No alcanzan los sustantivos –engaño, agravio, despojo, desacato, burla– para nombrar una decisión de la Secretaría de Educación Pública, a punto de perpetrarse, que daña las posibilidades de vida plena y digna de millones de niños, especialmente niñas en nuestro país.
En la página de la Comisión Nacional de Mejora Regulatoria está el anteproyecto con el cual la SEP puede dar –si no nos activamos en serio– el tiro de remate a la jornada ampliada y alimentación que tanto bien ha hecho a favor de las niñas de México. Revisando el texto (https://cofemersimir.gob.mx/portales/resumen/53282), se puede confirmar que ya no hay ninguna previsión para destinar parte del monto, 14 mil millones de pesos del programa La Escuela es Nuestra (LEEN), a la ampliación de jornada y alimentación en la escuela que formaban parte integral de un trabajo que ya se venía haciendo desde 2008, bajo el programa de Escuelas de Tiempo Completo.
Es un daño gravísimo, de consecuencias devastadoras, el que se cierne. Cuando la administración actual dio un golpe injustificado, en 2020, reduciendo a la mitad lo que Escuelas de Tiempo Completo tenía en 2019, dejándolo en 5 mil millones de pesos para ese ciclo fiscal. A pesar de las promesas de la SEP y su titular, la operación no colapsó por completo por el cierre apresurado de las escuelas ante el COVID, porque algunos estados pusieron recursos propios para compensar la ausencia del recurso federal, y porque en la opacidad se dejaron de ejecutar medidas compensatorias. Para 2021, y ante la presión de familias, maestros y sociedad civil, los legisladores dieron el mandato de que con fondos del LEEN se atendieran los objetivos de Escuela de Tiempo Completo; en los lineamientos del LEEN, que ya tenía el defecto de origen de un manejo opaco y controlado territorialmente por los operadores de la Secretaría del Bienestar, se marcó “jornada ampliada” y “alimentación” como parte de los componentes a los que se podrían destinar los fondos… con lineamientos vagos y deficientes se estaba justificando el atraco.
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Más de 27 mil escuelas y 3.6 millones de estudiantes se quedan, ahora definitivamente, a la deriva, a causa de la soberbia, la incapacidad, la cerrazón a la colaboración y la crítica de las autoridades federales. Se dejan de ofrecer más de un millón 600 mil comidas, que en la mayor parte de los casos eran la principal –o la única– comida de plena nutrición para las y los beneficiados. El programa Escuelas de Tiempo Completo recibió las mejores evaluaciones de parte de Coneval y la UNICEF estudió los beneficios para la salud y desarrollo para niñas y niños, para la participación y autonomía de las familias, especialmente para las madres, que demostraba la alimentación en la escuela, recomendando en 2019 su ampliación.
Ni qué decir de maestras y maestros: quienes podían arraigarse en la comunidad, ofrecer esas horas extra para reforzar aprendizajes y desarrollar tutorías, son burlados en las promesas que les hicieron, afectando su proyecto profesional y de vida, y por supuesto golpeando sus ingresos. Reducido a un programa de albañilería, el LEEN que propone la SEP dice, en la práctica, que las clases de idiomas, deportes y artes son para quien pueda pagarlas, que el poder de compra de las familias determina qué formación después del mediodía les toca a niñas y niños de contextos marginados. Que vale más invertir en activar cemento y varilla, no en su florecimiento como personas.
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Las Reglas de Operación en anteproyecto, son además un desacato a decisiones del Poder Judicial de la Federación. En contra de lo que argumenta el Juzgado Octavo con el criterio jurisprudencial de la progresividad de los derechos humanos y mandata la sentencia del amparo 301/2021-VI, promovido por nosotros, la SEP extingue lo que queda de posibilidad para ampliar jornadas y ofrecer alimentos. Cabe preguntarse qué entiende en la realidad por ‘vida saludable’ un régimen que contraviene el interés superior de la niñez en tan grotesca forma.
Como atinadamente sostiene Alejandra Núñez, este golpe daña principalmente a las niñas que en lugar de recibir una comida nutritiva en la escuela y tomen fuerza para aprender mejor y aprender de temas y habilidades que no dan las cuatro horas de la mañana, se las va a poner en la calle al mediodía, tal vez tengan que preparar ellas mismas magras ingestas, y su tarde puede ser de trabajo doméstico, subsidiar –perdiendo mucho de su propia voz y agencia– las tareas de cuidado de adultos mayores o hermanos, incluso quedar más expuestas al abuso y la violencia, sólo por la obsesión de repartir recursos a los adultos para cosechar agradecimientos o votos. En lugar de jornada ampliada, despojo ampliado contra las niñas. La SEP debe parar esta decisión tan desubicada y reconsiderar. Si no nos indignamos ahora, y no hacemos frente común, permitiremos que las dañen. Que no haya silencio cómplice ante esto.