Por: José Luis Palacios Blanco*.
Con la muerte anunciada de la Reforma Educativa, se inicia un periodo de rediseño de la evaluación educativa en nuestro querido País. En todo el mundo occidental y en los países de la OCDE, el proceso educativo es evaluado en forma externa por pruebas internacionales y por entidades independientes. Nuestro Presidente y el nuevo titular de la SEP ha anunciado que desaparece el INEE (Instituto Nacional de Evaluación Educativa). Con esto, regresamos (al menos en el tiempo), 20 años en la política pública para poder medir objetivamente nuestros avances y retrocesos.
En México el poder sindical del magisterio ha hecho temblar al poder. El otorgamiento de plazas y la negociación sindical han puesto de rodillas al Gobierno federal. El 85% del gasto nacional en educación está destinado a sueldos y no se podría negar que el poder magisterial históricamente es un gran poder dentro del poder. Ante la segura desaparición del INEE y de las evaluaciones externas a los docentes, veremos pronto que sea el mismo gobierno quien se autoevalúe y que intervenga como antes, el SNTE y la CNTE en el proceso de evaluación de la calidad.
¿Es bueno que desaparezca? Veamos. El INEE fue diseñado como algo más que la instancia encargada de la evaluación docente. También generaba en forma independiente indicadores educativos, realizaba evaluaciones de aprendizaje y proponía mejoras, entre otras actividades. Con esa información generada por el INEE acerca del funcionamiento del sistema educativo nacional, la sociedad mexicana tuvo herramientas para cuestionar las políticas educativas y proponer mejoras. En resumen, nos ayudó a conocer el estado de la educación y los avances en relación con el cumplimiento del Artículo 3º de la Constitución.
Solo que esto se hizo como en los últimos veintitantos años, generando con los organismos autónomos, enorme burocracia con altos sueldos y gastos de operación. Enorme error. Los Consejeros tenían un sueldo de subsecretarios de Estado. Es cierto que generó burocracia y enormes gastos de oficinas externas al igual que la gran cantidad de organismos autónomos que se han abierto en México.
Lo cierto es que la muerte del INEE responde a un nuevo modelo económico (neo-keynesiano) que tendrá nuestro País en los siguientes 6 años. El Secretario de Educación Pública (SEP), ha anunciado que se creará un Centro para la Mejora Continua de la Educación y la Revaluación del Magisterio como un organismo autónomo y que la evaluación magisterial que le solicitará el gobierno será solo diagnóstica, es decir, ayudará al maestro para prepararse mejor, pero sin consecuencias laborales (lo que los maestros llamaban “evaluación punitiva).
La libertad de Elba Esther Gordillo, el relevo en dirigencia del SNTE, la eliminación de los aspectos positivos que tuvo la reforma educativa, la desaparición del INEE, crean un escenario poco favorable para la educación nacional, pues solo serán los padres de familia organizados, observatorios educativos, líderes de opinión y medios de comunicación, quienes podríamos pedir cuentas al sistema educativo. Las plazas permanentes, para toda la vida, obtenidas sin el esfuerzo de un concurso de oposición, la ausencia de mecanismos de ascenso por méritos, son prácticas que en el pasado mermaron la competitividad del sistema educativo nacional.
He podido conocer de cerca las experiencias de sistemas de evaluación competitivos como el de los países nórdicos, el de Chile, el de Corea del Norte y desde luego, el de Singapur. Es allí el pago a los profesores por resultados y su ascenso en la carrera magisterial, lo que ha permitido que sean líderes en resultados de escuelas y alumnos. El mejor sistema educativo en México, el del ITESM basó su desarrollo en la comparación con estándares internacionales. El sistema educativo privado en México es cierto, es excluyente, pero tiene los mejores indicadores de calidad y es enormemente eficiente en la relación resultados vs recursos.
En un modelo de desarrollo neo-keynesiano, será el Estado mexicano el que comparta este sexenio el liderazgo de la educación pública con los sindicatos magisteriales. La educación pública ahora rediseñará planes de estudio hacia retomar la educación cívica; la comunidad escolar tendrá un papel más relevante; la evaluación escolar será tomada por los mismos actores; desaparecerán los programas de “escuelas de calidad”; no tendremos becas a los mejores estudiantes sino a quienes tengan menores recursos económicos; los sindicatos intervendrán en la evaluación de resultados; se otorgarán subsidios a las universidades por matrícula y no por indicadores de calidad; los sindicatos seguirán siendo los dueños de las plazas magisteriales; se incrementarán las prestaciones y transferencias a los sindicatos; aumentará la oferta educativa pública y con seguridad, veremos engrosado el presupuesto orientado a la educación.
Veremos un cambio de paradigma en la gestión educativa del Estado mexicano, remando a contra corriente de como lo hacen los países con mayores avances tecnológicos. Será un cambio de paradigma que deberá pronto, mostrar que incrementamos los resultados en las pruebas internacionales como PISA y que deberá responder a las preguntas que la sociedad mexicana hará sobre el impacto que tienen estos cambios en la mejora del nivel educativo en su conjunto en comparación con los países más competitivos. Ojalá que se logre.
* Director de la Universidad Meridiano.
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