Dos reformas constitucionales quedan pendientes de los compromisos de campaña realizados: la Reforma Laboral y la Reforma Educativa. Hay tiempo de sobra para llevarlas a cabo, pues el periodo ordinario termina hasta abril. Más aún, aunque tuviésemos poco tiempo, siempre se podría citar a un periodo extraordinario de sesiones, entre mayo y agosto.
Por ello, no acabo de entender la prisa que se tiene para que el miércoles 20 de marzo se aprobara en comisiones unidas, la Reforma Educativa que da marcha atrás a la contrarreforma realizada por el gobierno de Enrique Peña Nieto. El gobierno anterior habló insistentemente de una Reforma Educativa, pero en realidad, se llevó a cabo una contrarreforma laboral que buscaba liquidar los derechos del magisterio. Más de 800 profesores fueron despedidos por oponerse a esta medida punitiva y desmanteladora de sus derechos laborales.
Considero que de las iniciativas presentadas en la materia, la realizada por la fracción del Partido del Trabajo es la más fuerte y la que más coincidencias tiene con las demandas del magisterio.
La iniciativa citada contempla la educación integral desde la inicial, es decir, desde la educación a los 45 días de nacido -siendo obligatoria para el Estado mexicano otorgarla y un derecho para las familias ejercerla, esto es, el derecho estaría asegurado y serían las familias las que decidan si lo ejercen o no- hasta la educación superior, que no se conforma con ser laica, gratuita, obligatoria -la obligatoriedad de ofrecerla es para el Estado Mexicano- y de espléndida calidad, sino que busca basarse en el respeto absoluto de la dignidad humana. La iniciativa petista le llama “intangibilidad de la dignidad humana”. Debo reconocer que a mí el término “intangibilidad de la dignidad humana” me parece abstruso, pero mi fracción parlamentaria ha insistido en que este concepto es la piedra de toque de su propuesta y del nuevo paradigma educativo.
La educación se construye desde el corazón mismo de nuestro pueblo, considerando su diversidad, su plurinacionalidad y su enorme riqueza cultural, fundamentada en el respeto irrestricto de la dignidad humana.
El martes 19 de marzo, la fracción del PT tuvo una reunión con el titular de la Secretaría de Educación Pública, Esteban Moctezuma. Percibí coincidencia y apertura por parte del responsable central de esta reforma y de la educación pública mexicana.
Los dos puntos que implicaban cierta dificultad era la reinstalación de los profesores despedidos, donde había coincidencia, pero se buscaba superar una serie de obstáculos legales y, el restablecimiento del magisterio en el artículo 123 constitucional. Sobre este último punto radicaban las dificultades mayores, aunque entiendo que finalmente fueron superadas.
Por lo anterior, si es correcta mi percepción, la iniciativa que busca aprobarse en comisiones unidas retoma en esencia los compromisos hechos por el compañero presidente de la República. Sin embargo, por alguna razón que se me escapa, el magisterio mantiene su desconfianza, conserva su presión y sus protestas y, poco ayuda la determinación de insistir en estos días en la aprobación de la iniciativa en comisiones, que sin ninguna dificultad se podría realizar la próxima semana. Es decir, no entiendo la prisa y menos aún, cuando el compañero presidente López Obrador asiste el 21 de marzo a Guelatao, Oaxaca y ahí tendrá, seguramente, un encuentro con el magisterio mexicano. De hecho, fue desde la cuna del presidente Benito Juárez, en Guelatao Oaxaca, que se hizo el compromiso durante la campaña, de dar marcha atrás a la contrarreforma educativa. Cuando escribo esto, su visita aún no se verifica.
Así las cosas, nos encontramos con las instalaciones de la Cámara de Diputados bloqueadas desde el día 20 de marzo y así continuo el 21 de marzo. Las tensiones en vez de aligerarse han ido en aumento y pareciera que existe un elemento no tangible que está generando la confrontación y el no entendimiento.
Espero que para cuando se haya publicado este artículo, los malos entendidos hayan sido superados. Una cosa es cierta, cumpliremos el compromiso de una Reforma Educativa integral que sea digna de tal nombre, que respete los derechos del magisterio, que se base en el respeto irrestricto a la dignidad humana y que reivindique su tarea; que sea una herramienta poderosa para liberar las fuerzas y talentos del pueblo de México, contribuyendo a fortalecer sus diversas raíces culturales, su independencia y su fuerte carácter.
Publicado en El Heraldo de México.