Las falacias de la educación

De ninguna manera se trata de subvalorar o descalificar el trabajo de maestras o maestros...
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En el contexto de la docencia, específicamente del nivel básico, se desarrollan un sinfín de prácticas y afirmaciones para conducir la enseñanza.  Algunas de ellas se reproducen año tras año y llegan al punto de ser directrices para el desempeño de maestras y maestros; otras veces, se convierten en hábitos y costumbres que, a la postre, se quedan anquilosadas y permanecen como único referente para guiar el quehacer de las y los profesores. Sin embargo, y sin menospreciar la experiencia y conocimientos del magisterio, han persistido aquellas prácticas y expresiones que, para muchos profesores, justifican su ejercicio docente, sin que éstos se percaten de la falta de sustento o veracidad, tanto en su ejercicio como en su argumentación. Por ello, expongo algunos ejemplos de falacias que se exteriorizan entre el gremio magisterial, con las cuales se intenta justificar el ejercicio docente. 

De ninguna manera se trata de subvalorar o descalificar el trabajo de maestras o maestros, más bien, pretendo propiciar un medio para reflexionar la tarea docente de instruir, que bien merece alejarse de errores de razonamiento.

A continuación, se enuncian ejemplos de expresiones falaces:

Ad hominem. “Voy a enseñar como me dijo mi autoridad, ya que ella/él dijo que es la mejor manera de dar clase”.

Ad populum. “Ya nos pusimos de acuerdo todos los maestros para no realizar los honores a la bandera”.

Ad ignorantiam. “El método global es el mejor porque nadie ha demostrado lo contrario”.

Ad antiquitatem. “Vamos a reunirnos siempre a la hora del recreo porque eso nos ha resultado muy efectivo siempre”.

Ad baculum. “Ya nos pusimos de acuerdo todos los maestros para salir temprano y somos mayoría, tenemos la fuerza”.

Ad verecundiam. “Debemos utilizar ese método de trabajo, ya que lo que dijo el ponente”.

Post hoc ergo propter hoc. “Antes de que llegaras todo estaba muy bien, ahora todo va empeorando por tu culpa”.

Afirmación del consecuente. “Si siempre voy motivado a dar clases, entonces mis estudiantes aprenderán mucho”.

Generalización apresurada. “La teoría no tiene relación con la práctica. Por eso no voy leer nada y sólo me voy a basar en mi experiencia, soy práctico”.

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