Existe, a lo largo de la experiencia generada en diversos sistemas educativos que han tenido éxito en derredor del mundo, diferentes acciones que funcionan de una u otra manera, sin embargo, si existe algo en lo que todos coinciden, es que uno de los aspectos fundamentales para lograr una verdadera transformación y cambio, lo constituye la manera en que se da la formación docente, lo cual impacta profundamente, para bien o para mal, en la educación de las nuevas generaciones.
Las Escuelas Normales han sido en nuestro país, desde el siglo XIX, protagonistas fundamentales para el establecimiento de los diferentes modelos pedagógicos, así como para la generación de una profesión de Estado, que vincule, en los hechos, aquello que es planteado desde la política educativa por la autoridad educativa en turno.
A partir de la creación de la Secretaría de Educación Pública (SEP) en 1921, prácticamente todos los gobiernos presentaron, de una u otra manera, una política sólida y congruente en mayor o menor medida, para tratar de fortalecerles, a partir de tener presente, que son el semillero desde donde se maniobra la política nacional de formación docente, por supuesto, hasta el sexenio pasado en que no solo se descuidaron, sino se promovieron acciones en contra de su propia existencia.
En días pasados, se emitió, por parte de la Autoridad Educativa Federal, en el marco de la implementación operativa del Acuerdo Educativo Nacional, la Estrategia Nacional de Mejora de las Escuelas Normales (ENMEN), la cual da a conocer la apuesta del presente gobierno federal para su fortalecimiento.
El documento, de 80 cuartillas, presenta los antecedentes, un análisis sobre la evolución de diferentes indicadores, así como ejes rectores que se acompañan de información cuantitativa y cualitativa, que dan cuenta del abandono en que se encuentran en la actualidad estas instituciones.
Destacan por su importancia, los cinco ejes estratégicos de la ENMEN, que son: la formación de docentes para transformar el país, la Escuela Normal y su planeación hacia el futuro, Desarrollo profesional de los formadores de docentes, Autogestión de las Escuelas Normales para fortalecer la gestión curricular, pedagógica y administrativa, así como el Planteamiento de la ruta curricular para el diseño de los nuevos planes de estudio.
Mucho falta para rehacer el camino que se ha dejado de lado, pero de verdad espero que no sean solo palabras y se transformen en hechos, en presupuesto, en seguimiento, en evaluación y en acciones que refrenden la importancia de estas valiosas instituciones para el bien de nuestro país y de las generaciones que vienen.
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