Defender la escuela pública

Avatar de Lev Moujahid Velázquez Barriga

El proyecto del secretario y los funcionarios allegados en los estados está convirtiendo a la SEP en una agencia de colocación de servicios privados…


El director nacional de materiales educativos puede ser un personaje controversial, a veces impulsivo y otras políticamente “incorrecto” para las hipocresías de la clase gobernante; pero, definitivamente, no es un opositor ni desestabilizador de la nueva escuela mexicana, como aseguran algunos medios de comunicación. Si hay alguien dentro del gobierno federal encarnando el caballo de Troya y es pieza clave para boicotear los principios pedagógicos y filosóficos de la NEM que la identifican con el pensamiento crítico, es el mismo secretario de Educación.

El protagonista de aquel pacto contra México que se presentó como estrategia de reformas antinacionales en el periodo más oscuro del neoliberalismo, arribó a la titularidad de la SEP sin credenciales relevantes en el ámbito de la política educativa, más bien, como pago por su deleznable papel en la instrumentación (las más de las veces, imposición) de acuerdos electorales cupulares, pragmáticos y oscuros con la partidocracia. Tal es es el caso de la venta de candidaturas, incorporación directa o indirecta de las viejas y podridas castas políticas a las filas de la Cuarta Transformación, así como simulación de encuestas para eliminar a los sectores progresistas del partido oficial.

Sus palabras y acciones no se corresponden con el propósito de impulsar un modelo de educación propia que recoja los aportes del pensamiento mexicano, las características pluriculturales del país y de su territorialidad dinámica. Cual si fuera uno más de los dispositivos tecnológicos reiniciando el pensamiento instrumental, sus discursos se parecen más a la reproducción de comandos y algoritmos lingüísticos impulsados por las oligarquías tecnofeudales que presentan la IA y las matemáticas aplicadas en ciencias como medio de salvación de todo; sin embargo, Mario Delgado no ha sumado ni una sola estrategia a las nueve que ya existen, o bien, presentado algún programa sustantivo que materialice, siquiera, la posibilidad de soberanía tecnológica desde la educación básica. Seguramente obvia, deliberadamente, que la China socialista no logró llegar a la cima de la cuarta revolución industrial y sacar de la pobreza a 700 millones de personas repartiendo promocionales de marca Lego, consumiendo ferretería digital en chrome books estadunidenses o comprando capacitaciones emprendedoras de herramientas IA a las universidades privadas, como él lo hace.

El proyecto del secretario y los funcionarios allegados en los estados está convirtiendo a la SEP en una agencia de colocación de servicios privados, que destacan: educación para la dependencia tecnológica; consumación de la escuela pública como primer ambiente para la formación gratuita de maquiladores y empleados de bajo costo; disposición del erario para favorecer a los consorcios de editoriales responsables de estandarizar los aprendizajes y del desarme cultural que ha facilitado el ascenso de neofacismos y la aceptación de recetarios libertaristas de las derechas en los países latinoamericanos; representación de las cámaras industriales, comerciales y patronales para implementar programas socioeducativos que incluyan enfoques, contenidos y materiales de corte empresarial; apertura y promoción oficial de un amplio mercado estudiantil y docente para el consumo de bisutería elaborada por las empresas del edunegocio; capacitación tercerizada para la pérdida de la autonomía profesional del maestro y la aplicación instrumental de cuadernillos, materiales didácticos o enfoques gerenciales de la educación; gestión de evasión de impuestos a través de medidas filantrocapitalistas, como los programas de lentes de Coppel y Bancomer; subrogación de servicios a evaluadoras para el ingreso y promoción docente, y bancarización de la nómina educativa para la especulación con el salario docente.

En este contexto, por supuesto que es necesaria la convocatoria a defender la escuela mexicana que rescata la territorialización de los aprendizajes, el currículo integrador, la comunidad como principio pedagógico para la transformación, la autonomía profesional de los maestros y el pensamiento crítico emancipador; pero no la que promueven las élites militantes y dogmáticas del neoliberalismo educativo. Coincido con quienes han planteado que este llamado no debe ser un medio de salvación personal ni la salida frente a la ruptura interna en la SEP; mucho menos, instrumento electoral de legitimación de grupos y políticas obradoristas que también han golpeado los derechos del magisterio y socavado la educación pública.

En este sentido, hay un universo potencial de colectividades sembradas por toda la geografía, que tiene amplias posibilidades de construirse en organizaciones, con autonomía partidista y gubernamental, para la defensa coordinada de la educación pública y de la escuela mexicana: instituciones de formación e investigación crítica; círculos de estudio establecidos en fogatas freirianas; colaboradores de los libros actuales y materiales educativos; redes, colectivos y movimientos pedagógicos; comités por la distribución de libros de texto que lograron fallos contra organizaciones confesionales, gobiernos conservadores y de la sociedad civil corporativa, restaurando el derecho de las infancias a tener libros gratuitos, laicos y científicos.

Por principio, los centros académicos, comunidades autónomas y colectivos organizadores de la Primera Fogata Internacional de Educaciones Populares, 23 y 24 de enero de 2026, en Morelia, Michoacán, se suman a la convocatoria para conformar la defensa de las alternativas de la disidencia magisterial, de la educación para las autonomías indígenas, la nueva escuela mexicana y sus libros de texto, temas que habrán de consolidarse en acciones durante la Asamblea Comunal de esa actividad, donde participarán representaciones nacionales diversas, así como internacionales de Brasil, Colombia y Argentina.


COMENTARIOS