El sector educativo es amplio y complejo, representa una gran suma de intereses y voluntades, lamentablemente, desde hace ya tres décadas, se sigue utilizando al sector como espacio político, pero no atina a convertirse en una gran suma de fuerzas con un solo rumbo como lo han hecho las grandes potencias en la materia para realizar un cambio con certidumbre, de tal manera que vale la pena revisar algunos aspectos que componen el escenario que nos rodea en el tema educativo
En principio, vale la pena rescatar diferentes aspectos que se han desarrollado en esta área del sector público nacional y que han representado, a juicio personal, un avance en el sector. Un aspecto por demás relevante fue el cambio de discurso y acción con respecto al trato al magisterio con respecto a la administración del presidente Peña Nieto, que estuvo plagada de fuertes golpeteos, desconfianza, desarticulación y descontextualización de un área que nunca atinó a representar un rumbo sólido que no fuera el que marcaba en su momento la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la ideología del mercado exclusivamente. Por otra parte, por lejos, este ha sido el sexenio de crecimiento de las Escuelas Normales, siendo este el sector que más a crecido con respecto a cualquier otro subsector en el rubro.
Con respecto a los aspectos negativos, se puede ver el que, en la edición vespertina del Diario Oficial de la Federación de este pasado viernes 19 de agosto, se publicó el acuerdo número 14/08/22 por el que se establece el Plan de Estudio para la educación preescolar, primaria y secundaria. Este hecho por sí solo no es un problema, debería de ser una gran noticia, porque un nuevo plan de estudios, en el marco de la comunidad internacional, representa la actualización o modernización de los planes y programas, sin embargo, en el caso de México, este hecho se vincula con otra serie de acontecimientos que hacen ver que representa una pesada carga adicional para las maestras y maestros en México, ya que en el presente, en las escuelas de educación básica se habrán de conjuntar tres planes de estudio de manera simultánea (2011, 2017 y 2022) lo que complejiza en gran medida la tarea educativa. Un plan de estudios por cada gobierno de los últimos tres, siendo que un plan de estudios debería de pasar al menos dos generaciones para ver su utilidad y frutos.
Finalmente, de los aspectos por demás nocivos para la educación, tiene que ver con los ajustes a medias que se tuvieron que realizar en la legislación educativa, entendible desde el punto de vista que las curules con las que contaba la fracción política que respalda el gobierno federal, hubo que hacerse una especie de “Frankenstein” normativo, en donde aquella promesa de que no quedara “ni una coma” de la mal llamada reforma educativa, pasó a una serie de organismos cuyos efectos se sienten en las problemáticas de diario sufre el personal docente con respecto a admisión, cambios y promoción. Y no es tanto problema del personal, sino en mucho de la legislación que sigue privilegiando un esquema que ya demostró su inutilidad desde el sexenio pasado.