Dicen que la liga siempre se rompe de la parte más delgada, lo cual se aplica de manera idéntica tanto a los fenómenos físicos como a los políticos. Esta analogía se aplica a la abrogación de la reforma educativa (RE), cuya parte más delgada políticamente es el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE).
En este medio he defendido la existencia del INEE por la gran cantidad y calidad de la información que ha generado sobre el Sistema Educativo Nacional (SEN). El Instituto, de hecho, fue creado en 2002 con el propósito de evaluar los distintos componentes del SEN y de contribuir a la rendición de cuentas que el Estado está obligado con la sociedad mexicana. A mi manera de ver, el INEE ha realizado un excelente trabajo técnico y social ya que a partir de su creación se empezó a consolidar, entre otras cosas: 1) un sistema de indicadores educativos, que se materializa en la publicación del Panorama Educativo de México, 2) una batería de exámenes de logro académico, de escolares que terminan el preescolar, la primaria, la secundaria y la educación media superior, 3) diversas evaluaciones sobre la oferta educativa del SEN, así como de su infraestructura y equipamiento. Igualmente, basado en sus evaluaciones y en otros estudios, el INEE ha diseñado diversas directrices para mejorar la educación de México. Asimismo, el INEE ha coordinado la implementación o publicación de diversos estudios internacionales, tales como PISA, TALIS e ICCS). Finalmente, ha coordinado cerca de 170 estudios evaluativos, de interés para las 32 entidades federativas del país. Aunque estos logros no agotan lo realizado por el INEE, sirven para subrayar la importancia que tiene para monitorear al SEN y proponer políticas de mejora de la educación.
Independientemente de ello, ahora se le juzga al Instituto exclusivamente por su participación en la evaluación de los docentes y se le critica duramente por no haber ejercido su autonomía (lo que se quiera entender por ello) y por no haber oído la opinión de “especialistas” que se oponían a la evaluación de los docentes. A mi manera de ver, el INEE cumplió cabalmente con lo que marcan las cuatro leyes que lo rigen: la Constitución, la Ley General de Educación, la Ley General del Servicio Profesional Docente y su propia ley. En esta apreciación se debe de considerar que el Instituto operó en un contexto político en que se formuló e implementó la reforma educativa; contexto en que se le exigía a la institución una pronta formulación de los criterios para poder operar la evaluación de los profesores que ingresarían el próximo año (2014) al servicio público de educación y de aquellos que recibirían estímulos económicos asociados a la evaluación del desempeño; esquema que sustituiría al programa de Carrera Magisterial.
Respecto a la participación colegiada del INEE para diseñar la evaluación docente (y otras funciones), el INEE contó con la participación de los siguientes cuerpos colegiados: 1) un Consejo Técnico conformado por expertos nacionales e internacionales en evaluación educativa, 2) un Consejo Consultivo conformado por diversos grupos acreditados de la sociedad civil mexicana, 3) un Consejo Pedagógico conformado por docentes, directores y supervisores de la educación obligatoria provenientes de distintas regiones del país y 4) un Consejo de Vinculación conformado por representantes de las áreas de evaluación de las 32 entidades federativas. Adicionalmente, la ley del INEE contempló la creación del Sistema Nacional de Evaluación de la Educación conformado por la junta de gobierno del INEE, al menos dos subsecretarios de Educación y los secretarios de Educación de las 32 entidades federativas. Por lo anterior me hago las siguientes preguntas. ¿El INEE actuó solo, sin los especialistas adecuados? no. ¿La evaluación docente se pudo hacer mejor? sí. ¿El INEE es responsable de la evaluación docente? solo lo que le corresponde por ley. ¿Debe desaparecer la institución por haber acompañado a la SEP en esta tarea? sería un grave error para el país. ¿La evaluación docente la pudo haber cancelado o pospuesto el INEE? definitivamente, no.
El INEE intentó hacer su mejor trabajo y utilizar todo su capital técnico para cumplir cabalmente con sus responsabilidades en el tiempo y contexto en que ocurrió la reforma. Por más que se diga, el problema que hoy enfrenta el INEE no es de orden técnico, ni de falta de participación colegiada, ni de falta de autonomía. Su problema es de orden ideológico y político (en su más perversa acepción), ya que representa la parte más delgada de la liga de la reforma educativa.
Artículo publicado en El Universal.