Cuando el 6 de diciembre el presidente nombró a Otto Granados Roldán como el nuevo secretario de Educación Pública, le dio tres encomiendas: 1) implementar los planes y programas del Modelo Educativo; 2) impulsar las capacidades y el servicio profesional docente; y 3) mejorar la infraestructura escolar, con énfasis en los trabajos de reconstrucción posterior a los sismos de septiembre.
Del nuevo titular se pueden decir muchas cosas, como lo hemos visto en los últimos días, menos que sea un improvisado.
¿La instrucción presidencial y la vasta experiencia del hoy secretario son elementos suficientes para asegurarnos de que cumpla con su obligación de garantizar el derecho a aprender de la niñez y juventud en México? Lo dudo. A continuación expongo las razones de mi escepticismo.
Primero, se arrancó un programa piloto para la implementación de la autonomía curricular, uno de los tres componentes curriculares del nuevo modelo educativo. Independientemente de que todavía está pendiente ver sus resulta- dos y la estrategia que se seguirá a nivel nacional a partir del próximo agosto, la autonomía escolar que ello supone sólo es viable si cuenta con dos piezas esenciales de política pública.
El Sistema de Información y Gestión Educativa (Siged) no ha servido para la identificación de plazas vacantes, ni como mecanismo de comunicación directa con los directores escolares; el Servicio de Asistencia Técnica a la Escuela (SATE), que debe guiar los procesos de aprendizaje profesional colectivo en las escuelas, no cuenta con suficiente personal formado para ponerlo en marcha: se necesitan alrededor de 30 mil asesores técnicos pedagógicos (ATP), y sólo se cuenta con poco más de siete mil.
Segundo, Granados está a tiempo de reivindicar a esta administración y su compromiso con la rendición de cuentas. Su antecesor se caracterizó por un constante deseo de evadir la implementación de las evaluaciones del desempeño docente y de aprendizaje.
A pesar de que se venían registrando avances en la evaluación docente, se perdió el impulso en el ciclo escolar 2016-2017, al tornar la evaluación voluntaria. Se violentó por parte de la SEP el documento rector del Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes (Planea) publicado por el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) en agosto de 2015; las fechas y los procedimientos para su aplicación en educación básica no fueron respetadas sin que mediara un argumento sólido de por medio. Tercero, la continuidad de la transformación educativa es con los maestros. La mejor forma de acompañarlos es centrarnos en su formación inicial y continua, así como por medio de la tutoría entre pares. Sigue sin publicarse la estrategia de reforma a las normales que se anunció en julio de 2017; a pesar de contar con una estrategia nacional de formación docente continua, aún debe evaluarse.
Hoy queda claro que el nuevo titular tiene tarea, que la cumpla no depende de la instrucción presidencial ni su experiencia. Hay que acompañarlo. En Mexicanos Primero lo haremos, siempre desde la perspectiva del derecho a aprender de la niñez y la juventud en el país.