Si me encierran, me sacan
Si me matan, me entierran
¿Cuál es la bronca, pues?
Rubicel E. Ruiz Gamboa
La historia es uno de los elementos más relevantes de la conciencia humana, más cuando a esta se le retoma para la creación de espacios sociales más plurales y democráticos en la toma de decisiones. El maestro Pablo Latapí Sarré, durante su alocución en la entrega del Doctorado Honoris Causa que le confirió la Universidad de Colima, enfantizó la necesidad de educar para la libertad social y responsable como eje fundamental para alcanzar su calidad. De esta manera, los objetivos relacionados con el desarrollo de la capacidad crítica en los mexicanos, debieran ser el común denominador en el diseño del Proyecto de País, así como sustento en las acciones de nuestro Sistema Educativo Nacional (SEN).
La buena educación, según el Mtro. Latapí Sarre, debe estar sustentada en cuatro pilares fundamentales: el carácter; la inteligencia; los sentimientos; y como ya se mencionó; la libertad. En su conjunto, estos elementos son la oportunidad de reducir las brechas en cuanto desigualdad social, de otorgar voz y voto a los más desfavorecidos; en palabras de Paulo Freire, estos criterios de la buena educación definen el origen de la emancipación de las clases oprimidas para pensar en una verdadera justicia social; sin embargo, estas ideas generan, por lo menos, dos preguntas de primera mano: ¿es posible pensar en la educación mexicana como mecanismo emancipador?; si fuera esto posible, ¿cómo la educación y los docentes pueden pensar y trasladar estos principios y objetivos de la buena educación en el devenir de su práctica cotidiana?
En alusión a la primera pregunta, se puede decir que si es posible pensar en la educación nacional como mecanismo emancipador, siempre que los actores principales del SEN visualicen objetivos más ambiciosos que la mera transmisión de la cultura de unos a otros (Durkheim); es decir, pensar en la educación como un medio para la toma de conciencia sobre la realidad social —y sus respectivos problemas— que aquejan día con día a la población en situación de riesgo, así como creadora de escenarios de discusión para la mejora o solución de las necesidades y demandas que le devienen: hay que pensar en una educación para la emancipación. Este proyecto educativo sostiene la necesidad de abolir el analfabetismo, porque de esto se alimentan las relaciones asimétricas de poder y dominación, a través de un discurso que legitima a unos como autoridad en un tiempo y espacio determinado, y hace acatarlo a otros por desconocimiento.
En cuanto a la segunda pregunta, todo docente lo puede hacer, solo se necesita pensarlo y actuar. Tal es el caso de Rubicel Einsten Ruiz Gamboa, docente de educación básica rural chiapaneco que desde muy niño demostró elocuencia, valentía y encono hacia las causas injustas. Orador y poeta, maestro por convicción, recorrió Chiapas entero educando a sus alumnos, y a todo aquel interesado en aprender, bajo los preceptos del derecho, la justicia y la equidad social. Nunca fue ajeno a los problemas que aquejaron a la entidad federativa; por eso, defendió y peleó desde antes del levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), por el reconocimiento de los pueblos indígenas ante la sociedad, por el respeto a sus tierras, único sustento de las familias; por los derechos educativos y humanos.
El Prof. Ruiz Gamboa sembró la simiente de la libertad y la abolición de los obstáculos sociales y políticos que a estos grupos en situación de riesgo les fueron asignados por tantos años. Con sus férreos ideales alineados a sus grandes pensadores y libertadores latinoamericanos (Ernesto Che Guevara, José Martí y Emiliano Zapata, por citar algunos), fue desarrollando un trabajo docente sui géneris en el devenir de su labor profesional. Siempre buscó sustentar los contenidos académicos a partir del pensamiento crítico de la realidad social afín a sus estudiantes (que casi siempre fueron de comunidades rurales). Rubicel Ruiz Gamboa decía: “si la educación no sirve para emancipar al pueblo, entonces ¿de qué le sirve un profesional sometido a nuestra sociedad?”, y con esto como lema magisterial, logró arrancar la venda de los ojos de muchos niños, madres y padres de familia para levantarse en franca protesta ante el caciquismo al que eran sojuzgados.
Tal y como lo expresa el Profesor Ricardo (en Camacho Velázquez, 2008, p. 143), “era un hombre sencillo, de campo, un típico maestro rural que hacía suyos los problemas de las comunidades y de los ejidos en los que le tocó trabajar …”, el Prof. Siempre buscó que la docencia en escuelas rurales fuera más allá de la señera necesidad por enseñar a leer y a escribir a la población (como muchas veces pasa, en el mejor de los casos), sino que hubiera la oportunidad de abrir en el contexto escolar, espacios de diálogo y lucha por los derechos perdidos por estas comunidades. Tal fue la injerencia y devoción de los pueblos que lo nombraron su ‘líder natural’ cuando se funda en 1995 la Organización Campesina Independiente de Villacorzo (OCIV), cuyo objetivo fue “luchar por la tierra, por los proyectos productivos, por los recursos, pero también por la igualdad de género, por la democracia y por la dignidad” (discurso del Prof. Rubicel Ruiz Gamboa en junio de 1995). Estas intenciones nacieron y se consolidaron en cada lección y actividad que se desarrollaba en las aulas de clases, en cada mítin, en cada evento académico donde participó Rubicel Ruiz Gamboa. Sin denominarla así, defendía la idea de que la educación emancipadora era la única forma de resacir las desigualdades sociales que aquejaban a Chiapas y al país. Comprendió que la educación emancipadora debe contribuir a la liberación de los sujetos, así como a la erradicación de toda forma de dominación intelectual y social de los más favorecidos hacia los menos. La búsqueda por abrir más y mejores escuelas rurales, la exigencia del respeto a los derechos humanos de su gente, y la inquebrantable lucha contra el poder, hizo del Prof. Ruiz Gamboa un ejemplo de docente comprometido con las causas justas y sus ideales.
Como se mencionó al principio, la historia es elemento fundamental en la toma de conciencia, siempre que no se relegue al olvido. Ante esta situación, sirva el presente texto para conmemorar el vigésimo segundo aniversario luctuoso de un maestro que luchó por la reivindicación de los grupos indígenas y las comunidades rurales en Chiapas; por emancipar a través de la educación a toda población dominada por el miedo y el analfabetismo; por creer en nuevos y mejores espacios sociales donde la equidad y la justicia fueran los comunes denominadores: proyectos de vida que peleó hasta su muerte.
- Referencias
Camacho Velázquez, D. (2008). La lucha sigue y sigue. Organización popular en la Frailesca. México: Universidad Nacional Autónoma de México.