Al ignorar la petición que se lanzó desde la plataforma Change para que el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) destinara la cuotas sindicales de un trimestre a las instituciones de salud en México, en solidaridad con la emergencia sanitaria que padecemos, la dirigencia pierde la oportunidad de reivindicar su ya de por sí devaluada imagen ante la sociedad y el magisterio.
La solicitud no pide que se destine todo el presupuesto, que es mucho y que nadie sabe a cabalidad cuánto es. Solo el de un trimestre. Tres meses nomás.
Tampoco se aspira a desaparecer la organización, aunque haya motivos para intentarlo, pues a estas alturas de la vida son más los daños que los aportes a la educación en México.
Intuyo que la demanda no intenta desfalcar al SNTE. No. Más bien nace de la voluntad, la cooperación y el sentido de solidaridad que ha caracterizado al profesorado. Además, creo que hay fondos suficientes para ayudar. El tren de vida de sus dirigentes y la cantidad de desplegados en prensa, me lo confirma.
La exigencia obedece a un principio básico: el presupuesto del SNTE se construye con nuestras aportaciones. Como tal, es válida la inquietud de ayudar a quienes realmente luchan en el primer frente de la pandemia: médicos (as), enfermeras (os) y empleados (as) de hospitales y clínicas, quienes en verdad exponen su vida. Gente que, literalmente, se la está partiendo.
¿Era mucho pedir? Claro que no.
Y sin embargo ignoraron la petición, dejando ver cómo anteponen la ambición a la fraternidad. Parecería un recurso decimonónico para ostentar el poder y efectivamente lo es. Recordemos lo que dice León Tolstoi en su libro El dinero y el trabajo: “el que posee dinero tiene en su bolsillo, como suele decirse, a los que nada poseen”.
Y en ese tenor respondió el SNTE el 6 de abril: se limita a enviar un comunicado lleno de verborrea, lugares comunes y un tufo a naftalina. Llama a la unión, pero no explica qué aportará el sindicato para lograrla (y cómo explicarlo, si no ha podido unificar ni a los maestros). Reconoce el esfuerzo de los trabajadores de salud, pero solo valora “profundamente” su entrega. Exhorta a las fuerzas políticas, empresariales y sociales a ser “generosos”, pero ni siquiera puede destinar tres meses, dos o un mes de cuotas. Nada.
Privilegia, eso sí, su total respaldo al gobierno en turno. Lo pone al inicio del comunicado, no vaya a ser que el presidente no se dé cuenta de que el SNTE (su dirigencia, claro) está literalmente a sus pies. Como lo estuvo ante Peña Nieto, Calderón, Fox y así hasta la náusea.
Parece que el sindicato no se ha dado cuenta de los tiempos que corren. Tiempos en que se requieren instituciones sensibles, transparentes, así como de real y constante diálogo. Encerrada en su castillito, la dirigencia vive en otra época, en otro tiempo, en otra realidad.
Históricamente, el SNTE ha sido un vil instrumento de cooptación política. Por su actuar frente a una pandemia que cimbrará la vida pública en todo el mundo, no manifiesta que vaya a mover un ápice su función abyecta. Así el pobre sindicato rico.