Hace un par de semanas, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), presentó los resultados del estudio sobre la medición de la pobreza 2008 – 2018, el cual presenta una radiografía importante para ser tomada en consideración para el análisis desde muy diversos puntos de vista, en este caso, el educativo.
Con este informe, es la primera vez que el estado mexicano, puede monitorear sus acciones en materia de desarrollo social y con ello, tener la posibilidad de reorientar sus políticas públicas y ver si sus acciones en la materia han tenido resultados positivos o negativos concretos.
A grandes rasgos, el informe destaca que el número de personas en situación de pobreza pasó de 49.5 a 52.4 millones de personas y, en el caso de personas en situación de pobreza extrema, el número pasó de 12.3 a 9.3 millones de personas entre 2008 y 2018, sin embargo, si bien en estos 10 años se ha reducido la brecha de pobreza entre las zonas rurales y urbanas, la pobreza en 2018 en zonas rurales aún sigue siendo mayor: 55.3% comparado con 37.6% en las zonas urbanas.
Más allá de los números anteriores, un aspecto fundamental para el futuro de nuestro país como son las niñas y los niños, los resultados no son más alentadores, pues en 2008 el porcentaje en situación de pobreza era del 53.3%, para pasar, 10 años después a un 49.6%, con el logro de apenas 3.7% en una década, lo que nos muestra que, de seguir el mismo camino, nos llevaría más o menos 10 décadas (100 años) reducir de manera importante la brecha de la pobreza infantil.
Las casi un cuarto de millón de escuelas que se encuentran a lo largo y ancho del territorio nacional, son una muestra fiel de las carencias de los hogares que las alimentan, por lo que el trabajo de los maestros y de las maestras mexicanas resulta por demás importante para tratar de sacar adelante una labor tan importante como la educativa, aun y con dichas condiciones.
Los números no mienten y el camino que se tiene desde hace diez años, que a su vez es el mismo que se ha llevado a cabo en nuestro país los últimos 30 años, no es el adecuado para continuar para la tarea de mejorar nuestro país y se requiere de una política económica radicalmente distinta que permita, asumiendo igualmente a la educación desde un enfoque completamente diferente, para ver si se tiene, en el mediano y largo plazo una situación al menos mejor que el lamentable y poco productivo último tercio de siglo que le antecede.
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