Renunció Aurelio Nuño Mayer a la Secretaría de Educación Pública (SEP) para dedicarse a otras cosas más importantes que la implementación de la reforma educativa.
En su mensaje de despedida ante trabajadores de la SEP, Nuño Mayer reveló que aceptó la invitación de «su amigo Pepe Toño» para coordinar la campaña del PRI a la Presidencia de la República.
Es decir, Nuño se va a hacer lo que mejor sabe: grilla.
Así lo demostró a su paso por la SEP, en donde aprovechando sus visitas escolares de cada semana, hizo de las escuelas su templete político, y de los padres, maestros y niños, su público favorito.
Nuño desde las escuelas públicas tiró lodo a la CNTE, justificó el despidos de maestros que no se evaluaron, amenazó con aplicar la ley, presumió cifras alegres de maestros evaluados y «trajes a la medida», anunció incrementos salariales y créditos preferenciales para maestros destacados, garantizó eliminar la burocracia que hostiga al magisterio, prometió escuelas de verano, un calendario escolar flexible.
Hizo del Nuevo Modelo Educativo su principal discurso para hacer de México una potencia mundial, con inglés en las escuelas, maestros bilingües desde las Normales.
Dio cátedra de la nueva forma de enseñanza en la escuelas ya que ahora los niños van a «aprender a aprender».
Se lanzó contra los doce años del panismo que entregó la rectoría de la educación a la perversa Elba Esther y, comparó cifras de inversión educativa, en donde orgulloso presumió que el actual Gobierno Federal tuvo el acierto de destinar una inversión sin precedentes en infraestructura (como si debiéramos agradecer este «gesto» de bondad escolar).
Pero sobre todo, Nuño se dio tiempo para grillar en las escuelas públicas contra el adversario número uno de la estabilidad y paz del País: Andrés Manuel López Obrador.
Y pese a que dijo que estaría cerca de los maestros para escuchar sus necesidades, no recuerdo tanto repudio y encono del magisterio hacia un Secretario de Educación.
Se trata de un personaje carente de toda simpatía con los maestros que al amparo de la ley, buscó a costa de lo que fuera implementar una reforma que nunca fue con los maestros.
Desde su ascenso a la SEP hizo más profunda la brecha del entendimiento con los maestros disidentes que guste o no, son parte del sistema educativo nacional.
Por el contrario, Nuño se comportó como un provocador profesional al condicionar el diálogo con la disidencia magisterial «sólo para analizar la implementación de la reforma educativa».
Tensó la liga a grado tal que 11 muertos en Nochixtlán, Oaxaca, son consecuencia de su imprudencia, insensibilidad y soberbia.
Y por este doloroso hecho de muerte, Nuño no tuvo la vergüenza para renunciar a la SEP. No cuando su principal ambición era la candidatura del PRI a la Presidencia de la República.
En fin, Nuño se va a cosas más importantes que la reforma educativa o la reconstrucción de escuelas tras los sismos de septiembre.
A la grilla con su amigo «Pepe Toño» y con la misión de retener la Presidencia de la República para el PRI, teniendo como carta de recomendación este sexenio de pasmosa corrupción con Peña Nieto a la cabeza.
