Caminando por los pasillos del sistema educativo nacional en distintas entidades federativas, sostengo amplias conversaciones con docentes que realizan la enseñanza directa, la dirección o la supervisión.
Este andar me ha permitido conocer de cerca preocupaciones, dudas e incertidumbres de los docentes con relación al Servicio Profesional Docente (SPD) y sobre todo a la evaluación.
En 2014 se llevaron a cabo los primeros concursos de oposición para el ingreso al SPD. Después de especulación, desconfianza y críticas diversas, esta evaluación por concurso se llevó a cabo y, contra los presagios de muchos de que las cosas saldrían mal, nos encontramos con amplias jornadas de civilidad a lo largo y ancho del país.
Este junio se llevarán a cabo los concursos de oposición para la promoción a puestos con funciones de dirección, supervisión y asesoría técnico-pedagógica, tanto para educación básica como para la media superior; en julio se realizarán los concursos de oposición para el ingreso al SPD a plazas docentes; y hacia el último tercio del año iniciará la evaluación del desempeño. Esta última evaluación se encuentra vinculada con los procesos de promoción en la función, el reconocimiento y la permanencia.
Es la permanencia lo que más inquieta ahora y produce incertidumbre en los docentes. Trataré, en el espacio que me queda, de comentar algunas características importantes de la evaluación del desempeño. Su propósito es medir y evaluar la calidad y resultados de la función docente, técnico-docente, directiva, de supervisión o de asesoría técnico-pedagógica.
Teniendo como referente el artículo 14 de la Ley General del SPD, así como los perfiles, parámetros e indicadores, los aspectos a considerar en la primera evaluación del desempeño de docentes serán: cumplimiento de responsabilidades profesionales; colaboración en la escuela y diálogo con los padres de familia, a través de un reporte del superior inmediato; planeación didáctica argumentada; conocimientos y competencias didácticas que se ponen en juego en la resolución de situaciones hipotéticas de la práctica docente, a través de un examen; y evidencias sobre su práctica de enseñanza, con una reflexión sobre las actividades que realizan sus alumnos.
Sugiero que se consulte en la página web de la Coordinación Nacional del SPD el documento de “perfiles, parámetros e indicadores” relacionados con la evaluación de desempeño: http://servicioprofesionaldocente.sep.gob.mx/ba/permanencia_docentes/inicio/. Y enhttp://servicioprofesionaldocente.sep.gob.mx/ba/permanencia_docentes/etapas_aspectos/ las “etapas, métodos e instrumentos”.
En el corazón de la incertidumbre está la visión punitiva que ha prevalecido en la concepción y práctica de la evaluación, que nosotros mismos hemos instalado por décadas al interior del sistema educativo.
Estamos ante un proceso que exige construir confianza de que podemos tener una cultura diferente, donde la evaluación sea un instrumento para la mejora y que su misión no sólo es reconocer el mérito de lo que esté bien, sino abrir rutas de mejoramiento. Este proceso requiere la acción corresponsable de todos: magisterio, autoridades educativas de la Federación y de las entidades y del INEE, entre otros. La confianza que sustituya la incertidumbre requiere que cada sujeto trabaje por llegar a un grado de certeza razonable al interior de sí mismo, utilizando la información disponible para ello. La invitación es que hagamos propia la información de estos procesos, porque ese es nuestro derecho.