Entre los aciertos fundamentales del gobierno de AMLO está favorecer a la población más pobre y desvalida, pero ese interés prioritario no se refleja fielmente en el proyecto de presupuesto de educación para 2020 que se sometió a la Cámara de Diputados.
Hablemos exclusivamente del ramo 11 que es el ramo administrativo del gasto público para educación. En él se observa un crecimiento del presupuesto educativo de 2.8 % respecto al año anterior pero es insuficiente, pues castiga áreas que desde el punto de vista del discurso han sido calificadas como prioritarias como: 1) los recursos que van directamente a las escuelas; 2) los recursos de las escuelas normales, y 3) los dedicados a la formación continua de los maestros.
Los tres pisos del sistema (educación básica, educación media superior y superior) sufren insuficiencias financieras. No es comprensible que las escuelas normales, cuyo fortalecimiento fue ordenado por el presidente López Obrador, sean castigadas en este ramo con una disminución presupuestal de casi 40%. Esto sorprende pues todos sabemos que las escuelas normales son una clave fundamental para la mejora de la excelencia de la educación.
De los tres pisos del sistema educativo, el más castigado es educación básica que incluye la educación inicial, la preescolar, la primaria y la secundaria, niveles a los cuales concurre, precisamente, la población con menos recursos (los más pobres). Nota: Sabemos que la participación de los vástagos de familias pobres se va reduciendo a medida que se asciende en la pirámide educativa.
Como sucedió en anteriores administraciones, se privilegia a la cúspide y no a la base de la pirámide. Además de esto, este primer piso (la educación básica) presta servicio al mayor número de alumnos (25 millones), ocupa al mayor número de profesores (1.2 millones) y gasta un alto porcentaje de su dinero en el pago de salarios.
Un hecho que fractura el equilibrio presupuestario es el peso financiero enorme que se concede a los programas de becas (que reúnen más de 70 mil millones de pesos que equivale a una cuarta parte del presupuesto total del ramo) y que indirectamente contribuyen a debilitar otras áreas educativas. El presidente de la República ha dado instrucciones de priorizar estos programas sobre los demás, lo cual, lamentablemente, introduce una grave distorsión en el presupuesto.
Todas las ciencias en años recientes coinciden en señalar que la atención educativa a la primera infancia tiene una importancia excepcional para el desarrollo emocional, intelectual y moral de las personas. Por ejemplo, el premio Nobel del año 2000 en economía, James Heckman, hizo la siguiente afirmación: “Invertir en la educación infantil es la mejor estrategia contra el crimen”. Desde ese punto de vista fue un gran acierto introducir a la Educación Inicial en el artículo tercero constitucional como una educación obligatoria.
Hay entre 5 y 6 millones de niños en edad de 0 a 3 años, cifra que representa el mercado potencial de la educación inicial —sobra decir que la mayoría son niños pobres y con múltiples carencias. La esperanza de su redención se diluye cuando se observa que el Presupuesto que se propone para atenderlos en 2019 sufre una reducción de 50% ya que pasará de 800 a 400 millones de pesos. Cantidades irrisorias pues la cobertura actual de la educación inicial es de apenas 5% del total.
Es decir, no contempla el presupuesto destinado al pago de docentes. De esta forma, en cada alumno de educación básica se pretende invertir $541.14 mxp durante 2020, en cada alumno de educación media superior se pretende invertir $18,520.66 mxp durante 2020 y en cada alumno de educación superior se pretende invertir $32,981.11 mxp durante 2020.
Artículo publicado en La Crónica de Hoy.