La reforma educativa del año 2013 es un logro irreversible que supuso un paso importante para mejorar el Sistema Educativo Nacional. La Suprema Corte de Justicia de la Nación conoció de la Ley General del Servicio Profesional Docente y decidió que la instauración del sistema de evaluación no vulnera el derecho a la estabilidad en el empleo de los profesores; ni es regresiva, puesto que su finalidad radica en garantizar la calidad del servicio educativo en pro del interés superior de la niñez. Este es un capítulo cerrado, que no podrá ser alterado más que por una reforma constitucional que podría ser llevada a la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
La reforma no se trata solo de evaluaciones, sino del mejoramiento de la educación, producto de ella, tendremos un nuevo Modelo Educativo evaluado por la sociedad civil, los académicos, empresarios, padres de familia y los propios maestros. Dicho modelo implicará: 1) nuevos planes y programas de estudio, 2) mayor autonomía para las escuelas, 3) formación y desarrollo profesional docente, 4) una estrategia de equidad e inclusión para mejorar las escuelas, y 5) mejorar la gobernanza educativa, a través de la comunicación entre las autoridades y los actores de la educación.
Esto es algo en lo que todos estamos de acuerdo, quién podría estar en contra de: 1) dotar a los planteles educativos de condiciones dignas 2) un nuevo modelo educativo, consensuado entre todos los miembros de la sociedad, 3) tener elementos para medir a dónde vamos y de un control de la calidad educativa que reciben los niños. Podemos discutir sobre el camino, pero no sobre el fin, es necesaria una mejor educación para el desarrollo del país.
La reforma nos ha dado instrumentos para tomar decisiones en materia de política pública, como el “PANORAMA EDUCATIVO DE MÉXICO. Indicadores del Sistema Educativo Nacional 2016” elaborado por el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, gracias a este instrumento sabemos que los resultados PISA 2015 en los estudiantes de 15 años, muestran niveles bajos de desempeño de los alumnos: 47.8% en Ciencias, 56.6% en Matemáticas y 41.7% en Lectura, mientras que sólo 2.5% en Ciencias, 3.5% en Matemáticas y 4.5% en Lectura tuvieron un desempeño alto.
Las campañas electorales deben ser escenarios para que los candidatos nos den el contenido de su proyecto educativo. La educación debe ser un objetivo y no un ariete. Los ciudadanos necesitamos saber, para tomar la mejor decisión, el contenido de cada uno de las plataformas de campaña, pero sobre todo necesitamos saber que lo que hemos construido conjuntamente al día de hoy será respetado y, en su caso, mejorado, pero que no habrá pasos hacia atrás.
Artículo publicado en El Sol de México