Llegamos al fin del ciclo escolar 2019-2020, ciclo que pasará a la historia y que jamás olvidaremos; este se sintió vacío, insípido. Este año no hubo una linda clausura con bailables de los alumnos que egresan del preescolar, no se cantó “No me voy” y brotaron lágrimas en las mejillas de todas las mamás. No hubo tiempo de rayarse las camisas entre los estudiantes o llorar mientras se abrazan en el último día de clases en la cancha del plantel.
Diferentes ideas de celebrar el egreso de los estudiantes surgieron en redes sociales, video llamadas con birretes mientras miraban la pantalla los graduados, felicitaciones por correo electrónico, videos con mensajes emotivos de despedida, kits de graduación enviados hasta su hogar, etc. La creatividad de todos para este momento nos demostró una vez más que somos más sociables y afectivos de lo que creemos; que incluso una pandemia no podrá evitar que desarrollemos estas características innatas que poseemos como seres humanos. Y más si se habla de los mexicanos, quienes tienen el afán de festejar todo lo que logramos.
A lo que sigue.
Algunos planteles optaron por no cancelar y decidieron posponer las fechas de sus eventos de graduación; las ceremonias oficiales y las fiestas banqueteras siguen a la espera de darse cita para no dejar pasar este gran logro de los estudiantes. Muchos podrán decir, no se pudo, a lo que sigue. Pero estará bien irnos ¿a lo que sigue? No podemos pasar al siguiente nivel sin dar cierre y reflexión a lo vivido, a lo trabajado y doy énfasis: a lo aprendido.
No podemos irnos sin darle gracias al padre de familia que sí participó, ese que con ímpetu motivó todos los días a su hijo para dar lo mejor en sus tareas, en su vestimenta, en su comportamiento. No podemos conocer nuevos alumnos sin darle las gracias a los anteriores, a todos aquellos que nos escuchan diariamente con admiración y que pasarán a la larga fila de rostros que se tatúan en el corazón de los maestros.
Seguiremos esperando a que en algún momento podamos dar esta ceremonia tan merecida para muchos estudiantes y si no es el caso, sigamos esforzándonos para dar desde casa ese cierre de ciclo, uno que sea verdaderamente significativo y conmemorativo, aún estando en casa.
¿Pero qué es lo que sigue?
Al estar encerrados no sentimos tan palpable como va el mundo deprisa y el próximo ciclo escolar está por llegar, con o sin virus, llegará. La sociedad necesita de la educación. Y ahora nos toca a los maestros empezar a planear no solo estrategias didácticas, sino también adecuar los contenidos y combinarlos con el uso de plataformas en línea, para poder llegar a una educación semipresencial, porque recuerden que se tendrán sesiones con asistencias alternadas de nuestros alumnos. Prepararnos para una educación futura sin contacto físico, pero siempre humano.
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