El valor de la escuela.

Todas las mañanas veo adultos acompañando a sus hijos a sus centros educativos, es una escena conmovedora que plantea la fe que tenemos todos los ...
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Todas las mañanas veo adultos acompañando a sus hijos a sus centros educativos, es una escena conmovedora que plantea la fe que tenemos todos los padres de familia en la escuela, no solo como sinónimo de adquisición de conocimientos si no también como parte complementaria muy importante en la formación humana y civil de los educandos que en ella asisten.

Ahí van lo padres y madres ayudando con las mochilas, con los objetos de tareas, con la petición de que se cubra él o la joven, ya que hace frío y con todo lo que no se ve; que es la ilusión de un futuro mejor para sus hijos que es solo comparable con el esfuerzo que le implica a cada madre y padre de familia llevar día tras día al educando a la escuela, proveerlo de todos los gastos que se requieren desde los elementales que son comida y vestido y lo complementarios que son las libretas, lápices, reglas, entre otros…

Nadie sabe a ciencia cierta que pasará con el futuro de ese niño o niña aunque siempre hay señales de comportamiento que auguran ese futuro aun desconocido, más la realidad es que los esfuerzos aislados no generan el valor deseado en los alumnos, es necesario que toda la comunidad escolar se ponga de acuerdo en el fin del ¿por qué enviamos a los alumnos a la escuela?

El sistema escolar como tal parece se contrapone a las necesidades del docente, no hay recursos que alcancen para las obras de mejora en todos los aspectos de la infraestructura escolar, el docente a veces pierde la vocación de su labor diaria, los alumnos cada vez más apáticos, agresivos y ensimismados y los padres desesperados con las circunstancias diarias que los rebasan.

Es necesario tomar un momento para que reflexione toda la comunidad escolar sobre lo que nos une en esta causa que es la educación de las nuevas generaciones, adversidades existirán siempre más las soluciones de las personas comprometidas serán mayores cuando estemos en armonía hacia un objetivo común, que es la formación humana de los niños y jóvenes, y dotarles de las habilidades y actitudes para que sean personas autosustentables y agentes de cambio positivo en este mundo tan cambiante y lleno de tanta negatividad.

De nada sirve solo maldecir la obscuridad, es más productivo encender una vela, reza el viejo adagio, no nos quedemos en la queja, en la negatividad, en la frustración seamos ejemplos también de esos niños, alumnos, hijos y personas en formación de que si se puede un mundo mejor donde la paz y la armonía sean valores no negociables.

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