En los años dorados del peñanietismo, existió un instituto que recibió duras críticas por parte de la disidencia magisterial y por no sé cuánto aspirante a político de “izquierda” en México; me refiero al extinto Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE). Un organismo que, como su nombre lo dice, tenía en sus manos la evaluación del Sistema Educativo Nacional y, para ello, se fortalecieron muchas de las funciones con las que ya contaba pues, como se recordará, su constitución no comenzó en el sexenio de Enrique Peña Nieto, sino unos años atrás, cuando se pensaba que “evaluar” podría lograr la “calidad” en el terreno educativo.
Sobre esto último, recuerdo que hace once o doce años, Mario Delgado, senador por el PRD, señalaba que en su partido político estaban muy comprometidos con la calidad educativa, con el desarrollo de los maestros a través del Servicio Profesional Docente (SPD) y con un Sistema Nacional de Evaluación de la Educación; por ello es que proponía, que en el artículo 3º de la Constitución debía asentarse el tema de la evaluación para que, a partir de ahí, se fortaleciera al INEE, tal y como se había propuesto en el marco del Pacto por México, no sin antes impulsar a ese SPD basado en la mejora constante de las competencias docentes y de la evaluación al desempeño docente (https://youtu.be/QY4oPwVtYZY?si=R23cOMom2LZsd_FI). En efecto, así se propuso y así se aprobó.
Sí, quien hoy funge como Secretario de Educación en el gobierno de Claudia Sheinbaum, fue uno de los principales impulsores de la reforma educativa de 2013, pero bueno, esa historia ya la he contado en varios textos; lo que me parece importante destacar de todo esto es que, en esos años, se consideraba absolutamente indispensable contar con un organismo que tuviera entre sus funciones, diseñar algunas políticas tendientes mejorar la calidad del sistema educativo a través de la evaluación.
Pasaron los años y, obviamente las “aguas políticas” llevaron a esos “políticos” a reubicarse en el lugar donde mejor les acomodara pues, vivir a costa del erario siempre deja muy buenos resultados, ¿acaso se pensaba que iban a perderlos?
Por esas cosas curiosas que tiene la vida, el mismo personaje, que apoyó con todo la reforma educativa de 2013 cuyo contenido violentó a más no poder los derechos laborales de los trabajadores de la educación de México, ya como diputado y Coordinador en la Cámara de diputados del grupo parlamentario Morena, vio con otros ojos la necesidad de echar para atrás aquello que él mismo había impulsado: la reforma educativa de 2013 considerando, ahora sí, a los maestros y padres de familia (https://youtu.be/kUC8gQ4_rHI?si=kaYtvNPh-JYhjXlJ). Meses más tarde tal acción se concretó y, como se recordará, con la aprobación de la reforma a la reforma educativa de 2013, se desapareció al INEE y se conformó la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (MEJOREDU) a partir de la discusión y aprobación de la Ley reglamentaria del artículo 3º constitucional en materia de mejora de la educación.
Varios de los trabajadores que estaban adscritos al INEE y al SPD, con la creación de estos “nuevos” organismos fueron despedidos, reubicados en la Secretaría de Educación Pública (SEP) o integrados a la “nueva” Unidad del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros (USICAMM) y, es probable, que otros tantos se hayan colocado en la naciente MEJOREDU; obviamente sin dejar de lado a aquellos que recién se hubieran contratado para laborar en dichos “nuevos” organismos. En fin.
Igual que antaño, meses después de la “hazaña” referida líneas atrás, ya como presidente de Morena y, después como Secretario de Educación Pública, el mismo Mario Delgado fue testigo mudo de la desaparición, irrisoriamente, de lo que en su momento también había impulsado y apoyado: la Comisión Nacional de Mejora Continua de la Educación; esto, solo porque el ex presidente López Obrador consideraba que todos los organismos autónomos eran un exceso para la supuesta austeridad republicana y porque no correspondían a los “intereses del pueblo”. Jamás hubo un análisis real de lo que cada uno de ellos aportaba a la sociedad y al país.
Como se sabe, para el logro de este objetivo, se dieron acalorados debates en el poder legislativo, sin embargo, “la aplanadora” morenista hizo lo suyo y, sin más ni más, de tajo se desaparecieron estas instituciones, entre las que se encontraba la extinta MEJOREDU.
¿Qué ha pasado con los trabajadores que se encontraban laborando en la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación? Hasta el momento en que cierro estás líneas, siguen manifestándose en la Ciudad de México porque, igual que antes, Mario Delgado no ve ni escucha, solo sirve y se sirve a lo grande. ¿En verdad será mucho pedir el tener o mantener una mesa de diálogo para escuchar a estas trabajadoras y trabajadoras de este organismo que en su momento fue funcional para sus propios intereses políticos y partidistas?, ¿no acaso un gobierno que dice impulsar el humanismo mexicano tendría que ser sensible para escuchar las demandas y necesidades de estos solicitantes?, ¿no acaso todas las personas merecen un trato digno por parte de funcionarios o servidores públicos que deben de actuar conforme a un código de ética?, ¿no acaso un secretario de educación tendría que dar muestra de esa sensibilidad porque, como bien se dice, se educa con el ejemplo?
Sí, Mario Delgado es un experto en desaparecer, sin remordimiento, lo que de alguna forma él mismo creó e impulsó; lo malo de todo este asunto es que desde la presidencia de la República se está de acuerdo con esto, no importando si el trabajador o trabajadora tiene familia. En fin.
¡Vaya sensibilidad de un gobierno que se dice sentirse sensible ante las injusticias cometidas en contra de las y los trabajadores! ¡Vaya segundo piso de la cuarta transformación! ¡Vaya transformación!