Libertad individual y libertad social. Apuntes del debate Arriaga-Nuño

El debate que esperaba escuchar entre Arriaga y Nuño era una conversación, desde las necesidades educativas del México actual...
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¡Qué se aparece Aurelio Nuño! ¡Y en debate con Marx Arriaga! No sé ustedes, pero yo, ya ni lo recordaba. Tiempos electorales. En fin. Al principio decidí ver el debate pensando, ingenuamente, que sería la oportunidad de escuchar un diálogo entre dos visiones educativas distintas, ¡en voz de dos de los actores políticos principales que representan estos enfoques educativos! Conforme pasaron los minutos lo vi más por morbo, por ver las reacciones sarcásticas en uno y otro.

La discusión entre Aurelio Nuño y Marx Arriaga, aunque confrontando visiones distintas de las acciones del gobierno del sexenio actual frente a las del gobierno anterior, tornó sosa con los ataques y ofensas desde ambos lados del discurso. No analizaré en detalle los comentarios de mal gusto, y tampoco quiero referirme a la calidad y veracidad de los argumentos que salían de estos dos personajes que se comportaron como intérpretes de una comedia involuntaria. Sin embargo, no está de más invitar a leer sobre La amnesia de Aurelio Nuño y Actualidad de Freire para tener en cuenta un par de breves reflexiones críticas a las posturas representadas por Nuño y Arriaga.

¿Entonces qué quiero comunicar en este texto? Bueno, unas cuantas palabras sobre la educación para la libertad individual, punto sobre el que Nuño iba y venía en su discurso. Y que, siendo honesto, me desesperé al ver la pasividad de Marx, deseando que respondiera con una frase que incluyera: “la comunidad al centro”.

Una diferencia sustancial entre los enfoques educativos de la Nueva Escuela Mexicana (NEM) del gobierno actual y el enfoque de educación integral del sexenio peñista radica precisamente en la relación establecida del individuo y la sociedad con la entidad abstracta libertad. Ambos enfoques podemos visualizarlos, de manera simple, como un triángulo equilátero en cuyos vértices encontramos lo individual, lo social y la libertad. Este triángulo tenemos que imaginarlo dinámico, e imaginar que el triángulo tiene posibilidad de dejar de ser equilátero y tomar otras formas según las nuevas medidas de sus lados y ángulos. Me explico.

En el caso de la NEM el centro está en la comunidad, en lo social, por tanto, podemos considerarlo el vértice desde el cual se determinará la relación con los otros vértices, el individuo y la libertad. En el modelo educativo que defiende Nuño el estudiante está al centro, lo que significa que el individuo es el vértice desde el cual se determina la relación con la comunidad y la libertad.

Ambas posturas tienen sentidos distintos. En la NEM, son las construcciones sociales y ambientes culturales quienes regulan el aprendizaje. En cambio, en el enfoque de la educación integral defendida por Nuño, el desarrollo pleno del individuo es el mediador del aprendizaje. La distinción tiene sentidos e implicaciones completamente opuestas al pensar las finalidades y funciones de la educación.

Estaremos de acuerdo en que los humanos somos animales sociales conscientes y esto significa, parafraseando a Fernando de Azevedo, que tenemos individualidad biológica y social. La individualidad biológica se refiere a nuestra personalidad, nuestras experiencias del ser, nuestras necesidades psicológicas como personas. Pero somos miembros de una sociedad, por lo que nuestras ideas son resultado de las interacciones y la socialización con otros, y nuestra individualidad social responde a las necesidades sociales de nuestro entorno. ¿Qué quiero decir con esto? Que un modelo educativo favorece la individualidad biológica y otro la individualidad social. Así, el modelo educativo defendido por Nuño es de corte individualista, mientras que el modelo representado por Arriaga es de corte social. Sin embargo, estas ideas estuvieron fuera de la mesa de discusión.

El debate que esperaba escuchar entre Arriaga y Nuño era una conversación, desde las necesidades educativas del México actual, sobre la clásica paradoja entre lo individual y lo social en la educación: ¿cómo es posible potenciar el desarrollo de la individualidad y, al mismo tiempo, favorecer la colaboración y participación activa en sociedad?

Nuño aludía constantemente a una educación para la libertad individual y la creatividad, tal que el estudiante sea autónomo sin someterse a la voluntad de otros.  Arriaga, sostenía que su modelo educativo se construye desde la base de la participación de los actores educativos, sin hacer distinción y exclusión por filias políticas, y que por ello es un modelo verdaderamente representativo de la libertad. Palabras más, palabras menos.

No podemos negar la naturaleza social de la educación. El aprendizaje ocurre con otros, no obstante, lo que se aprende es una construcción individual. Aquí vale preguntarnos en qué medida priorizar procesos educativos individuales o procesos de interacciones sociales resulta en personas individualistas o personas con mayor conciencia social. Para hacer un análisis con relación a si procesos educativos que favorecen la individualidad resulta en personas más autónomas e independientes, y con relación a si la educación participativa propicia mayor conciencia social, deberíamos analizar los materiales utilizados y cómo se emplean. Por ejemplo, los libros de texto.

Al finalizar el debate, Arriaga y Nuño se comprometieron a un segundo diálogo con la intención de discutir sobre los libros de texto. ¿Será que nos platicarán, por un lado, cómo el libro de texto contribuye al desarrollo pleno del individuo y, por el otro, cómo ese libro de texto responde a las necesidades sociales? ¿O seguirán con lo mismo: ataque político y comedia involuntaria? Yo vería el debate con la expectativa académica y pedagógica, aunque al transcurrir los minutos, nuevamente, el morbo sea mi motivo, finalmente la discusión de lo individual y lo social sigue abierta, podríamos leernos nuevamente por aquí.