Enemigos del sentido común

Lo diré bien claro: Ninguna escuela, ninguna, recibe un peso para su mantenimiento o mejora. Ni un peso, que se lea bien. Desde Tijuana a Tapachula, ...
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Lo diré bien claro: Ninguna escuela, ninguna, recibe un peso para su mantenimiento o mejora. Ni un peso, que se lea bien. Desde Tijuana a Tapachula, nadie. Un peso. Ni uno. Que se entienda: N-A-D-A.

Al decir que las cuotas escolares son una práctica «injusta, retrógrada y abusiva», la secretaria de Función Pública, Irma Eréndira Sandoval, evidencia dos cosas:

 1.- Que nunca ha estado, ni como padre ni como alumno, en una escuela primaria pública.

2.- Que no tiene nada, nadita, ni una pizca de sentido común.

La cuota escolar, cooperación o aportación (como gusten llamarle) es una práctica emergida de la necesidad, de la sistemática desatención a las demandas más básicas. Lejos de ser retrógrada, es imprescindible. Literal: Sin ese dinero, una escuela no podría recibir niños.

Así como Sandoval Ballesteros, hay miles de mexicanos que no saben o no quieren saber para qué sirve una cuota escolar. Lo explicaré a continuación.

Cualquier escuela primaria pública necesita (cuando menos) de lo siguiente:

1.- Papel de baño. A nadie le agrada un sanitario sin este producto de primera necesidad. Menos aún si ese baño lo usarán nuestros hijos. Si no hay, a nadie se le ocurre pedírselo a la SEP o al presidente López Obrador. Las quejas van con el maestro o con el director.  La capacidad organizativa de cada escuela y sus padres de familia, permite que a ningún presidente de la república le hagan una protesta en demanda de papel higiénico. Si es algo que podemos solucionar en corto, para qué ir más lejos. Lejos de ser retrógrado, la medida es hasta previsorio.

2.- Jabón. Indispensable para lavar baños y manos de quienes usen el sanitario. Sin este producto, el funcionamiento de una escuela se vería en dificultades. Como dije anteriormente: del gobierno no se recibe ni una pastilla de jabón. Hay ocasiones que algún padre dona una bolsa, o varios kilos. Todo lo demás, se compra con dinero, dinero que proviene de la cuota escolar.

3.- Cloro. A partir de la contingencia de la influenza AH1N1, en 2009, se volvió obligatorio usarlo para desinfectar superficies. Ahora, con una pandemia encima, es impensable imaginar escuela sin esta sustancia.

4.- Escoba y recogedor. Mal o bien, una escuela se barre todos los días. De lo contrario, los planteles serían unos basureros.

5.- Mantenimiento. Durante todo el año hay fallas o descomposturas de puertas, focos, herrería, albañilería, instalación eléctrica o de la red hidrosanitaria. Todo cuesta y todo lo paga la escuela, no la SEP, ni el gobierno.

Conviene aclarar que no enumero otros servicios como Internet, impresora, teléfono fijo, hojas blancas, porque no en todas las escuelas se cuenta con ello. Si menciono algo tan básico como el jabón, es porque de pronto lo básico tiende a volverse invisible. Somos proclives a suponer que en todas las escuelas hay una escoba, pero no nos detenemos a pensar quién compra esa escoba.

Algunos creen que las escuelas reciben recursos del gobierno (como un hospital o una oficina) para estos gastos: falso.

Que en el pago de cada maestro, hay una percepción extra para adquirir estos suministros: falso.

Que la SEP distribuye despensas o paquetes para sanitizar escuelas: falso.

Eso no ocurre y no ocurrirá porque sería un gasto estratosférico que ningún gobierno podría asumir.

Por eso se crearon las cuotas. Por eso, la asamblea de padres de familia cobra y maneja esas aportaciones. Por eso hay que estar pendientes de las reuniones, informes y gastos de tu asamblea. Hacerlo, es obligación de quienes formamos parte de una comunidad escolar, formada por padres, alumnos y docentes. Solo la comunidad escolar sabe, conoce y trabaja con base en sus recursos para cubrir sus necesidades. ¿Que pueden existir malos manejos? ¿Qué hay casos de robo? ¿Qué hay cuotas exageradas? Por supuesto que debe haber y posiblemente no se acaben nunca. Somos humanos y toda actividad humana está siempre al acecho de los errores, la ambición y la deshonestidad. Pero esos casos no son la regla. Por todos lados podemos ver ejemplos positivos de las asambleas escolares. Porque es gracias a la participación activa y responsable de las comunidades escolares, que muchas escuelas siguen en pie. De lo contrario, solo serían cascarones.

Haríamos bien, como miembros de estas comunidades, en suspender temporalmente las cuotas escolares, para que los titulares de la SEP y de la SFP, atendieran las demandas de cada escuela de nuestro país. A ver si se iban a dar abasto.

El filósofo japonés Yoritomo Tashi asegura que el sentido común es el arte de resolver problemas, no de plantearlos.

Por sentido común sabemos que ni Moctezuma, ni Sandoval, ni AMLO, ni siquiera Batman podría resolver un reto de ese tamaño, por eso la comunidad escolar opta por la cuota escolar, que es una medida justa (los gastos se pagan entre todos), progresista (porque está pensada para la mejora y adelanto de cada plantel) y moderada (cada asamblea acuerda el monto).

Ofende, como padre y como docente frente a grupo, que dos funcionarios de Estado desconozcan el funcionamiento de un acuerdo tan antiguo y popular. Lo anterior evidencia su incapacidad, su desconocimiento del tema y nos confirma que su llegada al cargo obedeció a compromisos, no a méritos. Y eso sí es lo más injusto, retrógrado y abusivo que le ha ocurrido y le sigue ocurriendo a la política mexicana.

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