El mayor error del ex presidente Andrés Manuel López Obrador en el ámbito educativo, fue colocar en la Secretaría de Educación Pública (SEP) a tres, digamos, personajes que, de educación, entienden y entendieron lo que yo de astrofísica cuántica, me refiero a Esteban Moctezuma, Delfina Gómez y Leticia Ramírez. El primero, buen comunicador, pero nada más. De Delfina y Leticia poco, pero muy poco se puede hablar. La primera de ellas evidenció que la ambición por el poder puede llevar al ser humano a emplear una dependencia tan importante en la sociedad, como un trampolín para llegar a una gubernatura, en este caso, del Estado de México, y así fue. La segunda fue la equivocación más grave del exmandatario nacional, pero se entiende, viejo lobo de mar en la política, prefería tener ciertos peones en determinados puestos para manejarlos a su antojo.
No, a estos ex Secretarios de Educación no se les puede atribuir lo que hoy se sigue conociendo como Nueva Escuela Mexicana y su consecuente Plan de Estudios 2022 para la educación básica; su capacidad no daba para ello. Tampoco se les puede atribuir la “calma” en la que se mantuvo el magisterio mexicano a lo largo y ancho de la República Mexicana en este sexenio. En tales cuestiones (y más), siempre estuvo latente la figura y astucia de López Obrador. Es obvio que este político tabasqueño, tras varios años de andar persiguiendo el poder, estableció una serie de alianzas que, conjugadas con diversos momentos que se vivían en el país, lo llevaron a Palacio Nacional. Pero no llegó solo, detrás de él se encontraba toda una estructura que operaba para que su “pensamiento” permeara en el pueblo, y lo logró. Los índices de popularidad con los que dejó la presidencia superaron por mucho las expectativas de propios y extraños.
La llegada de Claudia Sheinbaum Pardo a la presidencia no fue un hecho inesperado, ni Marcelo Ebrad, Adán Augusto López o Gerardo Fernández tenían posibilidades; López Obrador lo sabía y ellos lo sabían. No obstante, se esperaba (al menos yo lo esperaba), el nombramiento de un Secretario o Secretaría de Educación que corrigiera los yerros cometidos por el lopezobradorismo; sin embargo, no fue así, la llegada de Mario Delgado a la silla que una vez ocupó Vasconcelos no auguraba nada bueno, y así está sucediendo.
“Más territorio y menos escritorio” no es una linda frase que puede expresarse sin un claro entendimiento, y mucho menos puede emplearse como un eslogan de gobierno cuando sus acciones se contraponen a ello.
Y es que lo territorial no alude al hecho geográfico, aunque sí lo considera, tampoco es una abstracción que indistintamente separa un elemento de su contexto, aunque en cierto momento si lo hace; tal enfoque adquiere relevancia cuando se establece una relación a partir del reconocimiento de lo común y diverso. La escuela y comunidad es un claro ejemplo de ello, porque en dicha relación se pone de manifiesto lo heterogéneo, lo dinámico/activo y lo complejo. No es para menos, es un espacio donde las relaciones generan una especie de constructo escolar y cultural de gran valía, pero otra vez, desde lo diverso, sin la homogeneidad con el que lo ven desde un escritorio o Secretaría. Como diría aquel: lo diverso es diverso, y punto.
Esto último, al parecer, poco puede entenderse cuando desde el poder se mira (de lejos) esa diversidad. No basta con reconocer que somos un país pluricultural, dada la existencia e interacción de diversas culturas. No basta con reconocer que el sistema educativo es complejo dada la naturaleza con la que fue construido. No es suficiente con reconocer que hoy día este sistema está enfrentando serios desafíos por esa misma complejidad que lo caracteriza.
Es curioso, como dos visiones tan distintas pueden coexistir, tal vez, en tensa calma. Por un lado, se encuentra aquella en la que habitan y se mueven los funcionarios de primer nivel del o de los gobiernos en turno, por el otro, aquella que a diario ubica a maestras y maestros en el lugar que se encuentran, con todas sus bondades, con todas sus vicisitudes, con todas sus broncas, con todos sus problemas, pero… ¿así es la docencia?
Sí y no.
Desafortunadamente se ha normalizado, y casi instituido, que los funcionarios que llegan a ocupar un puesto en cualquier sexenio sean unos neófitos o ignorantes; el carisma del líder que gobierna puede eclipsar cualquier yerro cometido o pago de facturas que se haya prometido. ¿Y la docencia? Ahí continua, con o sin funcionarios, siempre continua. El meollo del este embrollo es que mientras funcionarios y gobiernos van y vienen, dicha docencia, como profesión, va perdiendo el “peso” que antes tenía. ¿Consecuencia de múltiples factores? Es cierto, porque la diversidad nos remite a ello. Entonces, ¿por qué la toma de decisiones desde la centralidad y no desde la diversidad?, ¿no tendrían que construirse las condiciones para que la o el docente actúe en consecuencia?
Hoy día, por ejemplo, muchísimos padres de familia están en extremo empoderados, a tal grado que a la escuela y al docente se le observa y se le trata como sirviente, cuando tendría que ser considerado y tratado, como ese valioso apoyo que coadyuva a la educación de sus hijos. ¿Qué hacen muchas autoridades? Nada. ¿Qué hacen las y los maestros? Resuelven, pero tal resolución a veces implica, desafortunadamente, la inacción, ya sea por omisión o por acción.
Hace unas semanas una maestra me compartía un terrible hecho acontecido en una escuela primaria. Una menor de segundo grado estaba siendo fuertemente violentada por su padrastro; la docente, conforme al conocimiento de los protocolos existentes, dio parte a su autoridad inmediata y ésta a quien corresponde. La intención fue buscar la manera de salvaguardar la vida de la niña, sin embargo, por esas “cosas extrañas” que tiene la vida, la docente y el director recibieron una llamada en la que se les pedía que dejaran las cosas como estaban.
Hace unos días, esta profesora ha comenzado a recibir mensajes con amenazas por haberse “entrometido” en lo que no le correspondía. Ahora teme por su vida.
¿Qué hace tan flamante Secretario de Educación en estos días? Grabando videos para TikTok; así de surreal es nuestro México.