para el regreso a clases, el cual se incluye, entre otras cosas, los tres filtros (casa, escuela y aula), el uso del cubre bocas, la comunicación de la familia, la sana distancia, el cuidado de toda la comunidad, el acceso a jabón y agua, las salidas escalonadas al recreo, la suspensión de todo tipo de ceremonias o reuniones, la detección temprana, así como las clases escalonadas en función del apellido.
Me parece que, a reserva de lo que establezca en cada establecimiento educativo el Comité Participativo de Salud Escolar, y en el reconocimiento de que la emergencia sanitaria ha visibilizado las grandes brechas del sistema, si hay que privilegiar a algún sector en el regreso a las clases presenciales, debe ser aquel que ha tenido menos acceso a la educación a distancia, así como quienes se encuentran en mayor rezago, es decir, aquellas niñas, niños, adolescentes y jóvenes que presenten mayores problemas en cuanto al cumplimiento de su derecho a la educación y, por otra parte, empezar a pensar en la forma de retribuir y amortiguar el exceso de trabajo que todo ello ha provocado en el personal docente a lo largo y ancho de nuestro país.