La UPN en tiempos de la IVT: ¿Transformación o decadencia?

Rosa María Torres ha sido un obstáculo, un flagelo institucional, ¿qué pretende la SEP con ratificarla en el puesto, si es que esa es su intención?
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Fotografía: La Izquierda Diario

Durante los últimos seis años, los mismos del primer gobierno de la llamada cuarta transformación, los trabajadores académicos de la UPN hemos visto y vivido en carne propia un progresivo deterioro institucional. Todas las voces coinciden: la administración de Rosa María Torres es directamente responsable.

A lo largo de su gestión, no han faltado las denuncias colectivas e individuales, expresadas en escritos y correos institucionales y en menor medida, también en los medios. Hasta la fecha, permanece en la entrada principal una manta que denuncia a una rectora ausente, completamente subordinada a los designios gubernamentales, carente de iniciativa, ayuna de proyecto e ideas propias.

La suya ha sido una política institucional fallida en tiempos de transformación. Para muestra varios botones.

1.- Opacidad en contrataciones y arbitrariedades laborales al por mayor, como modificar sin previo aviso las categorías de contratación de los académicos interinos, bajándolos de titular C a titular A, o modificar el contrato de tiempo completo a horas asignatura, lo cual repercute considerablemente el nivel de ingresos de los afectados.

2.- Abuso de poder ha sido el sello de esta administración, interpretando a su conveniencia el decreto de creación y el reglamento del personal académico, para otorgar facultades de decisión académica a instancias como el Consejo Técnico integrado por autoridades, para decidir a quiénes se recontrata y a quiénes no o para definir nuevos mecanismos de ingreso, o bien reducción arbitraria de grupos y redistribución de espacios, sin tomar en cuenta a los colegios de docentes.

3.- Violencia institucional: profesores que cubren todos los requisitos académicos para ocupar interinatos de tiempo completo, han sido despedidos. El acoso hacia quienes protestan o cuestionan este estilo singular de gestionar la UPN, ha llegado hasta la delegación sindical de académicos, algunos de cuyos miembros han recibido oficios intimidatorios por las opiniones expresadas en el correo institucional.

4.- En el Congreso Nacional para la modificación del estatus jurídico de la UPN, en lugar de defender y encabezar de principio a fin este importante proceso, se limitó a seguir instrucciones. Cuando el proceso culminó y se entregaron los resultados, la rectora guardó silencio y se mantuvo al margen, en ningún momento asumió la defensa de los resolutivos ni se le vio encabezando un acto público en el poder legislativo.

5.- Indolencia, desatención, sordera. Rosa Ma. Torres ha cobrado seis años como rectora de la UPN, los mismos que ha permanecido ausente, ocupada como estuvo en trabajar para la SEP, mientras los problemas en la institución se fueron acumulando. Ante los conflictos internos, su política ha sido esconderse y no responder, incapaz de proponer y posicionar a la UPN frente a la SEP. Y cuando se ha dignado a responder, lo ha hecho utilizando los típicos machotes de oficinas gubernamentales.

6.- Improvisación de un nuevo mecanismo de ingreso a las licenciaturas para bajo el argumento de incluir a todos los jóvenes interesados en estudiar, se convirtió en un cedazo que culminó en una caída estrepitosa de la matrícula de nuevo ingreso en las licenciaturas escolarizadas. Un buen número de quienes sobrevivieron a los filtros de un supuesto curso de nivelación, optaron por inscribirse en las unidades UPN de la Ciudad de México más cercanas a su domicilio.

7.- Las goteras, pisos levantados, mobiliario en ruinas, aulas sin acceso a internet, equipamiento tecnológico obsoleto, el abandono de un amplio comedor que daba servicio al personal académico y trabajadores antes de la pandemia y hoy se encuentra cubierto de hierba, son fiel reflejo del deterioro institucional.

En lo que va del presente año, quizá pensando que así convencerá a Mario Delgado de su ratificación, ha convocado en dos ocasiones a coordinadores de área y directores de unidades de la Ciudad de México.

En la primera, efectuada el 10 de enero, convocó únicamente a los responsables de tres licenciaturas de Ajusco para requerir la participación de 20 profesores de cada programa en un proyecto de acompañamiento a docentes en servicio de las escuelas de la Cd. Mx. sobre la NEM, a solicitud de Luciano Concheiro, actual titular de la Administración Federal de Servicios Educativos de la Ciudad de México. La única información al respecto es un power point cuyo logotipo está fechado en el 2022.

En la segunda reunión efectuada el viernes 24, convocó a todos los coordinadores de área y a los directores de unidades de la Cd. de Mx., para informarles, entre otras cosas, que la nueva titular de la Subsecretaría de Educación Superior (SES) ya había sido nombrada, pero por ahora, todo seguiría igual, sin hacer mención alguna a su ratificación. Los temas delicados ahí tratados, focos rojos que debieran preocuparnos a todas y todos, fueron los siguientes:

a) En adelante, ya no será el Consejo Técnico de la UPN el que revise y apruebe las contrataciones, algo de por sí irregular. Ahora será Hacienda quien las autorice, no serán superiores a 18 horas; por “lineamientos generales de la administración pública” (¿¿¿cuáles???), los contratos serán de cinco meses, ya no de cinco y medio para prestar servicios por honorarios. Así las cosas, hay profesores interinos con horarios ya asignados, que no han sido informados si serán recontratados o no, se encuentran en el limbo laboral. Tal parece que se busca orillar a los afectados a trabajar, ya no quince días, sino un mes sin paga,

b) Plazas: no ha habido ni habrá concursos de oposición porque las plazas vacantes son muy altas (titular C); además, existe una considerable desproporción entre matrícula y docentes, también entre académicos y administrativos. Hacienda no aceptará más que cierto número de contrataciones, por debajo de las plazas autorizadas, obviando que la mayor parte de las vacantes son por jubilación o fallecimiento, lo que significa que forman parte del techo presupuestal autorizado.

El balance que hacemos de las causas que nos han llevado hasta aquí son:

  • Adelgazamiento progresivo de la planta académica de tiempo completo, en su lugar, contratar académicos en condiciones de desprotección total e inestabilidad permanente.
  • Parálisis y silenciamiento autoimpuesto; en seis años no nos atrevimos a criticar a la cuarta transformación, en espera de una transformación que en el caso de la UPN, nos acerca cada día más al precipicio.
  • Una comunidad dividida, más que por las diferencias históricas entre grupos, por las falsas promesas de autonomía, con un congreso que resultó ser un distractor para desviar la atención de lo que al mismo tiempo estaba ocurriendo.

Rosa María Torres ha sido un obstáculo, un flagelo institucional, ¿qué pretende la SEP con ratificarla en el puesto, si es que esa es su intención? ¿Por qué demorar tanto el nombramiento de nuevos directivos para relanzar a la UPN como una institución con capacidad probada en la formación de profesionales de la educación y la formación de docentes, desde una perspectiva crítica a la educación neoliberal cuestionada por la 4T?

Sirvan estas líneas para alertar una vez más, como otras y otros lo hicieron antes, sobre la precarización, el deterioro institucional y quizá la desaparición a que nos lleva una rectora como Rosa Ma. Torres y una SEP para quien la UPN parece ser una carga, en lugar de una institución aliada que por su larga experiencia y conocimiento acumulado podría contribuir a la consolidación de la NEM y a los cambios de paradigma en la educación que se ha propuesto el gobierno de la cuarta transformación.

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