La escuela que queremos

Por: Gabriela B. Naranjo Flores* A menos de tres semanas del inicio de clases del ciclo escolar 2021- 2022 hemos asistido a un debate público sobre ...
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Por: Gabriela B. Naranjo Flores*

A menos de tres semanas del inicio de clases del ciclo escolar 2021- 2022 hemos asistido a un debate público sobre regresar, o no, a la presencialidad en las escuelas. Las posiciones son encontradas y ninguna perspectiva es desechable.

La incertidumbre, el miedo al contagio, las dificultades para modificar las rutinas que tanto nos costó instaurar y a las que nos resultó muy difícil acostumbrarnos; los dolorosos estragos de la pandemia reflejados en lamentables pérdidas de vidas humanas, en las secuelas de la enfermedad con que muchos tendremos que vivir y en la economía de las familias… Esto hace que el retorno represente para todos un desafío nada fácil de afrontar.

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Algunas certezas dejadas por la crisis sanitaria y educativa se colocan sobre la mesa para abogar por el regreso a las instalaciones escolares: el valor de la presencialidad, de la labor de maestras y maestros, de las relaciones sociales, de educarse en comunidad, de los encuentros cara a cara. También se resaltan algunos efectos de la no presencialidad en los diferentes actores educativos, especialmente en estudiantes: la dificultad de un alto número para trabajar a distancia; la afectación de sus emociones, de su desarrollo social y físico, de su vida de niña, niño, adolescente o joven. Se señala el riesgo, por ejemplo, del olvido social de los juegos colectivos, de construir aprendizajes a través de miradas, gestos, interacciones, habla simultánea o del aparente ruido que sólo tiene sentido para quienes hemos experimentado la vida de las aulas.

En este contexto, resulta fundamental preguntarnos cuál es la escuela a la que queremos regresar. Este número de Educación en Movimiento recupera voces, experiencias y perspectivas de diferentes actores educativos que aportan elementos para reflexionar en torno a tal pregunta. Algo claro es que las escuelas no serán las mismas que antes de la pandemia.

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El inicio del nuevo ciclo escolar no puede darse igual que hace un año, incluso si continúa la educación a distancia. Hay varias razones: el comportamiento de la pandemia es distinto, pues el desarrollo de nuevas variantes del virus, su grado de contagio y el conocimiento que tenemos sobre él crean otros escenarios, al igual que el avance en el desarrollo de vacunas y en su aplicación a más amplios sectores de la población. Algo más, sumamente importante: hoy se cuenta con una gran experiencia y saberes construidos a lo largo de estos quince meses de trabajo escolar desde los hogares.

La creatividad e iniciativa, junto con el compromiso de docentes, estudiantes y comunidades, brindan pautas para iniciar el ciclo escolar desde la comprensión, la sensibilidad y el reconocimiento de la situación que se ha vivido.

En Mejoredu imaginamos la utopía de escuelas plurales y diversas, integradas por comunidades que no están limitadas por sus bardas o alambrados, sino que se extienden a los entornos socioculturales de los que forman parte y que reconocen su importancia; escuelas que se enriquecen con experiencias, saberes y perspectivas culturales que confluyen en ellas; que se articulan alrededor de la preocupación por el bienestar individual y colectivo de la totalidad de sus integrantes –en particular, por el de sus estudiantes–; que abren ventanas a pensar otros mundos posibles y trabajan con el fin de generar las herramientas necesarias para construirlos. Hoy más que nunca es necesario aferrarnos a esas utopías, para que la educación siga en movimiento.


*Mejoredu, Área de Apoyo y Seguimiento a la Mejora Continua e Innovación Educativa


Editorial publicado en el el Boletín No. 3 ‘Educación en Movimiento’ de Mejoredu, el cual está disponible AQUÍ.

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