Hoy el SNTE está sometido, atemorizado; está sin poder, sin fortaleza. Desde su dirigente nacional hasta el que saca las copias y corre tras su jefe.
Si, el sindicato más grande de América Latina se ha desdibujado y sigue sin ser productivo, los puestos y “carteras” aún hoy, menos que nunca, pueden justificar su permanencia y mucho menos su eficacia.
Muy por el contrario cada día lesionan más la herida susceptibilidad de sus agremiados.
Lo que queda del SNTE son sobras, un residuo de personajes ineficaces, un grupo alineadito, totalmente agachón, complaciente e inútil.
Y al decir grupo me refiero a la similitud de comportamiento y adoctrinamiento servil, no a la cantidad de “comisionados”; porque ésta rebasa las expectativas de cualquiera que ha visitado sus oficinas.
Actualmente la SEP es una dictadura donde cómodamente ha regresado el absolutismo, no se negocia, no se comparte, no se escuchan sugerencias externas.
Y ante esto “nuestro poderoso” sindicato solo aplaude los tropiezos y desatinos. Los líderes sindicalistas coquetean, tiran besos soplados y les guiñan el ojo a los políticos en turno.
Frente a la Presidencia y a las gubernaturas han subastado la voluntad magisterial a la que juraron servir. Malbarataron su dignidad mientras aún discurren a raudales las cuotas económicas que soportan la opulencia y la plenipotencia de esos que se dicen estar al servicio del pueblo.
Y disculpe usted mí estimado y nunca bien ponderado lector si acaso no comparte conmigo ésta conclusión a la que he llegado después de leer, ver, escuchar y vivir la experiencia de ser un docente que intenta no dispensar la realidad cotidiana, pero tampoco quiero subestimar la capacidad que usted tiene de emitir un juicio apropiado respecto a este lacerante tema.
Aún si hemos sido ayudados por el sindicato para algún trámite, recordemos que no es un favor por el que debamos estar agradecidos (y debamos lealtad), por el contrario es un derecho que pagamos quincenalmente aunque hoy…ni para eso sirvan nuestros perjuros representantes.