La piel del oso

En su magnífico libro Plenitud (1918), el poeta Amado Nervo afirma: “La serenidad ante los sucesos es, por lo tanto, la más natural, la más ...
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En su magnífico libro Plenitud (1918), el poeta Amado Nervo afirma: “La serenidad ante los sucesos es, por lo tanto, la más natural, la más congruente, la más humana actitud del hombre”.

Y eso es justo lo que le ha faltado a Mexicanos Primero, al opinar sobre el ciclo escolar 2019-2020, del cual ni siquiera tenemos la certeza de que estaremos vivos para concluirlo.

El 9 de abril, Mexicanos Primero afirmó de manera insidiosa, que los profesores tendrían que trabajar durante el verano para reponer el ciclo escolar. La postura carece de empatía con la sociedad y con los docentes.

Primero. No es que los maestros le teman al trabajo. De ninguna manera. Cualquier docente (como cualquier profesionista) medianamente comprometido con su oficio, lleva semanas pensando y planeando en lo que habrá de hacer con su grupo para compensar lo que no se logró durante la contingencia.

El magisterio, como el periodismo, es un oficio de 24 horas. El profesor no lo es solo en horario de clases. Todo el día se piensa en el grupo. Todo el día y todo el año.

La opción del trabajo durante el receso escolar ya ronda en las mentes de muchos maestros. No hay que olvidar que ni siquiera son vacaciones, sino un intermedio. Y no son pocos los que ya han trabajado en recesos anteriores para resarcir atrasos. Segundo. En estos momentos, en los atisbos de la fase 3 de la contingencia, hay prioridades. Una de estas es cómo habremos de salir del mes de mayo. Opinar sobre lo que se debe o no se debe hacer en julio y agosto, me parece fuera de lugar.

En la actualidad hay una preocupación mayor para cualquier profesor: la salud de su familia y de las familias de sus alumnos. Al día de hoy, existe la posibilidad (cada vez más creciente) de que algunos de nosotros no regresemos con vida a las aulas. Nadie puede prever cómo la pandemia va a trastocar a México (y al mundo). Cómo cambiarán las familias que integran nuestro grupo o nuestras escuelas. Cuántas tendrán que emigrar por la crisis que se avecina. Cuántos niños quedarán huérfanos. Cuántos no podrán seguir en las aulas.

La situación económica, de por si precaria en poco más de la mitad de la población mexicana, se agudizará en las semanas que vienen y nadie sabe a cabalidad qué pasará en la fase 3.

En muchos núcleos familiares las prioridades se reducirán a trabajo, alimento y salud. En estas circunstancias, con justificada razón, el ciclo escolar pasa a segundo plano.

Existe un viejo proverbio español: No hay que vender la piel del oso antes de haberlo cazado. Duele ver cómo una organización con tantos reflectores como Mexicanos Primero, priorice hoy vender la piel de oso, abonando a la polarización (y a la preocupación), cuando podría esperar a la caza de este oso virulento. Lo menos que podría hacer es solidarizarse con las familias más desprotegidas ante la pandemia. Familias que, tristemente, son las más numerosas en nuestro salón de clases.

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