Metamorfosis en la educación

Por: María Guadalupe Rodríguez Carrillo* Al inicio de 2020, las y los maestros teníamos planificadas las actividades y estrategias con las que ...
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Por: María Guadalupe Rodríguez Carrillo*

Al inicio de 2020, las y los maestros teníamos planificadas las actividades y estrategias con las que potenciaríamos el aprendizaje y desarrollo de nuestros estudiantes; lo que no imaginamos fue que llegaría una pandemia que lo cambiaría todo, pero que nos daría la oportunidad de desaprender para seguir aprendiendo, de poner en práctica nuestra capacidad de resiliencia y de sacar nuestra mejor versión.

¿Qué sucedió cuando todo comenzó a detenerse, cuando la convivencia entre las personas tuvo que cambiar, cuando la escuela tuvo que cerrar y una nueva forma de aprender se implementó?

No estábamos preparados para un aprendizaje a distancia porque estamos acostumbrados a interactuar con nuestros estudiantes en el aula, a aprender entre pares, a la convivencia diaria, a verles aprender y crecer con sus compañeras y compañeros, y a generar ambientes que alienten a los niños, niñas y jóvenes a aprender activamente.

Hablar de aprendizaje significativo es hablar de la participación activa y constructiva del estudiante; el aprendizaje es primordialmente una actividad social y se requiere plantear actividades significativas. Como dice Lev Vigotsky “los niños aprenden haciendo suyas las actividades, hábitos, vocabulario e ideas de los miembros de la comunidad en la que crecen” (Vosniadou, Cómo aprenden los niños, 2015) y cuando participan en actividades que perciben como útiles para la vida.

El aprendizaje a distancia ha sido un gran reto para las y los docentes que hemos tenido que desaprender para aprender una nueva forma de interactuar. Tomando en cuenta los conocimientos que tenemos de nuestros estudiantes, sus estilos y ritmos de aprendizaje, las condiciones familiares, económicas y sociales en las que se desenvuelven, tuvimos que planificar actividades que respondieran a las necesidades no sólo de aprendizaje, sino emocionales y físicas.

Es por ello que para garantizar el derecho a aprender de NNJ ha sido necesaria gran capacidad de adaptación de las y los maestros: algunos han hecho uso de las herramientas que proporcionó la SEP como plataformas virtuales, redes sociales, radio y televisión, y otros han optado por generar diferentes estrategias e incluso viajar a sus comunidades para entregar cuadernillos de actividades que permitan a sus estudiantes aprender en el confinamiento.

Lo más rescatable de cada una de las acciones emprendidas es que hemos sido partícipes activos en el derecho de aprender de los NNJ.

En particular, en la educación preescolar donde el juego y la interacción docente–alumno resulta fundamental, ha sido importante planificar estrategias con actividades lúdicas que mantienen un equilibrio entre lo cognitivo y el desarrollo emocional. Las actividades se planean para realizarse con materiales que tienen en sus contextos familiares y se busca establecer una red de apoyo con familias mediante un trabajo colaborativo sin pretender que la casa se convierta en la escuela. Hemos visto que el aprendizaje se torna más significativo cuando las lecciones se aplican a situaciones de la vida cotidiana, con un enfoque inclusivo que favorece el desarrollo integral de las y los niños, lecciones que despiertan su creatividad, su personalidad, sus talentos y pensamiento crítico, actividades que además de representar retos cognitivos, propician la convivencia familiar y fortalecen sus habilidades de resiliencia.

El confinamiento requiere de docentes empáticos que comprendan que no es momento de saturar con contenidos y actividades pues eso solo lleva al hartazgo de NNJ y estaríamos olvidando que ellas y ellos son el centro del aprendizaje.

Estamos frente a un momento histórico para la labor docente; esta situación ha permitido que la sociedad valore el trabajo que cada maestra y maestro realiza en la escuela y lo que implica el proceso de aprendizaje. A los docentes nos ha dado la oportunidad de aprender nuevas cosas y fortalecer nuestras competencias profesionales, usar nuevos medios para llegar hasta nuestras niñas y niños, dar un giro a nuestras estrategias para que sigan aprendiendo aún en la distancia. No ha sido fácil y a pesar de que tenemos mucho que mejorar, es importante resaltar que jamás había visto tanta solidaridad entre docentes pues todos los días en redes sociales y magisteriales aparecen un sin fin de herramientas compartidas por colegas para hacer frente a esta situación.

Sigamos dignificando nuestra labor como siempre lo hemos hecho con nuestro trabajo, respetando y siendo partícipes del derecho de aprender de niñas, niños y Jóvenes.

PRONTO NOS VOLVEREMOS A VER, #QUEDATE EN CASA.


* María Guadalupe Rodríguez Carrillo es maestra de educación preescolar en Veracruz.

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