La educación, la familia y la escuela

A lo largo de los años, se ha desarrollado un vínculo por demás evidente, entre la educación, las familias y la escuela; no se trata de un aspecto ...
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A lo largo de los años, se ha desarrollado un vínculo por demás evidente, entre la educación, las familias y la escuela; no se trata de un aspecto eminentemente normativo, la historia permitió que se diera una determinada zona de confort que, sin mencionarla como tal, se fue dando de tal manera que, cuando menos pensamos, ya estaba ahí.

Por una parte, la escuela necesitaba de la familia para brindar la educación y, por otra parte, la familia requería de la escuela para brindar la educación de las nuevas generaciones, y así, una de la otra, en un no muy bien explicado equilibrio, pasaron los años hasta que llegó la contingencia ambiental provocada por el COVID-19.

Así, como en el nuestro, en prácticamente todos los rincones del planeta los centros escolares se cerraron intempestivamente. En 177 países, más de 1,500 millones de estudiantes son afectados por la pandemia global, esto es, nueve de cada diez estudiantes sufrieron los estragos de la crisis y se han tenido que llevar a cabo de manera diferente a la presencial.

La primera reacción de las naciones fue recurrir al aprendizaje en línea, cuyo camino, a pesar de no haber sido explorado por la educación básica en lo general, en la educación continua y en la educación superior es un modelo que se viene trabajando desde hace prácticamente 20 años. En la propia Ciudad en donde comenzó el primer brote, en Wuhan, más de un millón de alumnos de primaria y secundaria asistieron a “clases virtuales” desde febrero.

Así, en muchas partes del mundo, incluído nuestro país, se promovió la figura del aprendizaje virtual como una medida en la que se podría poner en práctica a fin de buscar abarcar lo más posible una ruta para el aprendizaje, sin embargo, si algo se promovió a partir de las medidas emergentes ante la pandemia, es que se pusieron al descubierto las grande brechas de desigualdad que existen.

En principio, el acceso, pues en las zonas rurales, en el mejor de los casos dos de cada diez alumnos de educación basica cuentan con alguna línea de acceso a internet de regular o buena calidad, además de la muy pobre alfabetización digital de una generación que, a pesar de ser nativa en la era digital, lo era, por decir lo menos, para redes digitales, sin posibilidades de contar con recursos para el acceso a los contenidos ofrecidos desde las autoridades educativas.

El segundo factor importante, la simulación en la capacitación docente que se ha dado en cuando menos los tres últimos sexenios, en donde a pesar de haaber gastado cantidades milonarias en equipamiento de dudosa calidad, jamás llego la capacitación al magisterio, quien por cierto, siempre ha pagado su propio desarrollo a falta de una oferta lo sufcientemente amplia y acorde a las necesidades por parte de la autoridad educativa, independientemente del nivel, quienes se centran, en la mayoría de los casos, en cumplir administrativamente con ello.

Hoy nos enfrentamos a un gran problema pues en la casa es muy complicado dar seguimiento y apoyo a lo establecido por cada docente en el mejor de los casos que llegue de la manera adecuada, y, por el contrario, un estrés, desgaste y cansancio escesivo del magisterio en la búsqueda de hacer llegar los contenidos y apoyos para que la educación no se detenga.


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