El “principio paidocéntrico comunitario” es la condición fundamental de la educación y de la organización escolar de la Nueva Escuela Mexicana del gobierno de la cuarta transformación. En ella, se instaura una teoría compleja de experiencias, que destacan la necesidad de comprobar el pensamiento por medio de la acción transformadora, si se quiere que este se convierta en conocimiento fundamental para la vida en sociedad.
Para John Dewey, este conocimiento en cada discente, constituía un instrumento sumamente indispensable de sacralización para el desarrollo pleno de su propia autonomía moral, destinado para la resolución de problemas reales cotidianos que los hicieran pensar y no solo seguir instrucciones para obedecer. Afirmaba, las experiencias de los niños en actividades objetivas y el conocimiento práctico, son muy valiosos, y estos en relación con la sabiduría propia del colectivo de la experiencia de los adultos, generan todas las facilidades y rutas para la resolución de problemas en la vida real, además de que se agrega un gran contenido de felicidad en todos los miembros, porque colectivamente y democráticamente se visibiliza y toma en cuenta a todas las opiniones, ideas, planteamientos, propuestas y rutas de solución.
Algo contrario, de lo que sucedía en las escuelas silentes e individualistas de modelos rígidos prusianos en el siglo XVIII, las cuales en comparación al escenario estenográfico educativo mexicano actual de nuestro país, están a “años luz”, con el plus del “principio paidocéntrico comunitario”, donde todas las voces y todos los miembros de la comunidad sin importar género, clase social, etnia, edad, religión, estado civil, etc. Son todas y todos muy importantes.
Recordemos que la educación de corte bancaria es transaccional y mercantilista, ignora, es rígida, fría, indolente e igual como lo era la educación espartana, en ambas se anteponen, la disciplina y la obediencia al Estado. Y que en pleno siglo XXI por increíble que parezca, hay en nuestro país una activa y férrea campaña de poderes fácticos de la radio y televisión de cadena nacional, empresarios, políticos, gobernadores, pedagogos, ONG, etc. Que siguen vehementemente apoyando, respaldando y defendiendo estos paradigmas tradicionalistas, reproduccionista y tecnócratas de este decadente modelo educativo por competencias de corte colonial, neoliberal, empresarial y eurocéntrico. Fomentando epistemicidios educativos. Donde a sus propios intereses empresariales han perdido millones de pesos por el vacío que les deja esta nueva reforma educativa en materia de planificación por proyectos. Donde no les queda más que “hacer berrinche” fomentando desinformación y una rapaz y exacerbada campaña de infodemia, argumentando a través de mentiras de que los materiales y libros de textos gratuitos tienen un gran contenido ideológico de corte comunista marxista, esto, previo al inicio del ciclo escolar vigente 2023 2024.
Remitiéndonos al foco de la idea central expresada al inicio de este texto, esta identidad dual a manera de sincretismo, entre la experiencia de los niños y la de todos los adultos en comunidad, construye ampliamente un proceso complejo de aprendizaje situado, profundo, significativo y ante todo contextualizado curricularmente para todos los estudiantes de nuestro país, y es ahí, donde cobra vida el “principio paidocéntrico comunitario”, con su estrategia situada llamada programa analítico, la cual atiende la transformación de las realidades de varios contextos. Hoy enriquecida con un gran repertorio de actividades de pensamiento reflexivo y crítico troquelados bibliográficamente para su asertivo abordaje didáctico dentro del contenido de la familia de libros de texto gratuitos, que están conformados por tres libros de proyectos integradores: aula, escuela y comunidad. Y dos libros de contenidos disciplinares: Nuestros saberes y libro de múltiples lenguajes.
John Dewey tenía razón, en el principio del paidocentrismo comunitario, donde la escuela democrática y la educación crítica y reflexiva cobran una relevante importancia entre el niño y su propia concepción del mundo, y donde hoy lo comunitario, toma un principio heliocéntrico descubierto hace ya varias décadas por la revolución copernicana.
Hoy con la reforma educativa del gobierno de la 4T, toda la escuela, toda la comunidad, todos los elementos, humanos y materiales, deben de subordinarse a los intereses, necesidades y características de la vida comunitaria infantil.
Ahora la comunidad, la escuela, y el aula son para el niño y no el niño para ellas. Por eso debemos de considerar que no es posible la organización de un sistema escolar sin un conocimiento previo y profundo de la vida infantil, de la felicidad de los niños, de sus necesidades de indagar y cuestionarse todo lo que les rodea, de su curiosidad natural, del juego que tanto les apasiona y divierte, de la exploración e imaginación, de su creatividad, de sus valores natos, de sus intereses peculiares, y ante todo de su propia naturaleza psicoorgánica.
Es muy importante considerar que John Dewey desarrolló las bases teóricas de una metodología de proyectos socio críticos fundados en la necesidad activa y no pasiva, en una pedagogía revolucionaria de la pregunta y no de recepción de respuestas, como instrumentos elementales del conocimiento y del ejercicio del pensar críticamente. Para John Dewey, las personas logran su realización utilizando sus talentos y características peculiares a fin de contribuir al bienestar de su comunidad, razón por la cual la función principal de la educación en toda sociedad democrática, es ayudar a los niños a desarrollar su propio “carácter”, pero para poder lograrlo, es necesario que la escuela enrute todas sus voluntades en el paidocentrismo comunitario, fomentando así el espíritu integral, social, humanista, científico y planetario.