Andrés Manuel López Obrador se ha pronunciado en diversas ocasiones sobre su rechazo a la Reforma Educativa. De llegar a la Presidencia, nos dice, derogará una reforma que considera de Peña Nieto, que “no es educativa”, en la que “los maestros han sido ninguneados”. No puedo estar en mayor desacuerdo.
Argumentos sobran para contrarrestar sus afirmaciones. Es erróneo reducir un proceso de transformación educativa a una modificación normativa, atribuir el cambio a una administración, cuando el proceso nació antes de la misma y desde afuera del Poder Ejecutivo, y, sobre todo, amalgamar la vocación del magisterio con el acuerdo clientelar del gobierno en turno con los líderes del SNTE y de la CNTE.
El problema de fondo no está en el carácter “voluntarioso” de las declaraciones de los políticos, sino en el método y los criterios para la discusión. Los políticos mexicanos no están acostumbrados a argumentar. En estas elecciones pongamos “el dedo en la llaga”: evidencia, evidencia y evidencia.
Al tratarse de educación, tengamos claro tres criterios.
Primero, lo que importa son las niñas, niños y jóvenes (NNJ). Se escucha fácil pero la evidencia en este país, más en tiempos electorales, demuestra que no es el caso. López Obrador dice que “echará para abajo la reforma educativa”, lo dice pensando que de esta forma negociará con las cúpulas del sindicato si les regresa “el botín” de las plazas magisteriales.
Segundo, el derecho a aprender es un derecho humano consagrado en la Constitución: la escuela es la mejor vía y la única oportunidad para millones de mexican@s para contar con mejores oportunidades.
Tercero, la transformación a un sistema educativo incluyente, es responsabilidad de tod@s.
La educación es un proyecto social o no es proyecto educativo. Intentar servirse de ello para intereses particulares es mantenerse en el pasado y no proponerle nada nuevo a México.
2018 será un año de retos y de enormes oportunidades. Que sea como lo deseamos no está en los candidatos, sino en nosotros, responsables de darles un man- dato. Qué lugar le queremos dar a la educación que está relacionada al México que construiremos para nuestros hijos.
Nosotros hablamos de un país más justo e incluyente cuando hablamos de educación, de la forma en que el derecho a aprender es el mecanismo por excelencia para edificarlo.
La reforma del 2013 es sólo un paso en la transformación educativa que el país requiere y en la cual viene trabajando y deberá seguirlo haciendo, sin importar quién gobierne. Sería interesante que ahora sean los aspirantes los que nos compartan: y tú, ¿qué propones para garantizar el derecho a aprender de NNJ en México?
Artículo publicado en El Heraldo de México