¿Es México un país apropiado para la niñez? La respuesta es: no. Así de trágicas son las conclusiones que planteamos en nuestro más reciente estudio: Los invisibles. Los niños de 0 a 6 años.
La evidencia científica es contundente: la etapa más determinante para el desarrollo de cada persona ocurre en los primeros 6 años de vida. El Desarrollo Infantil Temprano (DIT) es en donde tenemos que tener el mayor de los cuidados e impactos positivos. Primero de primaria puede ser demasiado tarde.
Los padres y las autoridades de México no lo han visto y no lo han atendido. Por ejemplo, hay entidades en las que más del 40% de los recién nacidos ni siquiera cuentan con un registro de nacimiento. En el país la cifra es de 18 por ciento. Eso es ser invisible para el Estado Mexicano.
Otro dato que indica que no priorizamos a nuestra niñez: México invierte la mitad que Chile en sus niños de 0 a 6 años y una tercera parte de lo que invierte Corea en los suyos. Eso es ser invisibles en el presupuesto federal.
Y qué decir de las condiciones de pobreza, desnutrición y maltrato infantil:
• 56% de los niños menores de 5 años viven en pobreza.
• 38% de los menores de dos años padece anemia, lo cual, si no se corrige a tiempo, puede tener consecuencias irreversibles.
• La mayoría no tiene estimulación temprana suficiente; somos último lugar de la OCDE en cobertura de guarderías, y sólo 4 de cada 10 niños mexicanos asisten al preescolar obligatorio a los 3 años.
• 16% viven en condiciones de hacinamiento, lo que conduce a la siguiente cifra dolorosa: cada dos días muere por homicidio un niño menor de 4 años.
Por todo esto, México está reprobado en la materia de los derechos de los niños menores de 6 años. Y si reprobamos en esta etapa, reprobamos en todas las demás. ¡Es así de sencillo y así de trágico!
¿Y cómo vamos a arreglar todo esto si la primera infancia no tiene hogar? El arreglo institucional para atender el DIT está roto. No hay una instancia de alto nivel que regule y coordine los esfuerzos. Hay grandes inequidades, muchos programas federales y muchos más estatales, pero son ineficaces y están fragmentados.
Por otro lado, los padres de familia, los principales responsables, en muchas ocasiones no cuentan con suficientes recursos y apoyos para atender a sus hijos:
• 80% de los niños son cuidados únicamente por su madre, quienes no cuentan con suficientes apoyos.
• El 50% de las madres con hijos recién nacidos no terminó la secundaria.
• El 12% de las mujeres entre 15 y 19 años en México ya tiene un hijo.
• 75% de las madres de niños menores de 4 años no cuenta con beneficios de seguridad social.
Queda claro que la solución a esta problemática no puede esperar. De otro modo seguiremos hiriendo a generación tras generación de niñas y niños de México. Algunas propuestas:
• Anexar a la Cartilla de Vacunación indicadores de nutrición, crecimiento y desarrollo cognitivo y emocional.
• Crear un organismo, dependiente de Presidencia de la República, que dé seguimiento, regule y articule la visión y acción del Estado Mexicano en la materia.
• Aumentar el gasto total por niño de 0 a 5 años al 1.5% del PIB, pasando de $6,589 a $12,447 dólares anuales.
• Enfocar ese gasto en niños de 0 a 3 años y en las zonas rurales y marginadas con programas probados y focalizados.
• Generar campañas masivas de concientización de los padres de familia sobre lo crítico que son los primeros años de vida de sus hijos.
• Llegar en 10 años a una tasa de lactancia materna exclusiva durante los primeros 6 meses de-por lo menos- el 50%.
• Crear una coalición ciudadana a favor del desarrollo infantil temprano (DIT).
Nuestros niños nacen con un potencial similar al de los niños de países escandinavos, europeos y asiáticos. Seis años después ya están en desventaja. Y para cuando cumplen 15 años las desigualdades son muy profundas. ¿Qué sucedió en esos años? La respuesta es compleja, pero se puede resumir de la siguiente manera: ¡les fallamos! ¿Quiénes? Todos nosotros.
Si no hacemos visibles a los niños, así como su problemática, y si no los atendemos con mucho mayor tino y vigor, no arribaremos al objetivo último de la calidad educativa y de un país más próspero y justo.