El pasado 1º de mayo, a lo largo y ancho de la República Mexicana, miles de trabajadores salieron a las calles para conmemorar el Día del Trabajo, fecha por demás simbólica para todas y todos aquellos que son el motor y la fuerza que mueve a cualquier país del mundo entero. México, desde luego no es la excepción en esta materia, porque, más allá del discurso oficialista y esperanzador que se pinta de humanista cuando así le conviene, se sabe que las mujeres y hombres mexicanos son de una casta encomiable, o de una casta guerrera si así quiere llamársele, que no le huye al trabajo, por el contrario, le enfrenta y le vence. ¿Qué se sería de nuestro país sin estas trabajadoras y trabajadores que a diario se parten en lomo en sus respectivas actividades y centros de trabajo? Vaya, no vayamos tan lejos, ¿qué sería de nuestro país sin el flujo continuo de remesas que llegan de Estados Unidos de miles de hombres y mujeres que, al no encontrar espacios laborales en el nuestro, tuvieron que partir de su entidad para buscar una mejor calidad de vida?
En esta clase trabajadora, se encuentran las y los trabajadores de la educación, cuya función es de las más importantes y menos apreciadas por propios y extraños; es una actividad que, sin llegar a romantizarla, va más allá de lo que unas cuatro paredes, con algunos materiales didácticos, pueda representar.
Para pocos es desconocida la complejidad de esta labor, sobre todo en estos tiempos, donde la interacción entre padres de familia, alumnos y maestros se ha desdibujado en demasía. ¿Consecuencia de una incomprensible pérdida de valor de lo que representa una escuela y el docente? Pudiera ser, no obstante, en algo hay certeza: el magisterio mexicano sigue padeciendo los estragos de la irrestricta aplicación de políticas neoliberales que han precarizado y desvalorizado su función; dos ejemplos de ello: la Ley del ISSSTE 2007 y la reforma educativa de 2019 con su consecuente LGSCAMM. Leyes cuya esencia es eminentemente neoliberal, aunque el gobierno de la supuesta transformación del país le desagrade o no quiera reconocerlo.
En la primara puede palparse el conservadurismo vivido durante el gobierno del ex presidente Felipe Calderón Hinojosa; en la segunda, es evidente la continuidad de las políticas neoliberales del gobierno del ex presidente Enrique Peña Nieto porque, como es sabido, a la extinta Coordinación Nacional del Servicio Profesional Docente solo se le cambió el nombre, sustituyéndolo por el de la Unidad del Sistema para la Carrera de las Maestras y Maestros. En fin. ¿Qué papel ha jugado el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación en medio de todo ello? La respuesta es muy sencilla: un palero del gobierno.
Para pocos es desconocido el papel tan funesto que desempeñó durante la discusión y posterior aprobación de la reforma a la ley del ISSSTE de 2007; para pocos es desconocido el nefasto papel que jugó en la discusión y aprobación de la reforma educativa de 2013. En ambos casos: el magisterio vivió un estado de indefensión nunca conocido. El SNTE nunca estuvo presente más que para que unos cuantos líderes charros se hincharan los bolsillos. ¿Dónde se encuentra la maestra Gordillo y el profesor Díaz de la Torre? Con seguridad viviendo una jubilación bastante decorosa, una que ningún trabajador de la educación de piso, de los que a pie transitan por las escuelas habrá de disfrutar.
Hoy, desde luego las cosas no han cambiado, el entreguismo del SNTE a través del liderazgo de su charro mayor es descarado. Es obvio, gozar de las mieles del poder por entregar en bandeja de plata la dignidad del magisterio ha dejado buenos dividendos, pero tal goce no es para todos, solo para unos cuantos; sí, que se lea bien: para unos cuantos. ¡Vaya cinismo! Por ejemplo: ¿cuándo, desde la cúpula sindical del SNTE, existió un pronunciamiento o diversas acciones para detener la evaluación punitiva que a todas luces afectaba a miles de trabajadores de la educación durante el peñanietismo?, ¿cuándo, desde la cúpula sindical, durante el lopezobradormismo existió un fuerte pronunciamiento o diversas acciones para que el gobierno cumpliera el compromiso hecho por el mismo presidente de la República para que los trabajadores gozaran de una jubilación digna a los 28 años de servicio en el caso de las mujeres y 30 para los hombres?
Es curioso, pero este pasado 1º de mayo, pareciera que la indicación a toda la estructura sindical desde esa insípida cúpula fue mostrar unidad; pero, ¿cuál unidad? Una cosa es que miles de trabajadores sean voluntariamente obligados a desfilar, y otra a que esa obligación represente eso: unidad. Obviamente, no niego que varios trabajadores de la educación podrían asistir por su propia voluntad, pero asegurar que ello representa unidad es por demás absurdo y ridículo.
Ahora bien, el charro mayor, con sombrero en mano, se jacta de que la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación no tiene la fuerza necesaria para realizar un paro nacional; ya se verá el próximo 15 de mayo. No hay que perder de vista que, guste o no, dicha Coordinadora ha representado una fuerza magisterial importante en el país. Si con su lucha constante lograron que le temblaran las piernas al gobierno de Peña Nieto, ¿qué no podrían hacer en estos momentos?
Desde mi perspectiva, pienso que hay muchas y muchos trabajadores de la educación bastante inconformes con la supuesta “representatividad” de esta organización sindical; de hecho, en varias marchas por el día del trabajo, en varios rincones del país, se pudo evidenciar el descontento que existe hacia estos “líderes magisteriales”. En Tlaxcala, por ejemplo, una delegación sindical mientras transcurría la marcha, se acercó al líder de la Sección 31 para aventarle las playeras y gorras con los logos del SNTE que minutos antes les habían entregado; en otras latitudes, las pancartas, lonas o mantas no se hicieron esperar, pero no fueron de “apapacho o aprecio” hacia ese sindicato, sino de una clara inconformidad, repito, magisterial.
Sí, SNTE, la cuenta está pendiente. Eso lo saben las maestras y los maestros de México.
Veremos que decide la base trabajadora en próximos días. Esa base que no goza de las mieles del senado ni del sueldo por ser Secretario General del SNTE. ¡Ya veremos!
Al tiempo.