La silla de José Vasconcelos

Los detractores de la 4T, no perdonan que luchadoras incansables, humildes maestras como Delfina Gómez y ahora Leticia Ramírez (que alguna vez ...
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Qué duras y fuertes han sido las descalificaciones en los últimos días, contra la Maestra Leticia Ramírez Amaya en su designación como nueva Secretaría de Educación Pública.

No tiene ni una semana en el cargo y ya la responsabilizan hasta del desastre en que dejó el neoliberalismo al sistema educativo nacional en los últimos 35 años.

Son muy duras las descalificaciones contra la Maestra Leticia, que, desde luego, podemos denunciar que está sufriendo una terrible campaña negra, y es víctima de violencia política de género, por ser mujer y ocupar un cargo tan importante dentro del gabinete del gobierno de México.

Hasta la ex dirigente del SNTE, Elba Esther Gordillo Morales, se expresa molesta con esta designación, cuando debería de estar dando explicaciones, que hizo con las cuotas sindicales de más de 2 millones de maestros durante más de 30 años.

Los detractores de la 4T, no perdonan que luchadoras incansables, humildes maestras como Delfina Gómez y ahora Leticia Ramírez (que alguna vez estuvieron frente grupo) lleguen a ocupar la silla que alguna vez ocupó José Vasconcelos, Jaime Torres Bodet, Narciso Bassols. ¿Cómo es posible? Cómo imaginarlo, si este espacio en los últimos 35 años estaba reservado para los amigos, los compadres, familiares cercanos del jefe del ejecutivo en turno. ¿Cómo van a perdonar eso?

No importaba que no tuvieran una formación docente los nuevos secretarios, no importaba si no sabían leer, no importaba que jamás hubiera estado frente a un grupo. Eran designados al frente de la SEP y nadie decía nada.

Por eso, al cargo llegaban secretarios con diferente profesión, con diferente formación, con diferente trayectoria muy ajena al papel docente.

Para muestra un ejemplo, revisemos la experiencia docente de Emilio Chuayffet y Aurelio Nuño enseñando a leer y a escribir a grupos de treinta niños en cualquier parte del sur del país, no hay tal. Porque no tuvieron esa experiencia y necesaria trayectoria docente, y que nadie se equivoque, no se puede conocer mejor al sistema educativo, si no conocemos las condiciones en que desempeñan su labor miles de maestras y maestros en cada rincón del país, si no conocemos las limitaciones que viven los niños en condiciones de pobreza, si no conocemos la infraestructura escolar, los planes y programas de estudio que no tienen los mismos resultados en contextos diferentes.

No se puede conocer mejor la realidad del sistema educativo si no es de manera directa; en la propia escuela, en las aulas escolares.

Por eso, la lógica neoliberal no alcanza a comprender cómo es posible que una maestra o un maestro pueda siquiera soñar con llegar a ocupar la silla de José Vasconcelos. Y cuando esto ocurre, los emisarios del pasado se sienten ofendidos, agredidos, y no perdonan que un trabajador llegue a ocupar un cargo de dirección en el futuro de la patria.