Al momento de vivir la pandemia, lo que hemos constatado es que la educación ha buscado encontrar otras formas de vivir, de relacionarse, de construir, de establecer mecanismos que lleven al ser humano a posicionarse como seres pensantes, como seres que construyan y que diseñen soluciones, pensando en el conjunto de habilidades que son requeridas por nuestras macroeconomías y sus necesidades, una de esas formas es el uso del ciberespacio. Sin embargo, esta creatividad que ha impulsado la educación a migrar a lo virtual frente a la contingencia, ha generado resistencias, aquellas que son ocultas y que son matizadas por visiones adultocéntricas, propias de un contexto social como el nuestro. Nos referimos a las resistencias de la juventud por la invasión del mundo adulto al ciberespacio.
El boom de la educación virtual surgió como una medida emergente y alternativa para enfrentar el aislamiento que garantizará el proceso de formación social en pro de la continuidad, de lograr avanzar en la educación así como en la formación profesional y de posgrado, sin embargo, pronto esta formación se volvió invasiva ingresando a todos los medios existente pues las instituciones buscaban ofrecer alternativas para el aprendizaje o en su caso aprovechar la tendencia de la virtualidad para posicionarse.
En todas las redes sociales conocidas por el contexto adulto se bombardeó a los estudiantes para asegurar el continuum del sistema; por Facebook, Instagram, WhatsApp, correos, YouTube y todas aquellas formas por las que se tenía conocimiento de que los jóvenes interactuaban se pudo observar este fenómeno. Si bien las instituciones buscaban garantizar el proceso de formación cívico-técnico, hubo quienes recibieron con gusto estás iniciativas, pero también aparecieron facciones que entendieron esta acción como invasión, generando con ello discursos o conductas que expresaban estas resistencias.
Algunas formas de estas resistencias fueron migrar hacia otras redes sociales, con lo cual aseguraban “territorios vírgenes” para establecer comunicación, otros emplearon microblogs que no fueron penetrados por el mundo adulto, a través de los cuales extendieron sus inconformidades comunicando su sentir por el éxodo del mundo hacia el ciberespacio.
Hubo otros que pudieron establecer acciones concretas frente al abrumante mundo de la comunicación virtual del Home Learning, como esperar la debilidad del internet, la caída de la página, la indiferencia ante pedagogías no conocedoras del contexto tecnológico; ejemplo de ello fueron las sesiones síncronas que se convirtieron en momentos para intercambiar por medio del chat temas que no fueran de la clase, las bromas por medio de estas sesiones, así como la interferencia del sonido del ambiente, son algunas expresiones de resistencia que han creado los jóvenes.
Estas resistencias son naturales, si se considera la brecha que ha existido por la juventud respecto del mundo adulto. Aquí hago un alto para recordar que la “juventud” es un fenómeno relativamente nuevo, pues de acuerdo a Carles Feixa el concepto de juventud se iniciaría especialmente en las sociedades modernas, pues previo a estos, eran usados otros conceptos para referirnos a esta condición experiencial. Desde la microsociología estos discursos ocultos nos ayudan a comprender cuáles son las expectativas que se deben de considerar al momento de establecer la digitalización o la promoción de la educación virtual como canon durante los próximos años.
Algo que debemos tener claro desde el punto de vista de los estudios de la juventud es que la migración masiva hacia lo digital, no nos otorga la posibilidad de pensarnos más cerca de la juventud, sino que, al ser un proceso invasivo, lo que origino fueron nuevas formas de experienciar la realidad sin que mediara el ojo adulto, desarrollando una brecha más profunda. Es decir, la juventud ha encontrado formas de expresarse y garantizar su proceso de aprendizaje horizontal de maneras que excluyan la escolarización de la socialización del mundo adulto.
El reto que se tiene para quienes participamos en la educación, es comprender que los procesos de construcción identitarios de la juventud, no van de la mano del proceso de institucionalización, ello se debe a que siempre ha existido una brecha importante entre la educación y la juventud, pues uno de los factores es que la formación de nuestros estudiantes se da por profesores que fueron formados con principios de otras épocas, otro factor es la estética que ha creado la juventud así como sus formas de expresar y vivir el cuerpo en lo virtual, solo por mencionar algunos ejemplos de estas expresiones.
Sin duda, los esfuerzos institucionales por garantizar una formación orientada a la virtualidad es un paso importante, no obstante, nuestra tarea será aprender y aprehender de las formas de construcción simbólica que las nuevas generaciones construyen como experiencia, reconociendo su creatividad y potencia al establecer espacios en la red que jamás imaginamos, así como de procesos de aprendizaje que son totalmente experienciales, lejos de la verticalidad de los procesos pedagógicos de migración virtual pandémicos, lo cual se ha vuelto un reto para muchos docentes e instituciones frente a una pandemia que ha obligado a adentrarnos en la selva de los códigos.
Las resistencias aparecen de los dos lados, desde quienes migramos, dejando nuestras zonas de confort ancladas en la docencia presencial, hasta quienes se sienten acosados frente a la invasión del mundo adulto a sus contextos nativos. Los éxodos nunca han sido placenteros, sin embargo, los aprendizajes que tendremos de este proceso serán clave para enfrentarnos a esta nueva era. Comprender a los agentes ciborg con pedagogías y andragogías líquidas dentro del contexto de la hiperrealidad será clave para entender la docencia de los próximos años, siempre comprendiendo que las generaciones venideras profundizarán más en la red de lo que nosotros lo hemos logrado hasta ahora. Por lo tanto es importante reflexionar en el futuro mediato ¿Cuáles son los efectos de esta migración digital en jóvenes y adultos? ¿Cómo nos enfrentaremos al regreso a clases presenciales? ¿De qué manera se mitigarán las brechas educativas de la migración digital para los grupos vulnerables? ¿Cómo enfrentamos nuestra condición de migrantes digitales? Estas son algunas preguntas urgentes de atender frente a los cambios de está era, de lo que nos ha tocado vivir, es así que nuevamente recordemos lo analógico de nuestra realidad, pues como dicen los sabios “El que no mira adelante, atrás se queda”.
Twitter: @Eduardo_H_dR
Facebook: Eduardo Hernández De la Rosa
Instagram: eduardohdzdr